miércoles, 31 de julio de 2024
viernes, 26 de julio de 2024
Informe de regocijos
¿Para qué sirven los encuentros de escritores o literarios? No estoy hablando de los festivales literarios, ni de las ferias del libro, mucho menos de las presentaciones editoriales. Hablo de los eventos que son pensados, concebidos como puntos de encuentro para que los escritores podamos descubrirnos. Claro que en festivales, ferias y presentaciones tenemos la oportunidad de charlar con los colegas, escucharlos, nutrirnos de las experiencias que comparten y, en el mejor de los casos, adentrarnos un poco más en la literatura, dicha esta como el arte y oficio de escribir.
Las experiencias que se obtienen en los eventos arriba descritos son distintos si uno es un lector o si además de lector (lo ideal es que los escritores lean, aunque no siempre pasa, por increible que parezca) uno se ocupa en el oficio de escribir; incluso, es posible que uno, siendo escritor, asista a una feria del libro como simple lector; entonces, según la identidad secreta con que nos aparezcamos en los aquelarres literarios, experimentaremos aristas distintas.
Sin embargo, el caso de los “encuentros de escritores” tienen una intención qué va más allá de la promoción del libro o del fomento a la lectura. Claro que son una buena oportunidad para encargarse de promociones y fomentos, pero existe en ellos el oscuro conocimiento de que tal vez no asista publico lector, o al menos no mucho, dejando el camino libre para que los escritores participantes puedan compartir experiencias más profundas según las andanzas particulares frente a la hoja en blanco, la hechura escritural de un libro en particular, las rutas y los atajos para contar una historia, cómo construir a los personajes, cuáles han sido, o no, las experiencias en las que el autor se ha basado para su novela y cómo es que escribir un libro ha transformado al escritor. Esta urdimbre de milagros es el tesoro que uno espera descubrir al asistir a uno de estos encuentros.
Precisamente estos asombros ocurrieron durante el Segundo Encuentro Literario Agustín Ramos”, evento organizado por el poeta y editor tulancinguense Omar Roldán y que contó con el apoyo tanto de la sociedad civil (FUNHDAR y Studio Bar Karaoke) como de la autoridad municipal a través de la Dirección de Cultura de Tulancingo (lo cual significó una grata sorpresa) y que se desarrolló, durante dos días en el Foro de la Escuela José María Lezama convertido ya en parte de la infraestructura cultura y artística de la ciudad.
El detonante del encuentro es la figura de uno de los escritores hidalguenses más importantes y referenciales de la literatura mexicana: Agustín Ramos. Nacido en Tulancingo, ha sido un autor que ha dejado una huella importante con su obra, la cual sigue dando frutos. Poseedor de un estilo particular, punzante e incisivo para retratar la realidad y la historia de un país que se ha transformado lentamente, dando cada vez más, cabida a los reclamos sociales más urgentes y, en algunos casos, construyéndoles soluciones.
A lo largo de todo el encuentro, pudimos escuchar a Agustín leer fragmentos de tres de sus libros: “Al cielo por asalto”, “Ahora que me acuerdo” y “Sonar de letras”, con el complemento de explorar sus mecanismos literarios, anécdotas y el análisis personal que un autor puede hacer de sus propios libros a través del crisol del tiempo. Ramos, compartió con los asistentes (la mayoría éramos escritores) en un diálogo lejano a la cátedra, en su lugar charló con la confianza que da departir entre colegas, escuchando las preguntas, las opiniones y dando reveses que cada uno de nosotros pudo tomar, de manera individual, como consejos para observar en el trabajo literario que desarrollamos en este momento.
Pudimos además compartir las presentaciones y ponencias de una sustancial y relevante lista de autores locales como fueron: Soledad Soto, Ana María Rueda Castro, Irma Morgado, Anuar Jonguitud, Martha Miranda, Juan Galván Paulin, Ricardo Luqueño y quien esto escribe. Además hubo tiempo de recitales musicales e incluso un rápido taller que algunos de los autores presentes tuvieron casi a escondidas con Galván Paulin, además de la visita inesperada de amigos como la editora Noemí Luna y el joven narrador Moisés Lozada.
Al final de cada día, el jolgorio pertinente, la celebración de lo dicho y lo escuchado, la camaradería y la oportunidad de conocer a los oficiantes más allá de la atribulada intimidad del escritorio de trabajo. Ahora que lo pienso bien, los encuentros de escritores son la otra cara de la moneda; más allá de la soledad del trabajo, la coincidencia con quienes compartimos camino y a quienes admiramos.
miércoles, 24 de julio de 2024
lunes, 22 de julio de 2024
Recorrido cantinero, con "Letras de Pachuca" como guía
El libro "Letras de Pachuca" editado por Los Libros del Sargento tiene varios textos inspirados en las Cantinas del centro de nuestra ciudad, así que junto con los autores recorreremos estos puntos donde nacen las historias.
