Este año que amargamente va llegando al
quito mes, será recordado por la muerte
de uno de los historietistas más importantes de nuestro país y orgullosamente
hidalguense: Sixto Valencia Burgos, quién murió a los 81 años de edad el día de
ayer en la ciudad de México. Curiosa, aunque dolorosamente, su fallecimiento
sucede en el año del centenario del otro gran historietista hidalguense, don
Gabriel Vargas.
Dibujante versátil, lo mismo abordó la
historieta histórica que la humorística. Delineó una veintena de títulos
gráficos entre los que se encuentran: “El libro único”, “Criollo el caballo
invencible”, El látigo negro”, “El charro de oro”, “Biografías selectas”, “La
serpiente desplumada” y “El caballero de la mesa cuadrada”.
Sixto nació en Villa de Tezontepec el 28
de marzo de 1934. Fue ahí, en esos campos agrícolas donde dio rienda suelta a
su espíritu creador, comenzado a dibujar en maderos y pecas de maguey, era
apenas un niño. Cuando creció un poco más y tuvo edad para poner los ojos en el
horizonte, se trasladó a la ciudad de México para estudiar en la prestigiada
Academia de San Carlos, no sin que esto le significara un gran sacrificio a su
familia.
A los 17 años encontró su primera
oportunidad para dibujar en un diario de la Capital. Más tarde, comenzó a darle
vida a través de su lápiz a “Cliperton”, su primera obra completa, una
publicación de más de 320 páginas que le había encargado la Unión de
Linotipistas de la República Mexicana, corría ya el año de 1958.
En 1959 conoció a Yolanda Vargas Dulcé, para
quien dibujaría 3 años después, en el 62, “Milagros de Cristo”, primera
historieta en la que ambos creadores comenzarían una fructífera relación
creativa.
Al año siguiente, en 1963, doña Yolanda
le propone dar vida gráfica a un personaje que rondaba su mente: Memín Pinguín.
Fue así que Sixto daría forma y color a su más grande creación, considerándolo
el padre de uno de los personajes más representativos no sólo de la historieta
mexicana sino de la cultura nacional en su conjunto.
Aunque la mancuerna Vargas y Valencia
continúo trabajando por muchos años más, fue Memín Pinguín el más importante de
sus éxitos, siendo una historieta que incluso trascendió fronteras,
publicándose en Colombia, Perú, Bolivia, Irán, Italia, Estados Unidos, Japón y
Filipinas.
Cuando Memín llegó a los cincuenta años,
Sixto dijo de él: “(…) es cómo mi hijo, yo le di forma, lo vestí, le di
personalidad y un lenguaje propio, y eso es lo que al público le gustó y ha
gustado”.
Su trabajo nunca cesó y en la década de
los 90’s fue director de la revista Mad- México, publicación especializada en
el “comic” de talla internacional. Su trayectoria fue reconocida por el
Gobierno del Estado de Hidalgo a través del
CECULTAH otorgándole en el 2013 el Premio al Mérito Artístico.
El año pasado recibió un homenaje en la
FIL de Guadalajara, donde recibió el premio “La Catrina”, que le fue otorgado
durante el Encuentro Internacional de Caricatura e Historieta; en aquellos días
de finales de 2014, se veía contento, siempre sonriente y con su sombrero
característico; refirió el deseo de no ser sorprendido por la muerte pues
estaba deseo de continuar con algunos proyectos que le ocupaban, ella, la
catrina, la huesuda, fría e indiferente no le cumplió el capricho.
Hace apenas mes y medio, durante la Feria
del Palacio de Minería, el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de
Hidalgo, presentó el volumen “Sixto Valencia, una vida entre viñetas”, una
suerte de biografía ilustrada de Luis Gantus y Melina Gatto, donde el lector
puede recorrer la vida, poco conocida, de uno de los artistas más destacados de
Hidalgo.
Recuerdo ahora, al ir terminando estas
líneas, la última vez que charlé con Sixto, en el lobby de un hotel hace un
poco más de diez años; una entrevista mal lograda porque nos dedicamos al
cotorreo y no a registrar en la grabadora las preguntas y las respuestas, así
era siempre con él, una charla amena y profundamente interesante, hablando
siempre de las anécdotas que rodearon sus creaciones.
Frente a la prensa internacional dijo
alguna vez: “Espero ser recordado como un dibujante que brindó su arte para el
sano entretenimiento de las familias y que dejó un legado cultural e México”.
Sin duda lo recordaremos así, pero también como un hombre afable, integro, que
siempre ejerció su profesión de dibujante, combatiendo al mismo tiempo porque
se respetara el quehacer del historietista.
Descanse en Paz don Sixto Valencia
Burgos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario