El País
Primero fue la música, luego las películas y ahora el libro. El mundo editorial está alarmado. La "piratería" del mercado de libros digitales se ha disparado debido a la aparición de dispositivos como los lectores de libros electrónicos (conocidos como e-reader) y, sobre todo, por las tabletas como el iPad de Apple. Las cifras preliminares apuntan a que, en los seis primeros meses del año, las descargas no autorizadas de libros digitales se han duplicado respecto al último semestre del año anterior y ha pasado de representar el 19% del total del mercado a más del 35%, según informaron en fuentes del sector editorial.
Los editores temen que lo que esperaban que fuera una nueva fuente de ingresos -los contenidos comercializados a través de dispositivos electrónicos- se convierta en un agujero negro. Y es que estiman que, solo por el efecto de la descargas no autorizadas de libros digitales, han dejado de ingresar más de 400 millones de euros de enero a junio de este año, una cifra mayor que la correspondiente a todo el año anterior.
A falta de cifras definitivas, los editores ya han hecho llegar su alarma al Ministerio de Cultura. De hecho, se han confirmado sus peores augurios. La Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) anunció el pasado mes de abril, tras una reunión con la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, que en España la "piratería digital" de libros había superado en 2009 a la causada por las fotocopias ilegales, el tradicional talón de Aquiles de la industria editorial.
El director ejecutivo de la FGEE, Antonio María Ávila, que reconoce que la venta de dispositivos de lectura ha "disparado" la piratería, tiene puestas buena parte de sus esperanzas en la ley antidescargas, la llamada ley Sinde. "No arreglará el problema de un plumazo, pero nos pone en el buen camino, el de países como Irlanda, Reino Unido y Francia, mucho más duros. Además, transmite a los usuarios y a las operadoras que España tiene un problema. El propio presidente del Gobierno reconoció cuando nos reunimos con él que en muchos foros internacionales pasa vergüenza cuando surge el tema porque todos le acusan", añade Ávila.
El problema se puede agravar. Y es que se espera que la venta de tabletas a nivel mundial alcance los 19,5 millones de unidades en 2010, impulsadas por el éxito del iPad, de Apple, y llegue a los 55 millones en 2011, lo que supone un crecimiento del 181%, según las previsiones de la consultora especializada en tecnología Gartner. De hecho, las tabletas están canibalizando a los primeros lectores de libros electrónicos, se pueden convertir en el dispositivo de lectura digital más usado, y para 2012 superar los 150 millones, según la patronal electrónica Aetic.
Los editores emplazaron a la ministra a tener una nueva reunión cuando se conocieran las cifras definitivas de "piratería" del primer semestre, en el segundo informe del Observatorio de Piratería, realizado por la consultora IDC, que tiene carácter semestral. El estudio ha sido encargado por la Coalición de Creadores de Contenidos, el lobby integrado por las sociedades de gestión de derechos y parte de la industria cinematográfica y musical.
Algunos editores ya han hecho pública su preocupación. Entre ellos, el presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara, que ha instado al Gobierno a adoptar urgentemente medidas para atajar la "piratería" antes de que la situación en el libro llegue a ser tan insostenible como la que tiene la música.
Para la FGEE, la solución es la ley: "Si España no sale de la lista negra, sus exportaciones podrían enfrentarse a represalias comerciales. No es cuestión de orgullo nacional. No será por los libros, pero EE UU no se va a quedar parado ante un ataque así a su sector audiovisual", sostiene Ávila, para el que a largo plazo la clave es la educación.
En eso coincide con Arantza Larrauri, directora de Libranda, la plataforma de distribución de libros electrónicos impulsada por Santillana, Planeta y Random House Mondadori y que cuatro meses después de su puesta en marcha agrupa a 90 sellos. Educación aparte, Larrauri afirma que las editoriales se esfuerzan por acelerar el lanzamiento simultáneo de sus novedades en formato digital y en papel para que la oferta legal esté a la altura de la demanda: "Hay que convencer a los autores y a sus agentes". Entre los convencidos ya están Ken Follett, Joyce Carol Oates, Paul Auster, Antonio Muñoz Molina y Ricardo Piglia, pero Libranda esperaba tener una oferta de 8.000 títulos digitalizados a final de año y se va a quedar en la mitad.
