Nacido en Pachua en 1955, Ignacio Trejo Fuentes es uno de los narradores más importantes de la literatura mexicana actual. Posedor de una facilidad nata para retratar lo que en la cotidianidad acontece, sus cuentos son una invitación a meter las narices en vidas llevadas al límite y morbosamente interesantes. He aquí una vieja charla sostenida en Actopa, Hidalgo, a razón de la presentación de su libro
Tu Parvula Boca y que originalmente fue presentada como entrevista en televisión a finales de 2003.
También perteneces a una generación de escritores hidalguenses que tuvieron que emigrar, que están trabajando, que viven en algunos casos, no sólo en la Ciudad de México sino en el extranjero, pero no en Hidalgo. ¿Cuál es el sentir como escritor en ese caso de vivir lejos de tu tierra?Fíjate que no se exactamente en el caso de Hidalgo, porque la cercanía es tan próxima con el Distrito Federal que marca diferencias con lo que ocurre en otros estados. Yo he tenido alumnos, becarios del FONCA, que viven en Chihuahua, en la ciudad de Chihuahua y dicen –Yo me siento absolutamente aislado porque aquí no hay talleres, no hay con quien compartir. No hay librerías-. Creo que solamente hay una librería en Chihuahua, que es capital de un estado. En Tepic, Nayarit, hace cinco años había una librería. Creo que su caso es realmente dramático; o emigras o te pierdes ahí. Aquí no, porque la cercanía es tal que el efecto se disuelve. Sin embargo hay muchos escritores hidalguenses fuera del estado. Entre los que yo conozco, por ejemplo Alberto Paredes que es de aquí de Pachuca. Agustín Cadena y Arturo (Trejo Villafuerte) que son de Ixmiquilpan, ellos van cada ocho días, cada quince días, no se desligan de la tierra. Pero muchos otros como fueron Ricardo Garibay o Margarita Michelena, si hicieron el cambio radical.
Esta generación de escritores más o menos contemporáneos tuyos, que son una camada de hidalguenses que han estado escribiendo de manera importante, muchos empezaron en la poesía ¿tu como lo hiciste, con la poesía o con el cuento?Yo jamás he escrito poesía, creo que es para adultos. No hago poesía, porque no me da por ay’. Yo puro ensayo y narrativa. Pero si es cierto, casi todos han cultivado ambas líneas, por cierto a Margarita Michelena la consideran los conocedores como una de las grandes poetas, no solo del país, sino de lengua española, nada más que no ha sido muy valorada, lo que sí le ha pasado a Ricardo Garibay; todo mundo coincide en que es uno de los grandes narradores, pero ¿Por qué no se han hecho estudios sobre su obra? Se le atribuye a sus caracteres de peleoneros, de beligerantes, que marcaban enemistad con todos y automáticamente con los críticos y los estudiosos. Ahora por fortuna se les esta revalorando. Como ya sabes se publicaron las obras completas de Don Ricardo, yo mismo estoy haciendo una tesis doctoral sobre su obra y me di cuenta que no hay ninguna otra tesis, mas que un cuadernito sobre la obra de Garibay, en la facultad de letras de la UNAM. No hay nada. Ese vacío pues hay que llenarlo. Y eso es notable, que escritores tan importantes a nivel hispanoamericano, no tan solo no sean profetas en su tierra, es decir en Hidalgo; sino que tengan dificultades para trascender en otros lados. Eso tiene una explicación, el carácter de ambos.
En ese sentido utilizas un termino que a mi me llama mucho la atención “cambiar el disco”; ir del periodismo a la critica literaria, a escribir narrativa o cuentos infantiles ¿Cómo logras cambiar de disco en tantas vertientes?Pues con un poco de disciplina dentro del caos, las necesidades te lo imponen aunque Cuesta un poco de trabajo. Por ejemplo, no me cuesta ningún trabajo pasar de la reseña, que es limitada, directa, especifica, actual, viva; al ensayo. Son parientes pero tienen mucha diferencia. Pero si me cuesta pasar, por ejemplo, de la crónica a la novela. Me costó mucho trabajo. Estaba escribiendo mi novela y la estaba haciendo con la misma concreción de las crónicas; pero esto no tiene nada que hacer, entonces ‘ora si hay que cambiar de disco. Y cuesta mucho trabajo hacer estos cambios. Y luego tienes que aprehender otras cosas. Por ejemplo; una reseña, un cuento lo puedes escribir en la cantina, en el café, en el avión, en el hotel, donde sea. Donde esté tu imaginación, más bien. Lo mismo ocurre con la poesía, en el baño, donde quieras puedes escribir poesía o un cuento o una crónica. Pero el ensayo no. el ensayo como tiene referencias, citas, una metodología distinta tienes que estar en la biblioteca o en tu estudio o en tu oficina; si no estas perdido. Eso no lo puedes hacer en el café ni en la cantina ni en el hotel ni en ningún lado. Son formas muy prácticas de medir que es lo que tengo que hacer, planear tus tiempos. La costumbre me ha hecho no poner tanto reparo a una cosa y la otra.
