Recuerdo la frustración que me provocaba acompañar a mi padre a cambiar sus vales de libros en las librerías del Instituto Politécnico Nacional. Él, mi padre, politécnico orgulloso, llevaba a sus vástagos, mi hermano y yo, a que saliéramos de aquella compra con al menos un par de libros entre las manos, lo que no sucedía casi nunca. La visita a aquellas librerías no nos gustaba en absoluto pues los anaqueles estaban tapizados de libros que escupían en sus títulos palabras como: Marx, Lenin, Socialismo, Macroeconomía, Medicina, Ingeniería, Resistencia de materiales, Industria, etc; todas ellas lejanas abismalmente de, al menos, mis intereses.
Sin embargo, en alguna de aquellas visitas a cambiar los famosos vales de libros, fui recorriendo como siempre los anaqueles y libreros buscando que un milagro convertido en libro de narrativa o de poesía, apareciera en ellos. Y aquel día al fin sucedió. Agazapado tras los libros de mecánica de suelos, estaba un libro de un tal Guillermo Samperio, su título no sugería para nada un libro técnico, por el contrario, parecía ser un libro más interesante; se llamaba "Gente de la ciudad". Inmediatamente lo cogí y después de una hojeada que confirmara mi corazonada lo hice mío poniéndolo bajo mi brazo, cerca de la axila izquierda, por cierto. De aquella visita a la librería del Poli, salí también con un libro de Elías Nandino y otro de Octavio Paz.
Yo era entonces un adolescente con la cara llena de barros, la boca llena de fierros y el corazón lleno de fracasos amorosos por lo que pasaba largas horas encerrado en mi habitación leyendo. En esos oscuros pero íntimos momentos leí a Samperio. Aquel libro encontrado como un milagro significo para mi descubrir, desde su pluma, la esencia de aquellos que habitábamos la ciudad de México, recuerdo vívidamente la emoción que me provocaba su manera de describir, detallada y hasta incisivamente, los ambientes: cuartuchos de hotel, oficinas burocráticas, calles oscuras, etc. Aún puedo recordar en le epidermis el estremecimiento que me provocaban sus historias, humanas y reales, de hombres y mujeres cuyos caracteres eran tan abigarrados como el que se iba formando en mí mismo en aquel momento. Terminé en un par de días aquel, mi primer libro de Guillermo Samperio siendo otro, probablemente un verdadero lector.
Tiempo después otro volumen de cuentos de Samperio cayó en mis manos, “Textos extraños”. No dude ni un instante en su lectura la cual fue vertiginosa y pasional. Descubrí que aquel autor era el mismo pero otro, aprendí que una de las habilidades poco usuales de los escritores es ser distinto en cada libro. Aquel segundo Samperio apenas se parecía al primero; su manera de contar era tan limpia como siempre pero parecía que su voz era distinta, como cuando uno habla por teléfono con un amigo y no reconocemos su voz, pero reconocemos su manera de decir las cosas. Así fue mi segunda experiencia con Guillermo Samperio, desconcertante pero sumamente enriquecedora.
A estas alturas de esta presentación ya puedo hacer una confesión: leer a Guillermo Samperio me inspiró para escribir cuento, para esbozar la personalidad de mis primeros personajes, la descripción de mis primeros escenarios donde ocurrían historias extraordinarias que vagaban por mi cabeza; pero también Samperio (al través de otras lecturas que hice de sus siguientes libros), me convenció de quedarme en los linderos íntimos y convulsos de la poesía; así que mis cuantos "maravillosos" y "samperianos" aún duermen el sueño denlos justos en alguna caja en la bodega de la casa de mis padres.
Tal ha sido esa relación de lector y escritor que tengo con Guillermo Samperio, que hace un par de años, tuve la oportunidad de saludarle en una calle de esta ciudad de Pachuca. Aquel año, 2010, el fungía como tutor de los becarios del Fondo Estatal para La Cultura y las Artes de Hidalgo y venia saliendo de una de las sesiones trimestrales de revisión cuando yo salía de una oficia a la calle de Casasola. En cuanto lo vi detuve mi andar para saludarlo, le extendí la mano y le dije ¡Maestro Samperio! ¿Cómo está usted? ¡Qué gusto verlo! Mi saludo fue de tal efusividad, entendible para mí pero desconcertante para él, que me miro con una cara como diciendo ¿Quién es este güey? O tal vez: ¿Cómo es posible que pueda yo tener lectores tan pinches feos? ¿Por qué nunca me encuentro lectoras jóvenes y hermosas que me saluden de esta manera? ¡Carajo! Mientras Guillermo Samperio pensaba alguna de estas cosas respondió mi saludo con un amable ¿Cómo está usted? Mientras su acompañante, coordinadora de la tutoría de los becarios a quien yo conocí cuando lo fui, hizo el favor de presentarnos. Yo, un tanto abochornado por el desconcierto provocado en el Maestro de mis lecturas adolescentes, trate de contarle en algunos segundos la manera en que conocí sus libros. ¡Ah claro, es que yo soy politécnico!, me dijo, justificando la presencia de sus obras en aquellos anaqueles llenos de “politecnisísmo”. Eso rompió el hielo entre nosotros lo que nos alcanzó para despedir aquel fortuito encuentro de una manera completamente confiada y amable.
