Pardeaba la
tarde, bañando suavemente la plaza de Coyoacán, mientras yo le preguntaba, con
cierta febrilidad al poeta Eduardo Hurtado: “¿Por qué la poesía siempre está
relacionada con el amor?”. Él, dejó con serenidad la taza sobre el plato
después de haber tomado un sorbo de café: “Tal vez porque el acto poético es lo
más parecido al acto amoroso”. Esta máxima resume la respuesta que muchos
poetas a lo largo de la historia han encontrado a la misma pregunta: Es el amor
lo que nutre a la poesía. Parafraseando a Mario Benedetti, todos los poemas son
de amor, no importa si hablan de exilio o de política, siempre son de amor.
Propia de esta
tradición irrumpe en la escena literaria hidalguense una joven poeta, América
Femat, con un primer libro, ”Inexorable”; un poemario íntimo, de un erotismo
sutil pero desbordante. En sus páginas conviven distintos matices de una misma
voz, la de una poeta que ha descubierto la poesía como único e inevitable
camino para la redención, por el cual se emprende un viaje, que se sabe, no
tiene retorno.
El poeta cambia el sentido de las palabras. /El
tiempo no pasa inexorable /de paladar y poema.
Veintiún textos
que, cual diario de viaje, son resultado de la exploración que la autora ha
hecho por la acción poética, usándola para describir estadías de gracia que
permiten el desarrollo de un poema que se ha pensado desde hace tiempo, que se
ha rumiado en el silencio o la soledad de lo cotidiano; existe una pléyade de
poetas que creen que el primer verso lo dictan los dioses, pero es un acto
deliberadamente humano el continuarlo hasta el final, acto que requiere de
muchas horas de trabajo escritural.
Acostumbrados a
la idea arcaica de que es el poeta (el héroe), varón, el que requiere de una
musa (en el mejor de los casos) para convertirla en el objeto de su poesía, en
la chispa detonante de los versos y a la vez, en el destino final de la existencia
de estos; nos vemos sorprendidos, apabullados de la determinación con que ésta
musa se ha levantado en armas y ha tomado la espada de la palabra para salvar
al héroe (que tal vez no es poeta, no importa) envolviéndolo con el amor que le
profesa, en versos, afilados pero suaves, rescribiendo una mitología que cada
vez nos sonaba más a cuento de hadas.
Mi héroe se arroja tierno /al cansancio dormitante
/respira quedo, murmura fuerte. /Levedad del sueño que protejo.
Encontramos
poemas de una candidez brillante, pulcra, sin falsas pretensiones:
Papel y letras se escapan, /se pronuncian libres
/encendiéndose igual que luciérnagas en
el aliento de lechosa espuma, /arden crepitantes en un rugir tierno.
En ellos resalta
la emoción de quien comienza a nombrar las cosas que lo rodean, con ese
lenguaje propio de los poetas, a veces abigarrado pero siempre preciso,
mostrándonos a una autora convencida del poder mágico de sus palabras.
Sin embargo, se
nota el transcurso, el devenir que la poeta ha tenido en su búsqueda, dejando
poemas como un rastro que estremece, que hace sonrojar al más taimado; es pues
una poesía que toca, que seduce, que transforma:
Hiedra, asedias pacífica, clara, tierna, /desde
el centro de mi ombligo. //Tus raíces extiendes en mis caderas, /me sumerges
noctámbula, precisa. //No te apartas y te respiro hondo. //Exhalo en la orilla
de tu superficie /para ahogar un orgasmo.
Detrás de ella,
susurrándole al oído, están los espíritus de poetas que le recuerdan que no
puede renunciar a su destino en la poesía: Octavio Paz, Alejandra Pizarnik,
Rosario Castellanos, Robert Graves; quienes han forjado los surcos por donde se
alimenta de tinta la pluma de Femat.
Tu lengua /desliza /espejos líquidos /habla,
/musita, /pulsa, /anguila /juguetona.
Dice un personaje
del filme Four Weddings and a Funeral:
“Que al llegar a la vejez, tengamos el orgullo de decir: Alguna vez fui
adorado.” El héroe de “Inexorable” sin duda podrá hacerlo.
El libro fue
editado por Ablucionistas Press con el apoyo del Ayuntamiento de Tizayuca,
logran así mostrar que las independientes son una magnífica oportunidad de
conocer nuevos autores, emergentes como les llaman ahora, quienes conforman las
filas de la nueva poesía mexicana.
Este poemario es
una deuda que la autora tenía, sin saberlo, con sus lectores –latentes e
ignaros de sus hechizos–; con el pago de ella América Femat ocupa un lugar en
el ya amplio espectro poético de Hidalgo y en la lista de mujeres que a través
de la literatura aman y viven con plenitud.
El alfabeto es pequeño para una estela /de tres
puntas que me persigue donde existo.
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