Escribir es,
entre otras cosas, compartir lo que se piensa. Siempre se escribe pensando en
el otro, conocido o no, que compartirá nuestros pensamientos, los reproducirá
con su lectura. Y contrario a lo que pueda pensarse, el objetivo primordial de
ese encuentro, imaginario al principio, real y atemporal a la postre, no es el
convencimiento del lector, sino más bien su estremecimiento.
Esto lo sabe bien
Prisciliano Gutiérrez, jurista, profesor, poeta y servidor público, que una vez
más nos invita al análisis de nuestro entorno en las páginas del libro
“Reflexiones de un magistrado”.
El volumen es una
suerte de antología de los artículos que semana tras semana, desde hace ya
varios años, el autor publica en diversos medios locales, plasmando en ellos
una diversidad de tema sobre los cuales un hombre de cultura se sorprende,
reinventando su propio pensamiento a través de una práctica que en tiempos de
redes sociales parece escasear: la reflexión.
Editado
recientemente por el Poder Judicial del Estado de Hidalgo en su colección
“Palas Atenea”, el libro contiene 81 artículos que navegan entre la meditación
personal, y el ensayo político y social. Desde el disfrute de la poesía, la oratoria,
el silencio y la suerte; pasando por el entorno social, el ejercicio d ela
democracia, las reformas políticas y la corrupción; sin dejar a un lado temas
que ya han sido objeto de sus libros anteriores: el ejercicio del poder, la
amistad, el estado de derecho, la muerte y el amor.
Lo primero que
salta a la vista es el disfrute con que Prisciliano Gutiérrez hace uso del
idioma, llevándolo con originalidad al más sublime de sus estados: el escrito.
Su voz, portentosa diríamos quienes le conocemos personalmente, se cuela entre
líneas para envolver nuestra lectura con su timbre, convirtiéndola en un acto
de complicidad indisoluble.
Como en entregas
bibliográficas anteriores, el autor no se limita al punto de vista que le da su
profesión, no se acartona queriendo parecer un sabelotodo; por el contrario, no
niega que el punto de partida de su opinión surge de su convicción en el
derecho y a partir de ahí se ejercita lúdicamente en el abordaje de otros
linderos en equivoca apariencia lejanos. Ya nos había sorprendido anteriormente
vertiendo en poesía la Constitución, o llevando el Soneto a tierras fértiles y
novedosas; la imaginativa del jurista abreva del disfrute de la vida a través
de la palabra expandiendo el horizonte de su pensamiento y sentir.
Estas
“Reflexiones de un magistrado” no son inocentes ni maniqueas, sino más bien
honestas y aventuradas, mostrándonos que no todo en los medios es dar “láik” o
retuitear “autómatamente”; no debemos negarnos el derecho y la oportunidad del
análisis, un ejercicio pleno de la inteligencia.
Un libro honesto
e íntimo, que nos permite adentrarnos, una vez más, en el pensamiento de un
hombre que se conduce con esa hidalguía que ya casi no se ve.
Antes de terminar
lo invito a compartir juntos más recomendaciones literarias, acompáñeme el
próximo sábado en punto de las 18:30 horas en el programa de radio “Bibliófono,
literatura para escuchar”, que se trasmite por Bella Airosa Radio, 98.1 de
frecuencia modulada. Hasta entonces.
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