Después de contado esto, podrán ustedes imaginar, estimados asistentes, el honor que significó para mí el que la FUL me invitara a comentar este nuevo libro de Guillermo Samperio "Sueños de escarabajo" (segunda antología que contiene lo mejor de su trabajo como cuentista, la primera a apreció en 1999, "Cuando el tacto toma la palabra") y el placer que significo para mi el reencontrarme, literariamente hablando, con un escritor que ha marcado el rumbo de mis andares como lector y la definición de gran parte de mis actividad como escritor.
Abrí las páginas de "Sueños de escarabajo" con la misma emoción con que abrí hace años "Gente de la ciudad", pero con una expectativa mayor. Retoce entre las líneas de esos cuentos maravillosos que yo conocía, y que cuyos personajes y lugares flotaban aún en mi memoria. Descubrí algunas otras historias que no conocía o que tal vez había olvidado pero que me confirmaban aquellas virtudes que tiene la obra de Guillermo Samperio. Caminé por su extraordinaria manera de reconocer la belleza de las cosas y transmitirla. Compartí la obsesión que el autor parece tener por las mujeres hermosas y de tacones.
Samperio nos confirma que todos los cuentos son autobiográficos (aunque muchos autores insistan en lo contrario), porque en cada personaje el escritor va destilando partes de su propia personalidad, de sus propios deseos o de sus propias obsesiones. El futbolista preso por sus intenciones sindicalistas, el oficinista que se queda hasta tarde con un lápiz en la mano y el brazo estirado como si escribiera esperando una mirada benevolente de su jefe, incluso el escritor que se llama igual pero se apellida distinto a Guillermo que traza sus historias mientras maneja a casa después de dar una conferencia: todos ellos son el mismo Samperio pero distintos, uno mismo fragmentado en otros.
Guillermo confirma, en los 28 cuentos de esta antología, que el estilo perfecto para alcanzar es no repetir ninguno. Alcanzar una manera diferente de narrar, una voz que parezca nuestra pero suene como otra, es una meta rara vez alcanzada en la literatura mexicana. Samperio es un verdadero esgrimista que en cada sablazo de su pluma su "tuché" es distinto, como si en cada narración él quisiera ser un escritor distinto, como si quisiera desconcertar al lector que no sabe que ese cuento es suyo, como si quisiera él mismo reconocerse cuando releyera esa misma historia.
Es este autor y no otro, el heredero de la gran tradición cuentista de nuestro país, que tiene en el otro extremo de la línea de ascensión a Juan José Arreola y Juan Rulfo.
Confirma Samperio, además, que su tema es siempre el mismo en todas sus historias: la vida. Todos y cada una de las pasiones humanas están contenidas en sus cuentos, mostradas tan crudamente como nos las encontramos en la calle, en las plazas, en los autobuses, en los moteles, las taquerías, entre las sabanas, a través de los espejos, en el fútbol. Este ingrediente, particular e indispensable en las grandes obras de la literatura universal se encuentra por todas partes de cada cuento de este libro; lo confirma como un autor indispensable en la literatura mexicana.
Guillermo Samperio es un autor que pone sus propias reglas literarias en cada cuento, que las transgrede cuando inicia otro transformándolas en nuevas reglas, que hace un uso particular y propio del lenguaje poniendo en la boca de sus personajes un dejo de ser misteriosos y hasta míticos. Es un autor que disfruta el crear historias únicas y resolverlas de una manera impredecible hasta el momento del punto final.
Este libro es la gran oportunidad de para recorrer el rastro que este escarabajo literario ha dejado en nuestras letras, contaminadoras a su paso de imaginación, inteligencia y narrativa limpia, dando una extraordinaria oportunidad a los nuevos lectores de acercarse a una pluma que, sin ninguna duda, les cambiará la manera de ver el cuento.
En hora buena por "Sueños de escarabajo" de Guillermo Samperio, en hora buena por su presencia en esta Feria Universitaria del Libro; un escarabajo que es él mismo, pero que escribe para ser otro.
Feria Universitaria del Libro. Pachuca, Hidalgo. 24 de agosto de 2012
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