La práctica de la reseña, generalmente la hacen los jóvenes como manera de entrar, como si fuera la cosa más fácil del mundo y es una responsabilidad muy grande. Yo la he mantenido, sigo publicando por lo menos una cada semana; tengo columna para hacer eso desde hace mucho tiempo en distinto medios. Las relecturas son importantes, las hago para las clases y eso me refresca.
¿Cuál es la perspectiva de la literatura mexicana en este momento?Magnifica. Magnifica, en el sentido de casos específicos. Se han borrado muchas trabas que antes existían y hay grandes novelistas, pero sobre todo grandes poetas. Los jóvenes vienen trabajando con una impresionante capacidad, una gran inteligencia. Se asumen como escritores profesionales, no como pasaba en otras épocas que era como un pasatiempo, a ver que sale y si no, no me importa. No, ahora es una disciplina, un trabajo, una constancia, se entregan a eso, como debe ser supongo. Y yo creo que esta dando resultados muy buenos.
México, lamentablemente se ha caracterizado por ser un país que lee poco. Según la UNESCO leemos un libro y medio al año los mexicanos…Se equivoca la UNESCO, es medio libro al año.
En un país donde no hay lectores, ¿cuál es el futuro de los escritores?
Bueno… seguir trabajando. Estamos llenos de gente corrupta, pero qué vamos a hacer los que no somos corruptos. ¿Volvernos corruptos también o ponernos a llorar? Tienes que seguir trabajando, ya habrá manera de que haya lectores y de que no haya tanta corrupción. No debes darte por vencido, no, uno tiene que seguir trabajando. Pero sí, es alarmante. Hay otro dato por ejemplo de que las bibliotecas públicas son poco visitadas. De cada diez mexicanos, siete jamás han entrado a una biblioteca pública. Eso es explicable también, tiene muchos motivos; pero sí es triste. Hay que dedicarse a hablar de libros, difundirlos, escribirlos, editarlos, dárselos a los jóvenes para que los lean.
¿La literatura infantil tiene como la semilla para acercarse a leer?Sí, ahí esta todo. Desde la niñez, desde la infancia está, como dijiste, la semilla. Si se ataca ese mal desde la raíz, seguramente se le va a erradicar. Los niños tienen la palabra como decía un eslogan publicitario.
En tu andar por la literatura has hecho un libro para niños, has incursionado en la literatura infantil.Sí, pero más bien como lector. Leo mucha literatura infantil. En mis clases de literatura y periodismo, se sorprenden mucho mis alumnos cuando empezamos a leer literatura infantil y los remito a Pro, a los hermanos Green, a Handersen. Dicen –Yo que tengo que ver con la caperucita roja, yo que tengo que ver con el soldadito de plomo-. Ellos que crecieron ya con otras cosas en la televisión, con estas series japonesas de los ninjas y todo esto.
Háblanos de tu libro Tu Párvula Boca. Es una reunión de cuentos que, como se dice en el texto del editor, es una mezcla de fantasía, de imaginación y con algunos rasgos autobiográficos. Se caracterizan, me lo han dicho y lo sé yo, por la presencia de muchas cosas truculentas: violencia, la locura, los excesos de los personajes, siempre están al punto del abismo en distintas circunstancias. En niños, en edad media, en ancianos. No hay salida para ninguno.