No tiene costo pero el cupo es limitado, regístrate al 55 3999 1724 y nos vemos el sábado a las 11:45 en el Reloj.
El cartel fue creado por Hector Brauer.
Gracias al impulso del Instituto Municipal para la Cultura de Pachuca
Ese día estarán disponibles tanto los libros como el grabado.
#letrasdepachuca
viernes, 19 de julio de 2024
Más de la mitad de lo que uno es
La tarde del día que murió mi padre, un amigo entrañable al que admiro, Juan Manuel Menes Llaguno, me escribió un profundo mensaje de pésame. En él, me decía, palabras más, palabras menos, que la figura del Padre es más de la mitad de lo que uno es. Lo parafraseo porque hoy no me atrevo a buscar el mensaje original en los impolutos archivos digitales de los mensajes “inbox”. Sin embargo, esa definición de la presencia paterna en la vida de un ser humano me ha acompañado día tras día desde aquel ominoso trece de agosto.
El escritor mexicano Juan Villoro ahonda en la esencia de esta frase. En su más reciente libro “La figura del mundo” hace una radiografía de la relación con su padre, el filósofo mexicano de origen español, Luis Villoro, fallecido en dos mil catorce y figura clave del pensamiento, el análisis y el compromiso político para más de una generación.
Juan, narrador incomparable, ameno y preciso, nos lleva en un viaje cronológico para conocer a su padre; el descubrimiento no es sólo para el lector, lo es para el mismo autor que va explorando en sus recuerdos para ir armando un rompecabezas emotivo que va dando forma al retrato, privado y también público, de un hombre para el que la filosofía no era solamente un oficio, sino una forma de vida.
En esos primeros años, el literato descubre en la mirada del filósofo la figura que tiene el mundo, ese, el inmediato, el que le rodea en la infancia, sino también el otro, el que en la lejanía ira descubriendo a partir de la forma en que su padre le enseñó a desenmarañarlo.
A partir de anécdotas, algunas de ellas contrastadas con el punto de vista de sus hermanos o de su madre, Villoro hijo nos describe las huellas que la presencia de su padre dejó en su formación, pero también nos da cuenta de las ausencias paternas, fueran físicas pero sobre todo emotivas, con que su personalidad y vocación se fue consolidando; porque donde no podía vislumbrar con claridad lo que su padre sentía o pensaba, comenzaba su literatura.
A pesar de que en otros de sus textos Juan Villoro ya había tocado la figura del padre, dejando entrever el entramado íntimo de sus reflexiones, es en este libro donde la disección de los detalles, los comentarios, las actitudes, las filias y las fobias de un padre van dando forma, en imitación o en contraposición, de las aristas del hijo.
Luis Villoro era un hombre callado, solitario, maestro apasionado y un activista social que pudo ver, desde el crepúsculo del siglo XX, lo que la izquierda ha provocado, para bien o para mal, en la política mexicana del primer cuarto del siglo XXI; fue miembro fundador lo mismo de partidos de izquierda que de univeridades y cercano asesor y simpatizante del movimiento zapatista en Chiapas. Supo analizar como pocos el pasado mexicano con la privilegiada posición emotiva de un extranjero pero con la entrega apasionada de un propio.
La descripción del personaje público casa a la perfección con el familiar; su participación social era extensión de su ética personal y resultado de su propia, muy de filósofo, manera de ver el mundo. Esto influencio de muchas maneras al hombre que se convertiría en escritor y que, sin dejar de lado su interés por lo que en México ocurre, examinar también, en sus libros y sus discursos, la manera en que México se ha (des)construido en los años recientes.
Ambos “Villoros” compartieron la pasión por el fútbol, por los libros, por la política, pero sobre todo por el antiguo, y en ocasiones actuales simplificada a un grado epidérmico, arte de analizar la realidad.
La lectura de “La figura del mundo” de Juan Villoro es una deliciosa incursión en la íntima relación que dos hombres, el padre y el hijo, sostuvieron y aún sostienen en el tiempo, más allá de su lazo sanguíneo, unidos por su lazo intelectual.
jueves, 18 de julio de 2024
lunes, 15 de julio de 2024
domingo, 14 de julio de 2024
viernes, 12 de julio de 2024
Daro Soberanes o el hábito de desordenar el futuro
En un par de líneas de su más reciente libro, Juan Villoro opina que “Escribir significa desorganizar sistemáticamente una serie, el alfabeto. Del mismo modo, evocar significa desordenar sistemáticamente el tiempo”; del mismo modo, añadiría yo, la poesía significa desordenar sistemáticamente el futuro.
Sus ojos videntes recorren la cordillera / Ahora, ata sus collares a la manera de una crisálida, / traslúcida y berila.
