La Biblioteca Central del Estado
de Hidalgo Ricardo Garibay, dentro de su programa “Temas y autores hidalguenses
en el FOEH”, ofrecerá la charla “La inundación de Pachuca de 1949”, que será
impartida por el periodista Hugo David Pérez Ángeles. La cita es este miércoles
22 de junio, en punto de las 17:00 horas, en el Fondo Hidalgo.
El objetivo de esta ponencia es exponer
algunos objetos representativos de la inundación de 1949. Además, se comentarán
algunas historias de sobrevivientes, y se mostrarán fotografías de la época,
junto con diarios y revistas que cubrieron periodísticamente el suceso.
Se trata de una excelente
oportunidad para que los interesados en la historia de la capital hidalguense
conozcan más acerca de este suceso trágico.
El 24 de junio de 1949 se conmemora
una de las mayores tragedias de la ciudad de Pachuca, pues a causa de una
lluvia torrencial causó un torrente que surgió desde el norte de la ciudad, y
dicho caudal sobrepasó el cauce del río, arrastrando lodo, árboles, piedras y
toda clase de objetos que encontró a su paso.
El cronista del estado Juan
Manuel Menes Llaguno recordó en un escrito que “fueron suficientes unos cuantos
minutos para que se formara una especie de dique debajo del mercado entonces
Benito Juárez, lo que ocasionó que el agua buscara un sitio para continuar su
carrera; el reblandecimiento y posterior derrumbe de la barda del que fuera el
segundo Palacio de Gobierno, entonces comandancia de Policía, edificio ubicado
en la calle de Venustiano Carranza, fue el sitio que el torrente encontró para
continuar su cauce. En aquel edificio se encontraban las galeras de la policía,
donde se recluían tanto a los presos que cumplían faltas administrativas, como
a los que esperaban la posible consignación por parte del Ministerio Público
ante un juez y fueron ellos las primeras víctimas de la catástrofe. El agua
saltó a la calle de Venustiano Carranza, derribando gran parte de la fachada de
la inspección de policía y el cauce fuera de madre, se precipitó
fundamentalmente por el jardín de La Constitución, donde arrolló a los puestos
que existían en el portal y continuó a ritmo vertiginoso por aquella arteria.
”Poco más adelante, a la altura
de la calle de Mina, donde la arteria hace un requiebre, el agua se estrelló
contra las casas allí ubicadas, alcanzando una elevación de poco más de 3
metros, marca que quedó señalada en la fachada de aquellas viviendas, la que
aún podía observarse una década después, el torrente continuó arrastrando los
diversos objetos que fue recogiendo a su paso, a los que ya entonces se sumaron
decenas de cadáveres, todo concluyó en el Parque Hidalgo, donde la masa lodosa
depositó todo cuanto arrastró.”
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