Entre las pocas alegrías que da la modernidad esta la inmensa posibilidad de la ubicuidad. Estar en dos lugares distintos -separados por cientos, en ocasiones miles, de kilómetros-, al mismo tiempo es ya una realidad. Esta suerte de prestidigitación fue magistralmente ejecutada por la poeta, ensayista, novelista y ahora cuentista Carmen Boullosa, quien presentó en Pachuca, desde la comodidad de su casa de Nueva York (y a razón de un par de discos lumbares que le dan lata), su más reciente libro de relatos titulado El fantasma y el poeta. El libro editado por Sexto Piso, se compone de 15 narraciones en las que la escritora mexicana, a quien el diario español El País ha denominado como "un combinado entre W. G. Sebald y Gabriel García Márquez", nos involucra como mirones indiscretos dentro de las páginas de un diario intimo en el que se plasman las historias que le acontecen día con día. En estos cuentos el humor y la nostalgia por el mundo hispanohablante están de manifiesto, a la par de los puentes culturales que Carmen establece para construir desde la realidad una ficción que difícilmente se puede diferenciar de ella.
Están pues ahí Rubén Darío negando tres copas en la misma ciudad donde ella, la narradora, se corta el pelo; el mismísimo diablo contándonos la verdadera historia de un Pinochet escondido tras decenas de operaciones estéticas y descansando placidamente (y por supuesto impunemente) en las playas de Miami; y que decir del verdadero amor de Romeo desenmascarando a la tal Julieta que resulto ser una mosquita muerta.
Sin bien es cierto, el que Carmen Boullosa hubiera estado por web cam nos impidió el contacto humano con la autora. Ella, sabedora de la ofensa cometido para los que creemos que la amistad establecida entre los escritores y sus lectores es una de las más intimas, nos compensó pidiéndole a su hija, la actriz María Aura, que asistiera para leer uno de los cuentos. María, un ser celestial que con su brillo nunca dejo que la noche que caía ocupara con oscuridad la biblioteca Garibay; no solamente nos compartió el cuento Santa Teresa visita el Beth Israel sino que además nos convido de su talento histriónico aderezando la narración con la voz del negro confundido con el demonio, las enfermeras filipinas que no paran de cuchichear y la misma Santa Teresa pidiendo a gritos agua bendita. Velada por demás inolvidable; María por demás hermosa.
La lectura de El fantasma y el poeta de Carmen Boullosa resulta más que recomendable por su grato sentido de que la literatura puede ser también un vehiculo para el esparcimiento no solamente para la cultura; y obligada para quienes desean saber como es que la literatura mexicana se va desdibujando en este siglo.
Están pues ahí Rubén Darío negando tres copas en la misma ciudad donde ella, la narradora, se corta el pelo; el mismísimo diablo contándonos la verdadera historia de un Pinochet escondido tras decenas de operaciones estéticas y descansando placidamente (y por supuesto impunemente) en las playas de Miami; y que decir del verdadero amor de Romeo desenmascarando a la tal Julieta que resulto ser una mosquita muerta.
Sin bien es cierto, el que Carmen Boullosa hubiera estado por web cam nos impidió el contacto humano con la autora. Ella, sabedora de la ofensa cometido para los que creemos que la amistad establecida entre los escritores y sus lectores es una de las más intimas, nos compensó pidiéndole a su hija, la actriz María Aura, que asistiera para leer uno de los cuentos. María, un ser celestial que con su brillo nunca dejo que la noche que caía ocupara con oscuridad la biblioteca Garibay; no solamente nos compartió el cuento Santa Teresa visita el Beth Israel sino que además nos convido de su talento histriónico aderezando la narración con la voz del negro confundido con el demonio, las enfermeras filipinas que no paran de cuchichear y la misma Santa Teresa pidiendo a gritos agua bendita. Velada por demás inolvidable; María por demás hermosa.
La lectura de El fantasma y el poeta de Carmen Boullosa resulta más que recomendable por su grato sentido de que la literatura puede ser también un vehiculo para el esparcimiento no solamente para la cultura; y obligada para quienes desean saber como es que la literatura mexicana se va desdibujando en este siglo.
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