¿Qué es el olvido? Jorge Luís Borges lo describió así: “Yo no hablo
de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único
perdón”. Es precisamente de ello, de
venganza y de perdón, de lo que habla “Marcha y Olvido”, primer poemario de Xiko
Jaén, poeta originario del corazón mismo del Valle del Mezquital.
El libro está conformado por 16 poemas ordenados para describir,
como quien describe con la mano una elipsis en el aire, un transcurso, una
travesía de vida, la vida misma que inicia y termina haciendo florecer los
recuerdos en la memoria; el libro comienza “Nací entre…”, termina “…me
extingo.” Entre esas dos frases el poeta nos narra, si esto fuese posible con
un género no narrativo como es la poesía, un universo propio del Valle, con
imágenes cargadas de la magnificencia de la naturaleza, madre y padre de
hombres que reconocen en su piel el color de la tierra, en su corazón el aleteo
del cenzontle, en sus rostros el olor del viento. Una oportunidad perfecta para
que el poeta nos narré cómo es que sus ojos han visto el mundo que lo ha
rodeado y cómo su corazón se identifica con todo ello: el desierto, las pencas,
los cardones.
En el prólogo del libro, el Dr. Luis Armando Aguilar Sahagún refiere:
“La poesía de Xico Jaén es fundamentalmente invocativa. Más cercana al
canto y al salmo que al verso; más atento a su interlocutor directo que a la
forma expresiva. Es, al mismo tiempo, biográfica, histórica y paisajista. Es
una voz del pueblo.”
Cundo Xico hace suya la voz del pueblo, la usa para decir en
español lo que siente en hñahñu, permitiendo que otros, los ajenos, nos
asombremos con la belleza de lo descrito, se encuentre alrededor o en el
interior del poeta: el amor, el ixtle, la esperanza, el huizache
En uno de los textos de la cuarta de forros, el escritor y promotor
cultura Alberto Avilés nos alerta sobre el intimismo del libro: “Jaén, poeta de
extraña delicadeza, canta con una voz inusitada; nueva; lengua con la que habla
el monte, nos dice. Canta con ojos que miran hacia dentro. Traspira cada
palabra y la vuelve lluvia, es un sol lleno de fiesta. Sabe desentrañar del
malacate los prodigios de la tierra. La metáfora, la imagen y el gran amor por
su tierra logran imprimirle fuerza y elegancia a su poesía.”
Sentado en el horizonte de
este Valle, /no estoy solo. /El hombre y la mujer expulsados /del lejano
paraíso, están conmigo; /juntos, en mí, tomamos el pulque suave(…)
Y es también ahí, en la contraportada del libro, donde el también escritor
Carlos Santibañez nos describe al poeta que refleja la poesía; “Para el poeta
Xico Jaen, partir es otra forma de decir que amanece y se desdobla la
mañana con la última quimera de la noche. Dar, al partir, una mirada al cielo
que se sabe tramado entre años perdidos. Sudar lo que suda el testigo, que es
savia de hombre en desamparo (…)”
Pero el detonante escondido en la belleza es el dolor, el dolor que
el poeta siente por el padre perdido, descubrimos entonces que la “marcha” es
la que ha iniciado el padre para no volver, una marcha interminable que condena
al olvido al que se ha ido y a aquellos que se han quedado esperándole:
Apura que vengas, aquí,
solo para ahuyentar esta espera vana que se alarga cuando me asomo perdido en
la vereda buscando tus pasos.
Jaén cobra venganza a través de la palabra, condena los recuerdos al
olvido y acompaña la marcha del padre con él, con el olvido donde cada tanto
arroja otras ausencias –la de la propia madre, la del propio pueblo al que se
pertenece, la de sí mismo–, nombrando lo que duele.
Soy un hombre, /últimamente
tan extraño, /colgado en delgada línea de lo vulnerable; /suspiro, me desplomo
(…)
Pero también perdona, el poeta nombra y perdona, exorciza las
fantasmas, encuentra sosiego convirtiendo el dolor en versos; olvidando, todo
lo deja ahí, inmóvil, en el recuerdo:
Canto mío, /me ortigas el
corazón, /no me azoras; /trepidas de a poco en mis adentros.
“Marcha y Olvido”, publicado en los últimos días del 2014 por la
independiente alb@tros PRESS, se convertirá en un referente de la poesía que se
escribe en este siglo ya entrado en años, y a Xiko Jaén, en una voz
esencial para conocer la poesía que se escribe en el Valle del Mezquital, uno
de los muchos lugares de este país, en los que se creía que no había literatura
escrita, pero que sin embargo aparece batiente.
Xico en lengua hñahñu quiere decir “pájaro azul” y vuela con
una poesía de poderosas imágenes, vestidas de un uso preciso del lenguaje,
conjugando en él expresiones propias de su tradición lingüística. Vuelven a
escucharse versos de Borges: “La vieja mano sigue trazando versos para el
olvido”. Es con esa vieja mano con la que canta Xiko Jaén.
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