En una de esas
mañanas frías de diciembre y previas a la Navidad, encontré a mi hijo Emilio
(me gusta llamarlo por su nombre, aunque “hijo” es el único, pues el benjamín
es en realidad “benjamina”), decía que encontré al preadolescente apoltronado
en mi sillón de la sala (donde acostumbro sentarme a leer) y con mi postura
–pierna cruzada, mano sobre la frente, cejo fruncido para disimular el placer–,
leyendo. La imagen me sobresalto, más allá del orgullo y la sensación de
mirarme a mí mismo a su edad, la pregunta de qué había hecho yo para
convencerlo de ser lector ocupó mis pensamientos mientras me perdía sigiloso
por el pasillo para no interrumpirlo.
¿La lectura se
contagia con el ejemplo? ¿Por imitación, viendo a los padres leer? ¿Por
osmosis, dejándole a nuestro hijos libros bajo la almohada por las noches? ¿Por
accidente, dejando libros por toda la casa incluyendo la regadera para que en
algún momento choque con ellos? Tal vez. Pero no solamente eso. También
acercándoles libros que sean de su interés, que despierten en ellos la
curiosidad, pero sobre todo, que les confirmen que dentro de las páginas de un
libro suceden cosas tanto o más interesantes que las que muestran las pantallas
de los televisores y las computadoras.
De ahí radica la
importancia de la literatura escrita para niños, y jóvenes por supuesto,
dedicación que aparentemente asusta a muchos autores que rara vez, o casi
nunca, escriben algo para los pequeños grandes lectores. Entre los escritores
hidalguenses no sucede tanto así, varios de los colegas han dedicado páginas
enteras a niños y jóvenes, pienso ahora en Toño Zambrano, Agustín Cadena o
Jorge Antonio García Pérez, quien publicó en el 2013 un maravilloso libro para
niños titulado “El Circo Titiripulga”.
Jorge Antonio
García Pérez ha demostrado su versatilidad a la hora de escribir. Lo mismo ha
publicado dramaturgia, poesía y cuento. Además de su dedicación a la enseñanza
y la promoción cultural, su trabajo como narrador oral le ha permitido
trascender fronteras, incluso radiofónicas. Es tal vez ahí, en la narración
oral, donde Jorge Antonio decidió enfrentarse, desde la trinchera de la página
y no solamente desde el escenario, al publico más exigente: el infantil.
“El Circo Titiripulga”
narra las peripecias de una familia de pulgas que deben dejar el calor del
pelambre de Brunilda, una perrita que había sido su hogar por algún tiempo,
para emigrar en busca de nuevos horizontes. Tras una breve escala en una sala
de cine, llegan al municipio de Progreso de Obregón, en Hidalgo claro, donde se
aventuran al trabajo en un circo. La historia, narrada con agilidad y humor,
reconoce también el valor de la familia como motor y refugio de los buenos y
malos momentos. Esta última característica dota al libro de un halo pocas veces
encontrado con acierto en la literatura: el fomento de valores. Y no es que la
literatura en sí tenga la responsabilidad de formar o consolidar los valores de
quien la lee, no, pero si la literatura utiliza la vida como materia prima, no
es raro que reflejé también aquella cosas que los seres humanos nos ocupamos de
construir y preservar.
El libro fue
publicado por Cofradía de Coyotes en coedición del Instituto Mexiquense de
Cultura. La edición, propiamente pensada para pertenecer, nos llama la vista
con una portada a todo color; propiamente pensada para atrapar la mirada y dar
vuelo a la imaginación, sus interiores están diseñados con grandes
ilustraciones prestas para ser iluminadas a gusto de cada lector, quien además
encontrará en la página 5 un certificado de propiedad del ejemplar (excelente
manera de generar un sentido de pertenencia en los peques); es un libro pues,
pensado como herramienta para la creación de lectores y es en éste hecho, donde
radica su mayor valor.
Aunque este no es
el único libro que García Pérez a escrito para niños, si es el que mejor
representa su experimentación en este, que es considerado ya, un nuevo género
literario, donde incluso, él mismo se convierte en personaje.
“El Circo
Titiripulga” de Jorge Antonio García Pérez, una suerte de novela corta para
niños, es perfecta puerta de entrada a la literatura en general, no solo a la
que se escribe en nuestro estado, y es un muy buen regalo para dar, por
ejemplo, mañana, que será Día del niño.
Publicado en El Sol de Hidalgo, el miércoles 29 de abril de 2015.
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