Daro Soberanes, poeta y ensayista nacido en Ecatepec de Morelos, pero radicado en Hidalgo (entre Tizayuca y Pachuca) desde hace ya suficientes años para considerarlo un autor local, nos presenta su primer poemario titulado “Clarividencia / Libro de versos I”, aparecido bajo el sello Borroughs Editorial, este 2024. En esta ópera prima, el poeta cierra los ojos para, concienzudamente, desordenar el futuro.
Esquirla de un cuerpo, / respira lo que vendrá: (…)
A lo largo de los veintiséis textos que componen este libro, el poeta nos conduce, por las vivencias de propias expuestas a través de personajes (literarios e históricos) quienes extraídos de su contexto se convierten en marionetas poéticas que cobran una nueva identidad en las manos de su titiritero incidental.
Avizoré lascivia, / tus caricias que hieden, decoloradas, / manta de Leviatán.
Los versos, propios del surrealismo que el autor reconoce como principal influencia, requieren del lector un ejercicio profesional de reflexión, son trastocar la capacidad de asombro que cada uno, ciegos también de la realidad, debemos ejercer al adentrarnos en el universo creado por el poeta.
(…) hizo encresparme como una larva que se impresiona por los hermosos paneles de su colmena.
¿Los temas? Aquellos que a la humanidad han dado forma desde su interior; el erotismo y su reflejo, el olvido; la existencia y el reverso de su moneda, la muerte; un ciclo perpetuo que puede adivinarse al momento de vivirse, con el desenfreno divergente del proceso de creación. Dicho lo anterior, la imaginación es el as de una mazo que se ha dispersado sobre una mesa ocupada por dos contrincantes, el adivinador y un escéptico cautivado.
Armónicos timbres de la muerte / en el resuello de los campos y en el amanecer de las uvas.
Pero Daro (como nos referimos a él quienes le conocemos y hemos tenido el placer de ser contertulios de sus charlas y análisis sobre literatura), no se queda en la “profunda superficie” de la musicalidad y las imágenes poéticas bien construidas, asume como un deber la “utilidad” social de quien y lo que se escribe, pues al ponerle punto final a sus líneas el escritor debe levantarse de su silla a transformar el mundo con sus propias manos, al menos la parte del mundo que quepa en ellas.
El elogio no es el privilegio, y se toma como una lisonja. // Es esta forma: la del arquero y la de su arco, sagita. / ¡Y lo sabemos! ¡La variación es idéntica!
Admirador de Alfonso Reyes, Soberanes pertenece a la estirpe de aquellos convencidos que el pensamiento es una virtud, la cual no debe derrocharse y por el contrario, dilatar su polinización es un rasgo de sabiduría. Por esta razón, el poeta Daro ha esperado hasta ahora para compartirnos versos escritos hace un poco más de quince años, iniciando con ello el zurcido de varios poemarios que nos permitirá, en orden cronológico, la materialización de una obra ya urdida, latente y brillante.
La esquiva rama presagia / (La rama oscila) / La irascible hoja en húmeda celosía.
Hemos sido testigos, alrededor del último lustro, de la actividad cultural que Daro Soberanes impulsa en Pachuca y que es eco natural de su quehacer en otros lares de la Ciudad de México y sus suburbios, y que abrevan de la reflexión y el análisis del acto poético. Forma parte de algunos colectivos, entre ellos “El Ojo de Faetón” un círculo que desmenuza, a través de ciclos tesoneros donde invitados exponen un tema sobre literatura y artes; los que han sucedido en Pachuca han refrescado el ambiente intelectual de la ciudad.
En las alturas el viento hace surcos sobre la yerba que / crece de las salientes. / Encima, el color vetusto de la planicie.
“Clarividencia / Libro de versos 1” es apenas el atisbo de un quehacer poético que el autor ha decidido mostrar a la luz y que obtendrá todo su peso artístico al verse completada como la trilogía que el propio poeta ha imaginado para este año que ya hemos abierto en canal. Un libro nada sencillo, pero intensamente honesto, tanto que el autor le añadió un rasgo poco común, un glosario lexical que al final del compendio permitirá al lector confirmar sobre su individual premonición.
Es un hábito que se profiere en cada aliento / y se prolonga cuando el sol clarea.
Es, al fin de cuentas, un hábito que Daro Soberanes ha cultivado a lo largo de su vida, el de avizorar el futuro en cada línea que la mano oculta, en una suerte de bola de cristal que anuncia equívocos que la obscena realidad materializa fuera de la intimidad que este libro nos ofrece, sólo para darnos cuenta de que usar la palabra para trastocar el porvenir es la única manera de afrontarlo.
Sopla la calma / como un reloj sin uso en el bolsillo de un hombre que /descansa en la viña, y que come uvas.