Emiliano Páramo
Mi biografía auditiva está llena de sonidos y texturas de todos lados; creo que al igual que muchos, desde mi infancia ya me había inscrito en lo que hace poco algunos llamaron la generación iPod: locos hambrientos de música que llenaron sus dispositivos con una avalancha multivocal de géneros y latitudes. En mi caso, cuando me preguntan qué escucho, digo la verdad al contar que oigo de todo. Claro que en cada época de mi vida, ha habido por lo menos 2 caminos favoritos para mis oídos y mi corazón. Hacia el final de la primaria, mis gregarios tíos llenaron mi apetito musical con discos donde sonaba lo mejor del folclor andino. Tal vez por eso, conocer a Miguel Ángel Luján, representa uno de los más significativos encuentros que en la escena artística me ha tocado vivir.
Lo escuché tocar por primera vez con el grupo “Runakay”, un extraordinario ensamble que acompañara en esa ocasión a “Kantuta de Bolivia”, la compañía de folclor boliviano que visitara nuestro estado en repetidas ocasiones, como parte del programa del Festival Internacional de Folclor de Hidalgo, que organiza el CIOFF de la UNESCO y dirige Alejandro Camacho.
Miguel Luján en un virtuoso de los instrumentos andinos; he disfrutado mucho la maestría que en los alientos, las cuerdas y percusiones sudamericanas ejecuta. No recuerdo haber oído mejor interpretación en vivo del “Estudio para Charango” de Mauro Núñez: las manos del maestro Luján surcan como liebres en brama, los surcos del instrumento donde, desde hace siglos, los indios de las alturas del sur, sembraron su manera de descifrar lo que sus sentidos asombrados recogieron al pasar la vida.
Miguel Ángel Luján nació un 11 de Septiembre de 1971, creció con una gran influencia musical por parte de su familia integrada por diez hermanos. Su padre, Don Eduardo Luján Sandoval, le enseña los primeros acordes de guitarra, al igual que a sus hermanos mayores: Pedro Eduardo y José Luis. La influencia del canto le vino por parte de su madre, Doña Guadalupe López.
Tomó clases de guitarra clásica en la Escuela de Iniciación Artística No. 1 de Bellas Artes, pero pronto decide tomar rumbo de manera autodidacta, para dirigirse a los horizontes trazados por instrumentos de las tierras del sur, investigando por su propia cuenta, la técnica y ejecución de las quenas y zampoñas, y formando un grupo con sus hermanos y amigos que compartían los mismos gustos; debutando como alientísta en el grupo “Ancestro” (1988), con el que recorre diversos estados de la República Mexicana.
Al paso de los años es invitado a participar en agrupaciones como “Solimana del Perú” (1992), “Grupo Runakay” (1994) y “Grupo Latitudes (1997). Más tarde integra el grupo “Divagaciones” (2000) donde se desarrolla como multiinstrumentista de este proyecto enfocado a fusionar géneros musicales y ritmos del mundo, sin perder las texturas latinoamericanas.
Viaja a Bolivia en los años 2005, 2006 y 2007, para perfeccionar sus conocimientos de los instrumentos de aquél país hermano. En esos viajes, tiene la gran oportunidad de conocer y convivir con distinguidos y respetados músicos de aquellas tierras, que le comparten la sabiduría de su folklor ancestral.
Dentro de las múltiples participaciones especiales del maestro Luján, destaca la que tuviera con la entrañable y recordada agrupación chilena “Illapu”, con la que ofreciera conciertos en Israel, España, Estados Unidos, Colombia, Perú, Chile y México durante varios meses del año 2005. En el 2011, es invitado a participar con el Coro del Palacio de Bellas Artes, en la obra “La Navidad Nuestra”, del fallecido compositor argentino Ariel Ramírez, en su primera interpretación en México.
En su contante búsqueda por avezar con otros géneros, su más reciente trabajo es la colaboración que ha tenido con el talentoso músico y compositor Orión Barajas (Orión Belt), donde experimenta la fusión de estilos como el rock, flamenco, jazz y la conjugación sonora de instrumentos electroacústicos.
De Miguel Ángel Lujan, Orion Belt ha dicho: …difícil de seguir y de igualar, multiinstrumentista incansable, idealista y contundente en sus conceptos; llena la escena musical de frescura y espontaneidad, al mismo tiempo que la engalana con profesionalismo y calidad humana.
El Maestro, es de esos imprescindibles que tocados por la mano de los dioses, provocan desde la música, razones para celebrar los privilegios del oído.
Jamädi…
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