Juan Carlos Talavera
Cultura La Crónica de Hoy
Carlos Fuentes escribió lo mismo sobre la felicidad que sobre Juan Carlos Onetti y Luis Buñuel, o sobre Leonora Carrington y Hernán Cortés. Hoy se cumple su primer aniversario luctuoso y, por un lado, Gonzalo Celorio lo recuerda como el escritor ecuménico y renacentista al que nada humano le era ajeno, y lo llama el primero y último escritor que logró darle voz a la ciudad de México en toda su magnitud y polifonía.
E Ignacio Padilla hace lo propio, a un nivel personal e intelectual, al reconocer que la relectura de sus ensayos sobre los tres 68: Tlatelolco, la Primavera de Praga y el mayo francés, explican claramente la contemporaneidad mexicana. Y adelanta a Crónica que ya trabaja en la anotación de la correspondencia que sostuvo el autor de La región más transparente con el académico y editor Arnaldo Orfila.
Arnaldo Orfila fue uno de los primeros más valientes y más rigurosos editores de Carlos Fuentes, apunta Padilla, una figura central del boom latinoamericano, y “de aquel tiempo hay un nutrido intercambio de cartas entre ambos, luego de su salida del Fondo de Cultura Económica FCE (en 1947) y hasta 1968 y un poco más tarde”, precisa.
El trabajo lo realiza a petición de Silvia Lemus y Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua (AML) y de Editorial Siglo XXI, y el volumen impreso podría ser presentado en noviembre próximo, durante la 27 Feria del Libro de Guadalajara (FIL).
“DESNORTADOS”. Para el editor, ensayista y académico de la AML, Gonzalo Celorio, la presencia de Fuentes es absolutamente insustituible. “El hueco que dejó Fuentes es una oquedad muy difícil de llenar”, no sólo porque ya forma parte de los escritores mexicanos universales –como Alfonso Reyes y Octavio Paz–, sino porque fue un renacentista al que nada humano le era ajeno, pues le interesaba desde la literatura y la historia, hasta la política, la economía, las lenguas y las relaciones internacionales.
“Y en muchos sentidos fue el primero y el último escritor que consiguió darle voz a una ciudad como México en toda su magnitud y polifonía, dado que La región más transparente (1958) es la primera novela que toma la ciudad como personaje y no como mero telón de fondo”.
Y aunque la literatura es un ente muy celoso, reconoce, algunas de sus obras permanecerán para siempre, como ya sucede con Aura, La muerte de Artemio Cruz, La región más transparente y Terra Nostra, esa prodigiosa novela que no ha sido leída ni valorada, una gran construcción verbal equivalente a Paradiso, de José Lezama Lima, o Gran Sertón, de Guimarães Rosa.
Por último, destaca que el también autor de Federico en su balcón fue un gran analista político, un hombre que no sólo se quedó en la reflexión teórica, sino que contaba con una visión integral de la realidad de nuestros países latinoamericanos. “Su opinión era una brújula; sin él ahora estamos desnortados”.
EL 68. Por su parte, Ignacio Padilla, el narrador e integrante del grupo del crack, considera que en términos de análisis, opinión y crítica de lo actual –particularmente de lo social y político– es donde más clara se nota la ausencia de Fuentes.
“Por contraste, en la literatura me parece muy prematuro hablar de cualquier cosa semejante a un vacío porque la enorme ventaja de los escritores es que rara vez desaparecen, o si lo hacen sucede muchísimo después de su ausencia física.
—Fuentes fue un maestro para ti. ¿Qué enseñanzas te dejó?
—Me dejó muy en claro que el verdadero magisterio y el verdadero genio literario se demuestran sobre todo en la generosidad para sus maestros, para sus contemporáneos y para sus discípulos.
—Se dicen que los jóvenes escritores ya no leen a Fuentes. ¿Qué tan cierta es esta afirmación?
—Es bastante probable en cierto sentido. Pero la obra de Carlos Fuentes, como la de nuestros autores más importantes, es como un libro de texto, y así como somos hijos de Pedro Páramo, hemos pasado por Aura. Así que las nuevas generaciones sí lo leen, pero quizá no lo hagan con gusto.
—¿Cómo ha cambiado tu percepción de la realidad al releer a Fuentes?
—Desde mi perspectiva generacional consideraba que el 68 fue, contra lo que normalmente se arguye, un fracaso, y que el cambio político, social e incluso psicosocial de México comenzó no en 1968, sino en 1985, después del terremoto.
“Pero al releer sus ensayos sobre el 68 checo, el 68 francés y en especial el mexicano, he comprendido, que no fueron fracasos, sino que sólo lo parecieron. Al leer esa defensa de la victoria del 68 he tenido que recapitular mi visión de la democracia contemporánea, ya no desde el terremoto del 85, sino desde Tlatelolco”, asegura.
—¿Qué has descubierto en la correspondencia entre Fuentes y Arnaldo Orfila?
—Estoy redescubriendo y recomprendiendo buena parte de la obra que escribió en aquel entonces, particularmente Zona sagrada y Todos los gatos son pardos.
Finalmente, el autor de La isla de las tribus perdidas observa la necesidad de releer Personas para apreciar mejor En esto creo –el libro más íntimo y personal del autor– o Carolina Grau, esa construcción insólita de su cuentística para volver a Constanza y otras novelas para vírgenes.
Homenajes
El Instituto Nacional de Bellas Artes realizará la mesa El universo de Carlos Fuentes: Homenaje a un año de su fallecimiento, el domingo 19 de mayo en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes a las 12:00 horas, en la que participarán Héctor Aguilar Camín, Gonzalo Celorio, Juan Ramón de la Fuente, Hernán Lara Zavala y Federico Reyes-Heroles. También se abrirá la exposición Carlos Fuentes, él mismo, con la dirección museográfica de Vicente Rojo
Por su parte, la Academia Mexicana de la Lengua (AML) rendirá su homenaje al autor de Aura en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo el 23 de mayo a las 19:00 horas, en el que participarán Gonzalo Celorio, Hugo Gutiérrez Vega e Ignacio Padilla.
Y la UAM Azcapotzalco presenta una exposición desde ayer conformada por una selección de objetos personales del escritor, facilitados por Sylvia Lemus, esposa de Fuentes.
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