viernes, 21 de noviembre de 2014
"Gallos salvajes" una tragedia mexicana, se presenta en el Romo
jueves, 20 de noviembre de 2014
miércoles, 19 de noviembre de 2014
José Guadalupe Posada, expuesto en El Cuartel del Arte
martes, 18 de noviembre de 2014
Borrador imperfecto de las cosas que amo
Me gusta la alegría de los que cantan a mi lado o de lejos.
Me gusta la alegría de la gente enamorada de la gente
y me enamoro de la gente que pasa cargando sus banderas a plena luz del día
y me gusta ser pueblo.
Me gusta la gente que da abrazos y besos de corazón y te llaman hermano.
Me gustan los que ríen bajo la lluvia y danzan y juegan con sus perros.
Me gustan los que comparten su agua, su café
y los poemas de los otros como si fueran un pan recién horneado.
Me gusta la gente que escribe cartas a mano, sobre papel, por amor a la vida.
Me gusta la alegría del que siembra con los dedos olorosos a tierra,
el que celebra el verde de los árboles y canta a la semilla su esperanza.
Me gustan los ancianos que celebran la flor en la ventana
y los que cuentan cuentos,
los que saben tu nombre de memoria
y ríen felizmente cuando les da la gana.
Me gustan las mujeres artesanas que pintan girasoles en las manos de Dios,
las que pintan caricias que llegan hasta el alma,
las que amamantan niños y besan sus cabellos en medio de la plaza.
Me gusta todo el mundo,
la guitarra y el vino.
Y me gusta esa gente inolvidable que te regala un sueño
y que luego se va como si nada....
Me gusta la alegría del que dice
que hay un mejor mañana y se va y lo construye con las manos heridas.
Me gusta amanecer enamorado de lo que trae el día que comienza.
el mantel limpio y los zapatos viejos,
la camisa olorosa con todos los remiendos
y me gusta la pluma con que mi padre escribía las cartas.
Me gusta irme de fiesta con todos mis amigos y con la libertad de los que aman,
con los que no se creen mejor pero tampoco menos
y que tiran al viento sus besos en bandadas:
me gustan los que se ríen de los envanecidos y de los poderosos y
del capitalista que se cree que manda.
Me gusta la alegría del que cría a sus niños,
les reza mansamente a la hora del sueño
y defiende la puerta de su casa.
Y me gusta y celebro la pobreza
de los que tienen limpia el alma y la alegría
y llevan por bandera su más limpia mirada....
18 de noviembre de 2014
jueves, 13 de noviembre de 2014
miércoles, 12 de noviembre de 2014
De lloronas y charros negros…
martes, 11 de noviembre de 2014
Inauguran muestra fotográfica de Manuel González de la Parra "La sigilosa mirada"
lunes, 10 de noviembre de 2014
La BCEH conmemorará el Día Nacional del Libro
martes, 4 de noviembre de 2014
Cántame antes de que todo acabe…
El sábado murió Jacinto Mora… Cuando esperábamos en el hospital a que entregaran el cuerpo, me acerqué para abrazar a sus padres y no atiné a decir algo que realmente no sobrara. A nuestros amigos en común, tampoco pude decirles alguna palabra que sirviera para el momento. ¿Quién realmente puede? Siempre me he sentido un inútil en estos casos: no sé qué decir ni cómo actuar. Algunas veces, cuando mi gente se va camino de la tumba, no hago sino quedarme encerrado en casa, mirando la pared, mientras un nudo gordo me arrincona la garganta. ¿Qué pensarán los que sí fueron? ¿A caso me creerán un ingrato que no quiso acompañarlos?
Esta vez tampoco fui al entierro, pero estuve ahí cuando en la funeraria lo dejaron dispuesto para la caja, aunque no quise mirar a Jacinto así; nada me habría repuesto del dolor, de la impresión de verlo de un modo diferente al de la última vez que lo visité: delgado, sí, pero tal vez como siempre. Se veía bien, a pesar de las noticias. Tenía el pelo más corto que nunca, pero le abundaba la urgencia de que el aguijón del cáncer lo dejara regresar a su vida de antes.
Cuando su madre lloraba, alguien se acercó para consolarla, y ahí, en medio de su dolor, dijo: “No lloro por él; él ya descansó. Lloro por mí…” Nunca sabré que hay más allá de la muerte, sino cuando me toque, si hay algo; pero sé bien qué es lo que se queda tras la caída del que se va. Por eso entiendo las lágrimas de los que nos quedamos. Egoísmo, escuché decir alguna vez. ¿Y qué más da si es egoísmo? A ese lugar sin nombre donde se halla el que ha perdido, ¿quién puede venir a cuestionar nuestra congoja? Siempre es por nosotros, es cierto, pero también de eso se trata la vida. Ojalá nunca se tratara de eso la muerte. Hoy que escribo, también es por mí, por el dolor, por la rabia, por ese “no entender” que me carcome los sentidos y me arranca los signos que en los ojos de mis muertos un día brillaron para levantarme.
