Sin nombre
Una pesadilla te asalta con frecuencia:
llega un hombre herido, por la noche,
a tu casa
-situas el agujero en el pecho, a la izquierda...
Su sangre al brotar mancha
tu puerta, al apoyarse,
casi desvaneciéndose...
Quiere que le dejes entrar.
Es como el alma de un amante
muerto y resucitado
hambriento aún
sólo que no está muerto. Y aunque el vello en tus brazos
se eriza y un aire frío
que de él proviene
cruza tu umbral,
no has visto a nadie más vivo que él
cuando te toca, apenas roza tu mano
con la izquierda suya, su mano limpia,
y un "por favor" susurra,
en cualquier idioma...
Tú no eres médico ni nada parecido.
Has llevado una vida normal,
lo que un observador llamaría "sin tacha".
Detrás, en la mesa,
hay un cuenco con fruta,
una silla, un cuchillo,
un plato con pan...
Es primavera, y el viento de la noche
huele, húmedo, a marga removida
y a flores tempranas.
La luna irradia su belleza
que como belleza ves al fin,
tan cálida y ofreciéndolo todo.
... Sólo hay que tomarlo.
Oyes ladrar perros distantes.
La puerta está entreabierta
o entrecerrada:
así permanece y tú no puedes despertar.
Carta a Perséfone
Escribo esta carta, yo, Perséfone,
a las madres zurdas
con sus mantones de flecos negros
y delantales de flores
de los años cuarenta,
con sus zapatillas rosas,
las uñas lacadas de rojo y los nudillos
débiles
que tocaron el piano alguna vez...
Sé de vuestras plantas domésticas
que se marchitaban,
de vuestros muslos gordos
que apretábais con cintas, hendidos
por la mitad
y sé
de las batallas de mutilados
que llamabais sexo,
bajo sábanas de hospital
de las que nunca se habló...
Sé de vuestras propias madres
inválidas, de vuestro aburrimiento
y el brillo enfurecido del parquet,
sé de vuestros padres,
que hubiesen querido hijos varones,
hijos que vuestros cuerpos al fin pronunciarían,
estas palabras
previsibles, estos
tartamudeos de la carne...
De Interlunar (1984)
Versiones de Amparo Arróspide (España)
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