Parecería que es una constante en tus libros. ¿Hay alguna preferencia, alguna debilidad por los mal nacidos, por los perdedores, por los malditos?Pues supongo que sí, porque son los que llaman el morbo, la atención mía y supongo que la de todos. Si me dedico a poner de personaje a alguien que no le pasa nada, que vive la vida completamente normal, entre comillas, sin sobresaltos, que nace, crece, se reproduce y muere; no me interesa mucho a mi y no creo que le interese mucho a mis lectores. En cambio sí me preocupa como viven o pueden vivir o podrían vivir en circunstancias extremas. Platicaba hace un rato de mi nuevo cuento, que no viene incluido en
Tu Párvula Boca, donde hablo de una pianista joven, talentosa, cantante que pierde las dos piernas, un brazo y el habla. Te imaginas que terrible debe ser eso. A mi no me ha pasado y no conozco a nadie que le haya pasado, ni quiero que le pase. Pero yo me pregunto cómo será su vida y la de quienes la rodean; entonces me hace pensar y al final no quiero ser tan catastrofista tocando este tipo de asuntos sino como una manera de exorcismo. Que esto no pase en la vida, que pase en el papel, pero nada más.
Tengo otra historia que no sé por que no apareció en este volumen, de una niña, una adolescente que escribe una carta a su papa que esta en el cielo, porque fueron asaltados, masacrados en la ciudad y sólo ella sobrevivió pero le cortaron la lengua y los dedos de las manos; entonces le escribe para decirle que le pusieron prótesis y que ya sabe escribir, por eso le esta escribiendo y que le cuente a su hermanito y a su mamá. Eso es absolutamente patético, se de muchaches lectores, de mis alumnas que han llorado, dicen –no puede ser posible-, por desgracia ocurre todos los días. Yo no conozco un caso similar, lo imagine leyendo la nota roja de los periódicos, pero otra vez yo diría que eso es como un exorcismo, como tocar madera; que no pase eso.
Hablabas hace un rato la manera en que eliges tus personajes ¿Es azaroso, eliges el tema de una libro con anterioridad, como es ese trabajo previo?No, en el caso de la novela sí fue azaroso porque en mis talleres literarios pongo ejercicios a los participantes, les digo –A ver les voy a dar una frase, un titulo y ustedes hagan una historia para justificar el titulo-, entonces yo escuche el estribillo de un son montuno cubano que dice “hace un mes que no baila el muñeco”; se me ocurrió, este es un buen titulo para un libro. Entonces inventé una historia para justificar el titulo, me hice el ejercicio a mi mismo, a ver si como ronco duermo. Pero digamos que fue azaroso, que puedo contar que no sea tan obvio con el título. Los cuentos se van gestando, yo nos soy de los autores que se sientan a la maquina a ver que sale, no, yo debo tenerlo bien claro. Lo voy madurando en mi cabeza, una o dos o tres historias a la vez y hasta que digo –Ya esta- y entonces me siento a la maquina. Soy capaz de escribir dieciséis cuartillas en una hora, eso ya es cuestión mecánica, ya lo tengo en la cabeza. Sé a donde voy. En el caso de las crónicas, simplemente abrir los ojos bien y parar las orejas porque muchos van por la calle sin hacerlo y no se dan cuenta de lo que esta ocurriendo al ladito.
¿Te vuelves entonces como en un cazador de momentos?Sí, lo que uno hace cotidianamente, solamente que uno ya va preparado, va buscándolo, pero los cuantos llegan así de repente, -eso lo tengo que contar-, me lo imagino primero.
Es un poco como el trabajo del fotoperiodista.Sí exactamente. Tú sales de repente a la calle y dices voy a encontrar la imagen que me va a inmortalizar. A lo mejor no pasa nada, no viste nada y de repente cuando no lo estas pensando, esta ahí; pero debes estar alerta, llevar tu equipo y ponerte ante el hecho.
En este libro hay dos aspectos sobre los que quisiera preguntarte. El primero son los personajes femeninos, creo que son importantes en tu obra, ¿también tienes preferencia por ellos o te preocupas más por construirlos de mejor manera?