Hace unos años, mi abuela me contó de la tristeza feroz que le había causado la muerte de Pedro Infante; mis tíos la recriminaron por haberle llorado más que a su propia madre. ¿Qué sabían ellos de ese dolor? Claro que tampoco era por Pedro, era por ella que enviudaba junto a otras miles por toda la república. En el corazón no se manda. Cada uno llora en sus propios modos, a sus muertos, y cada muerto nuestro representa una estocada brutal. Ni siquiera depende de la sangre que nos traba; depende sobre todo de la historia que nos une y nos nombra. Yo lloré la muerte de Mercedes más que la de mamá, y un poco menos de lo que lloraré si Nolo se muere antes que yo; más le vale que no se me adelante, porque entonces nadie sabrá los huapangos que he elegido para que St´aku me despida cantando.
Claro que se trata de mí, del susto que más de una vez me ha puesto la muerte con su acecho; de la rabia que me da que la parca elija para llevarse a mis amigos, antes que a los del presidente. ¿Cómo será sentarse a compartir la mesa y las palabras, ahora que Jacinto no está? ¿Quién va a venir servir café con leche y bolillos tibios, a esta mesa donde reposa su ausencia? ¿Cuántas veces José Alfredo va a cantar sin que a mi amigo se le olvide la letra, desafine y llore por “la que se fue”? Ni “El Rey” compuso una canción que ayudara a transitar los días que han seguido a su sepelio; hoy es él el que se fue, el que no está, el que duele como si nos hubieran matado a todos, pero separados, cercenados, descoyuntados del que fuimos cuando estábamos juntitos y nos reconocíamos en los otros, como si entre todos fuéramos uno, y no sólo la horda de cabrones que jugaban a inventar “el mejor de los mundos imposibles”, mientras entre copas y tabaco la vida se nos iba sin previo aviso, porque nadie nos anunció de fijo el cáncer, la cirrosis o la sobredosis.
Jacinto murió en uno de los escenarios que más me asusta para que ocurra mi propio final: en un cuarto de hospital. Aunque cuando uno muere, ningún espacio alcanza a ser un buen lugar, pero quisiera que cuando vengan a buscarme con un xoloscuitle en la mano, me encontraran cerquita de mis amigos, mis amores y la música de mi pueblo que tantas veces me levantara del desahucio. Por eso, cántame un huapanguito, mi niña, dime unos versos que me convoquen más vida, porque esta cabrona que me queda se me quiere ir de golpe, entre dolor, soledumbre y patas chuecas. Cántame “La Petenera”.
Jamädi…
lunes, 3 de noviembre de 2014
domingo, 2 de noviembre de 2014
En la BCEH inaugurarán exposición fotográfica proveniente de Israel
>La fotógrafa Aliza Auerbach ofrece una serie de imágenes sobre el hábito de la lectura en su país
En la Biblioteca Central del Estado de Hidalgo “Ricardo Garibay” (BCEH), inaugurarán exposición “Readers(Lectores)”, de Aliza Auerbach, proveniente de Israel, el próximo lunes 3 de noviembre, en punto de las 16:00 horas, y permanecerá en el vestíbulo de este recinto hasta el 30 de noviembre.
Al paso de tres meses en la Biblioteca Nacional de Israel, la cámara de Aliza Auerbach capturó momentos de intimidad entre el lector y el libro, el lector y el espacio de lectura, así como entre la comunidad de lectores y los bibliotecarios, los pasillos, e incluso la cafetería. “Readers(Lectores)” son fotografías que reflejan la diversidad de los usuarios de la biblioteca.
Aliza Auerbach (nacida en Israel) estudió Filosofía y Biblia en la Universidad Hebrea de Jerusalem. Empezó a tomar fotografías para producciones cinematográficas en 1972, al mismo tiempo que incursionó en el fotoperiodismo (publicando sus trabajos en Haaretz, The Jerusalem Post, The New York Times, The London Times, etcétera), y en 1989 se dedicó a la fotografía artística. Sus libros incluyen: The Stone Bird (El Pájaro de Piedra, 1983), Poems of Jerusalem with Yehuda Amichai (Poemas de Jerusalem, con Yehuda Amijai, 1987), Mothers on Earth (Madres de la Tierra, 1997), Women at Work (Mujeres Trabajando, 2003), The Song of the Sea (La Canción del Mar, 2007), y la Trilogia Rishonim- Los Primeros (Pioneers, Pioneros, 1990), Aliya (Immigrants, Inmigrantes, 1992), y Survivors (Sobrevivientes, 2012).
La inauguración es el lunes 3 de noviembre a las 16:00 horas, y contará con la asistencia de Yael Hashavit,consejera política, agregada de prensa y cultura, y Mónica Diner, responsable del Departamento de Cultura de la Embajada de Israel, además de José Vergara Vergara,director del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, y María Amparo González U. Torres, directora de Bibliotecas del Cecultah.
Este trabajo fotográfico será presentado en la Biblioteca Central del Estado de Hidalgo “Ricardo Garibay”, gracias a la Embajada de Israel, y permanecerá abierta al públicodel 3 al 30 de noviembre.