Los libros que definen una época son, usualmente, las historias de amor: Romeo y Julieta, El amor en los tiempos del cólera, Comes borrascosas, Rayuela, Tokio Blues. Pensándolo bien, sin las novelas de desamor.
En "Mañana tendremos otros nombres" Patricio Pron hace una disección crítica de nuestro tiempo con el escalpelo del desamor. En el escenario del mundo, cual inmenso anfiteatro caótico e indiferente, se toma su tiempo en realizar una detallada auscultación al cadáver de una relación amorosa. Su punto de partida es el final de una partida entre dos, un ensayista más o menos exitoso y una arquitecta en ascenso. La batalla contra el olvido y la soledad dejará a ambos tendidos en la lona de un Madrid de mil caretas donde difícilmente volverán a encontrar ser su sitio.
Con un estilo que exige del lector atención y cuidado, Pron esgrima con elegancia una narrativa cargada de detalles y ambientes que van matizando la melancolía que se esparce como grafito radiactivo de un Chernóbil personal e íntimo aunque inofensivo para la bestia impasible de la colectividad.
¿Cómo enfrentar la disolución de una relación donde aparentemente todo marchaba sobre ruedas? ¿Podemos darnos cuenta del momento exacto en que algo se fractura en el puente que dos personas han construido entre ellas? Lo peor de todo es cómo volver a insertados en el fútil juego de volver a conocer personas y establecer, si se es suficientemente osado, un vínculo amoroso en tiempos en que basta un movimiento táctil de desprecio hecho con la yema del dedo sobre la pantalla del móvil; cómo conocer personas en sitios digitales creados para ocultarnos en perfiles de protección y que maquillan al gusto los terribles monstruos que verdaderamente somos y por lo que preferimos estos fulleros mecanismos.
Patricio Pron, argentino de origen pero radicado en España, ha tenido una carrera literaria discreta pero constante que le ha granjeado una pléyade de lectores y seguidores. Precisamente esta característica de "nativo extranjero" le dota de un inciso punto de vista de lo que pasa en su patria adoptiva, encarando las transformaciones que sufre con una estricta benevolencia.
Pero tras la conmovedora historia de dolor se esconden un incisivo punto de vista sobre la forma que los millenials le están dando a su mundo, que al fin de cuentas es el nuestro, con esa despreciable actitud de estar descubriendo todo, como si antes de ellos el mundo hubiese estado en tinieblas para que de pronto ellos, auto establecidos como ridículos Adanes y Evas, tuvieran la misión de descubrir y nombrarlo todo.
El libro va pues de lo apreciablemente recóndito en la mente de los protagonistas a lo estridentemente público en los personajes periféricos, resultando en un trajín deleitable.
El nuevo premio Alfaguara revitaliza un galardón que ha tenido la vocación de apostar por novelas vanguardistas que alumbran nuevas verdad en un ambiente literario moderno que se ha convertido en una especie de autovías vertiginosas y enteramente comerciales. Desde el año pasado, con el premio para el extraordinario trabajo del mexicano Jorge Volpi, "Una novela criminal", ante nuestros ojos aparecen libros que hablan de nuestro tiempo y por lo tanto de nosotros mismos, aunque creamos que no.
Peso cebra
Sólo por mi gusto por los datos y tratando de bocetar un mapa de lectura para más de uno, enlisto aquí los premios Alfaguara de su segunda época: 2019,Mañana tendremos otros nombres de Patricio Pron; 2018, Una novela criminal de Jorge Volpi; 2017, Rendición de Ray Loriga; 2016, La noche de la usina de Eduardo Alfredo Sacheri; 2015, Contigo en la distancia de Carla Guelfenbein; 2014, El mundo de afuera deJorge Franco Ramos; 2013, La invención del amor de José Ovejero; 2012, Una misma noche de Leopoldo Brizuela; 2011, El ruido de las cosas al caer de Juan Gabriel Vásquez; 2010, El arte de la resurrección de Hernán Rivera Letelier; 2009, El viajero del siglo de Andrés Neuman; 2008, Chiquita de Antonio Orlando Rodríguez; 2007, Mira si yo te querré de Luis Leante; 2006, Abril rojo de Santiago Roncagliolo; 2005, El turno del escriba de Ema Wolf y El turno del escriba de Graciela Montes; 2004, Delirio de Laura Restrepo; 2003, Diablo Guardián de Xavier Velasco; 2002, El vuelo de la reina de Tomás Eloy Martínez; 2001, La piel del cielo de Elena Poniatowska; 2000, Últimas noticias del paraíso de Clara Sánchez; 1999, Son de mar de Manuel Vicent; 1998, Margarita, está linda la mar de Sergio Ramírez y Caracol beach de Eliseo Alberto.