El destino quiso que justo cuando el gobierno federal, a través de la Secretaría de Educación Pública, diera a conocer que Daniel Sada (Mexicali, Baja California, 25 de febrero de 1953), era uno de los ganadores del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011, en la categoría de Lingüística y Literatura, muriera. Sada compartiría el premio con el escritor José Agustín.
Era considerado uno de los principales impulsores de la literatura del norte, pero sobre todo es definido por muchos colegas, como creador de una geografía sin fronteras, sin ciudades, ni habitantes definidos. Él, en una entrevista con EL UNIVERSAL, a finales de 2009, aseguraba que simplemente “Soy un escritor muy atípico. No quiero escribir ni leer lo que vivo”.
El narrador mexicano que llegó a la ciudad de México a principios de los años 70 con una formación muy clásica y que hablaba de La Ilíada y La Odisea con un tono “bien ranchero”, aseguraba que lo que “Casi nunca haría” —aludiendo al título de su penúltima novela— sería: “Traicionarme a mí mismo. Ser insincero en mi manera de escribir, acoplarme a las exigencias del mercado, no vislumbrar lo que es mi mundo; es decir, adoptar una posición que me es totalmente ajena. Necesito escribir lo que sale de mi corazón, estrictamente”.
Sada Villarreal fue autor de títulos como Registro de causantes, con el que obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia en 1992, “porque parece mentira, la verdad nunca se sabe” y el premio José Fuentes Mares en 1999.
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