lunes, 28 de marzo de 2016

Ignacio Rodríguez Galván, 200 años*



*Texto publicado el jueves 24 de marzo de 2016, en la sección Cultura de El Sol de Hidalgo.
 
Antier se cumplieron 200 años del nacimiento del escritor más importante de la literatura hidalguense: Ignacio Rodríguez Galván.

Ignacio nació en el medio de la gesta independentista, el 22 de marzo de 1816, por lo que sus primeros años de conciencia y memoria comenzaron a la par del nacimiento de la nación mexicana. Tizayuca fue su terruño donde sus padres eran campesinos quienes, a pesar de su condición humilde, consideraron importante que su hijo se cultivara y desarrollara en la gran ciudad. Por ello lo enviaron a trabajar en la Ciudad de México en la librería de su tío impresor Mariano Galván Rivera. Algunos estudiosos de la época han propuesto la teoría de que Ignacio llegó a trabajar como mozo de su pariente, sin embargo, en ese lugar aprendió latín, francés e italiano, posibilidad lejana y tal vez vetada para alguien que sólo tienen una posición de mozo en la empresa librera.  Por el contrario, aparentemente la llegada de Ignacio a la imprenta de su tío (una de las más importantes de la época, por cierto) se debió al interés de este último porque su sobrino aprendiera las artes de las letras, tal vez con miras a que heredara el negocio; sin embargo, en el joven significó el descubrimiento de un mundo que lo cautivo para siempre.

El aprendizaje de otros idiomas le permitió a Rodríguez Galván, traducir obras recién llegadas de Europa y Estados Unidos, lo que también significaba la posibilidad de leerlos de primera mano, antes que los lectores hispanohablantes y de esta manera ir sumergiéndose en la vanguardia literaria, sobre todo poética, que estaba predominando en el mundo. Ahí conoció a Edgar Alan Poe y Charles Baudelaire, un par de escritores contemporáneos a el que significarían una influencia clara y determinante en su obra futura.

Comenzó a visitar círculos culturales de la ciudad decimonónica y a relacionarse con intelectuales prominentes de la época como don Andrés Quintana Roo y Guillermo Prieto, con quienes cofundaría la Academia de Letrán (la primera academia literaria de América Latina), desde la que comenzarían una producción literaria y periodística sobre la que se fundaría la literatura mexicana. Es por ello que el maestro Luís Rublúo Islas lo nombra, con acertada lucidez, el primer escritor mexicano. Rápidamente se destacó en la actividad periodística fundacional de México; fue director del Calendario de las Señoritas Mexicanas y fundó el periódico Año Nuevo. Editó El Recreo de las Familias y fue redactor de la sección literaria del Diario del Gobierno. Desde estas páginas lo mismo desarrolló su versátil estilo literario que su caustico estilo periodístico, ambos, causa y consecuencia de la época.

Ignacio Rodríguez Galván, es reconocido como el iniciador de la corriente del Romanticismo en nuestra literatura, su obra poética sobresalió por sobresale por sobre su obra narrativa y dramatúrgica, tal vez por haber sido construida en el contagio que los autores extranjeros que consumía en la librería de su tío, provocaron en él. En su poesía hay dos grandes temas, por un lado, la Patria, en la que encontramos algunos de los poemas más hermosos del nacionalismo que en el siglo XIX y hasta ya muy entrado el XX, dieron identidad a la literatura mexicana, desarrollándolo con un impecable uso de la métrica y el lenguaje; en segundo plano, parece una poesía más obscura y lacónica, la cual probablemente fue escrita alrededor de los descalabros amorosos (uno de ellos especialmente) sufridos por el poeta, y que establecen una línea directa con la obra de Allan Poe y Baudelaire. Es en este último páramo literario donde aún nos queda mucho descubrir, tanto a sus lectores como a los investigadores que se han ocupado de Rodríguez Galván. Algo similar sucede con su obra narrativa, la cual Ignacio basó en la época colonial con títulos como Muñoz, visitador de México y El privado del virrey, convirtiéndose en el padre de la novela corta mexicana.

Su literatura ha sido objeto de múltiples ediciones desde 1851, la más importante de ellas, una edición compilatoria publicada por la Universidad Nacional Autónoma de México en 1994.

¿Pero qué tenemos al alcance de la obra de Rodríguez Galván para leer? En estos días, y a razón del bicentenario, el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo ha comenzado la colaboración con la UNAM para la reedición de las Obras de Ignacio Rodríguez Galván; seis tomos que compilan la obra literaria (los dos primeros volúmenes) y el trabajo periodístico (los cuatro restantes). Pero mientras esta nueva edición nos llega, podemos recurrir a lo último publicado en Hidalgo de Rodríguez Galván; se trata de una pequeña pero ejemplar selección de la poesía nacionalista seleccionada por el maestro Enrique Rivas Paniagua y publicada en la colección Letras de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo en el año de 2006, precisamente en conmemoración del 190 aniversario del nacimiento de nuestro primer romántico. Ese libro, titulado Adiós, oh patria mía seguramente puede encontrarse en las bibliotecas públicas (sobre todo en la de la UAEH), y tal vez aún esté disponible en su fondo editorial para adquirirlo.

Ignacio Rodríguez Galván murió el 25 de julio de 1842 en La Habana, Cuba, víctima de la fiebre amarilla cuando contaba solamente con 26 años de edad e iba en tránsito a la ciudad de Buenos Aires donde tomaría posesión del cargo de oficial de la legación mexicana para Sudamérica. Su muerte significó una abrupta interrupción de una obra literaria que ya estaba consolidada y que prometía convertirse en una de las más importantes de la literatura universal; su amigo, Guillermo Prieto lo habría resumido cuando dijo que Rodríguez Galván se hubiera convertido “en el Cervantes de América”.
 


Antes de terminar lo invito a compartir juntos más recomendaciones literarias, acompáñeme el próximo sábado en punto de las 18:30 horas en el programa de radio “Bibliófono, literatura para escuchar”, que se trasmite por Bella Airosa Radio, 98.1 de frecuencia modulada. Hasta entonces.

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