No, los trato por igual. Lo que pasa es que quizá es le mundo que conozco menos, el que más me inquieta, el que mas me puede llenar de sobre saltos. No te puedo decir que conozco del todo a la mujer con la que convivo. De repente puede tener cosas recónditas. Ese mundo desconocido para mi me atrae mucho y lo veo más en las mujeres que en los varones, sobre todo en las mujeres jóvenes. Entones no creo que sea mucha casualidad que este tratando, cuando estoy con ellas, ante ellas, frente de ellas, de ver sus gestos, sus miradas, sus reacciones, sus comentarios. Tengo la fortuna, de ser hace mucho tiempo profesor y cada semestre mis alumnas son mujeres, la población femenina esta arrasando, entones tengo ahí muchas maneras de ver, de sentir, de pensar sobre lo mismo. Me hago muy cuate de ellas, aparte de ser profesor y voy viendo que es lo que piensan. Por supuesto ya no son las universitarias que yo trate cuando yo también lo era, pero siempre hay un mundo de nutrientes.
El segundo elemento que quisiera preguntarte, es la música. No solamente en el titulo utilizas este verso de Agustín Lara, en el titulo de uno de los cuentos haces referencia a este chacacha de “Me lo dijo Adela”. ¿Es importante la música en tu literatura?
Me gusta mucho la música, toda. Yo puedo escuchar de lo que no te imaginas. El titulo de mi novela
Hace un mes que no baila el muñeco viene de un son montuno cubano, la que hice sobre Pachuca, que saldrá el próximo año se llama
El vaquero más autentico que existió que es también de una cancioncilla. Muchas de las crónicas llevan títulos de canciones; primero porque me gustan, segundo porque me ahorra quebraderos de cabeza para poner títulos. Pero creo que va más allá. Fíjate, mis amigos que son muy generosos me han dicho que observan en mis textos hay mucha musicalidad, yo no soy poeta no me atrevo a escribir poesía, pero en efecto cuido mucho el ritmo, que todo ocurra como un péndulo que vaya de aquí para allá; con una cadencia. A veces por eso hay unas frases que parecen muy raras, como si estuvieran mal construidas. No, están expresamente puestas ahí para que se ajusten al ritmo, estoy haciendo un trabajo de medición, pero ya es puro oído, me sale natural. Procuro que haya mucha música, para que no ir caminando como los ciegos a tropezones. Y eso seguramente proviene de que escucho música, de todo, sin ninguna impunidad cambio de un género a otro y que bueno que se note.
Puedes ir de la crónica, al cuento, a la novela ¿esta mezcla de géneros como la logras, o en que momento decides que un cuento se va a volver sólo una crónica, o un crónica puede pasar a ser un cuento, te es fácil dar este tipo de brincos?Si, la da el oficio. Bueno lo puedo decir ahora, pero el mismo material te da la dimensión, el tema. Esto es una crónica, porque lo acabo de ver, no tengo que inventar nada ya esta trabajada; en cambio se me ocurre que esto da para un cuento, entonces lo empiezo a maquinar. Pero ya se que son dimensiones espaciales distintas. Si es una novela por puesto que tiene que ser otro tratamiento pero eso se resuelve con la teoría literaria, es talacha nada más. No, pero no me causa ningún conflicto, lo mismo cuando escribo ensayo, tengo que cambiarme de disco; una crónica, un cuento lo puedo escribir en una cantina, en el metro, en una cafetería, en una sala de hospital, en la sala de mi casa, en el patio, en un jardín, pero un ensayo no, porque tengo que estar mi estudio, con mi biblioteca, con datos porque hay que poner referencias, en el cuento no funciona porque yo lo digo porque es literatura.
¿Por qué razón no te atreves a escribir poesía?No se, me parece para adultos, no me gusta. Leo mucha poesía, pero nunca me he atrevido a intentarlo siquiera. Sé como se construye, pero no me cuenta cosas.
¿Tendrías una recomendación para los escritores jóvenes?La disciplina, aunque se dentro del desorden vivencial más escandaloso que se pueda tener, hay que tener disciplina. Es decir el hecho de que me pueda ir de parranda o de juerga tres días con sus noches, no me debe hacer oleajes, tengo que trabajar, tengo que cumplir esto. Y olvidarme, encerrarme otros tres días, cinco a leer, a escribir. La disciplina de la lectura, no hay mejor receta para un escritor que la lectura. Eso lo saben todos, unos lo aceptan más que otros pero, la mejor herramienta con la que cuenta un escritor para ser tal es la lectura. Leer mucho, para ver como lo hacen los demás, no para copiar, simplemente para decidir esto si, esto no. ir haciendo su propia receta, pero a través de la lectura.