Explicarnos el
mundo, vaya empresa. Sin embargo esta obsesión del hombre ha dado frutos
inesperados, desde magnificas historias tradicionales, hasta el Acelerador de
partículas (la mal llamada “Máquina de Dios).
El origen de todo
son los mitos y la leyendas, relatos que van de una generación a otra a través
de la oralidad; nacen de manera espontánea aunque basadas en una incógnita, son
una expresión colectiva que provee identidad.
Por un lado la
leyenda; relato maravilloso que en ocasiones encuentra su origen en un hecho
histórico que se va enriqueciendo a través del tiempo con diversos elementos
fantásticos. Muchos la consideran una “producción literaria colectiva”, y sobre
ella se va generando diferentes versiones las cuales responden a una región o
unas costumbres específicas.; son pues, su resultado.
Caso diferente es
el mito; narra con claridad una historia estrechamente relacionada con lo
religioso, sus elementos son alegorías de una fuerza superior, creadora y mágica
que sustenta la tradición que lo genera, convirtiéndose en una gran influencia
para sostener las costumbres de una sociedad.
Aun cuando no son
lo mismo, leyendas y mitos son complementarios a una tradición oral que va
superviviendo de generación en generación gracias al interés que los hijos
tienen por escucharla de boca de los mayores.
En esto se basa
el libro “Leyendas y mitos de Tula, Tlahuelilpan, Tepetitlán y Tezontepec” de
Hugo Santiago Sánchez. El libro aparecido apenas en el pasado mes de enero ha llegado
ya a una segunda edición, gracias a que en él se encierra ese buscar una
explicación al origen, no solo del mundo, sino también de nuestros temores y
nuestros anhelos.
Publicado por
Editorial La Neta, el libro recopila las historias escuchadas por el autor en
su trajín como periodista local. Esas narraciones que de vez en vez la gente le
compartía, sembraron en Hugo el deseo, por un lado de conocer más a fondo
–encontrando en ocasiones variantes de un mismo relato– y por otro, el de
llevarlas al siguiente nivel en la escala de trascendencia: un libro.
El autor logró
compilar un total de 37 leyendas y mitos, ordenadas de la siguiente manera. Del
municipio de Tula de Allende, veinte relatos: “El Descubrimiento del Pulque”,
“Se lo Llevó La Bruja”, “Se Convirtieron en Piedra”, “La Virgen de
Michimaloya”, “La Cama de Piedra”, “El Ánima de la Curva”, “La Dama de la
Bata”, “El Hombre del Fusil”, “Los Robachicos”, “Un Tesoro en Bomintzhá”, “Los Envenenadores”, “El Origen del Mundo y la Fundación de Tula”,
“Las Enseñanzas de Quetzalcóatl”, “Las Leyendas de Huémac”, “Una Guerra por
unas Caderas”, “Los Atlantes, ¿Son Extraterrestres?”, “OVNI´s en la Zona Arqueológica”,
“La Campana y La Gallina”, “El Cerro de El Tesoro” y ““El Perro del Puente
Colgante”. De Tepetitlán, seis; “El Señor de Las Tres Caídas”, “Una Casa
Embrujada”, “El Novio de La Llorona”, “Las Brujas de Tepetitlán”, “La Víbora
del Sabino” y “La Gran Culebra de San Pedro”. Cinco del municipio de Tezontepec
de Aldama: “Una Fiesta Inolvidable”, “Ayer se Murió”, “Doña Angelita y Los
Lagartijos”, “Los Túneles del Jicuco” y “Ricos Postres”. Y cuatro del municipio
de Tlahuelilpan: “El Camino Maldito”, “Los Duendes del Río Salado”, “El
Chupacabras” y “El Ánima de la Ex hacienda”.
Desde el estilo
de la crónica, Hugo Santiago Sánchez busca reproducir las voces de la región,
rescatando expresiones muy coloquiales, las cuales nos envuelven en la
curiosidad, el sobresalto y el regocijo de las que están construidos cada mito,
cada leyenda.
El volumen, sin
falsas pretensiones, consigue su cometido, el de ser un vehículo para que
propios y extraños se regocijen con la cosmogonía de una región con un pasado
milenario y una intensión de mirar hacia adelante en todo momento. ES el
resultado pues de la sabiduría popular, con su diversidad de sonidos, colores,
puntos de vista, pero inagotable siempre; tanto así que el autora ya reúne el
material para un segundo volumen, el cual pronto estará circulando.
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