Otra batalla es el precio. Un libro digital es el 30% más barato que su equivalente en papel. Para el escritor Lorenzo Silva, el margen es insuficiente porque la clave es "olvidarse" de que el nuevo formato compite con el tradicional: "Hay que explotar simultáneamente los dos negocios. En el digital el precio debería ser casi simbólico, con poco margen porque es una herramienta publicitaria. Se dirá que es poco, pero es que es eso o gratis. En el futuro, de mis 35 libros podría ofrecer los 34 primeros juntos por 10 euros". ¿Y la ley? "Por un lado, los operadores pueden bloquear los contenidos ilegales, pero va contra su negocio; por otro, los juzgados españoles están saturados. Es la triste realidad: vivimos en un país sin ley".
A falta de cifras definitivas, los editores ya han hecho llegar su alarma al Ministerio de Cultura. De hecho, se han confirmado sus peores augurios. La Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) anunció el pasado mes de abril, tras una reunión con la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, que en España la "piratería digital" de libros había superado en 2009 a la causada por las fotocopias ilegales, el tradicional talón de Aquiles de la industria editorial.
El director ejecutivo de la FGEE, Antonio María Ávila, que reconoce que la venta de dispositivos de lectura ha "disparado" la piratería, tiene puestas buena parte de sus esperanzas en la ley antidescargas, la llamada ley Sinde. "No arreglará el problema de un plumazo, pero nos pone en el buen camino, el de países como Irlanda, Reino Unido y Francia, mucho más duros. Además, transmite a los usuarios y a las operadoras que España tiene un problema. El propio presidente del Gobierno reconoció cuando nos reunimos con él que en muchos foros internacionales pasa vergüenza cuando surge el tema porque todos le acusan", añade Ávila.
El problema se puede agravar. Y es que se espera que la venta de tabletas a nivel mundial alcance los 19,5 millones de unidades en 2010, impulsadas por el éxito del iPad, de Apple, y llegue a los 55 millones en 2011, lo que supone un crecimiento del 181%, según las previsiones de la consultora especializada en tecnología Gartner. De hecho, las tabletas están canibalizando a los primeros lectores de libros electrónicos, se pueden convertir en el dispositivo de lectura digital más usado, y para 2012 superar los 150 millones, según la patronal electrónica Aetic.
Los editores emplazaron a la ministra a tener una nueva reunión cuando se conocieran las cifras definitivas de "piratería" del primer semestre, en el segundo informe del Observatorio de Piratería, realizado por la consultora IDC, que tiene carácter semestral. El estudio ha sido encargado por la Coalición de Creadores de Contenidos, el lobby integrado por las sociedades de gestión de derechos y parte de la industria cinematográfica y musical.
Algunos editores ya han hecho pública su preocupación. Entre ellos, el presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara, que ha instado al Gobierno a adoptar urgentemente medidas para atajar la "piratería" antes de que la situación en el libro llegue a ser tan insostenible como la que tiene la música.
Para la FGEE, la solución es la ley: "Si España no sale de la lista negra, sus exportaciones podrían enfrentarse a represalias comerciales. No es cuestión de orgullo nacional. No será por los libros, pero EE UU no se va a quedar parado ante un ataque así a su sector audiovisual", sostiene Ávila, para el que a largo plazo la clave es la educación.
En eso coincide con Arantza Larrauri, directora de Libranda, la plataforma de distribución de libros electrónicos impulsada por Santillana, Planeta y Random House Mondadori y que cuatro meses después de su puesta en marcha agrupa a 90 sellos. Educación aparte, Larrauri afirma que las editoriales se esfuerzan por acelerar el lanzamiento simultáneo de sus novedades en formato digital y en papel para que la oferta legal esté a la altura de la demanda: "Hay que convencer a los autores y a sus agentes". Entre los convencidos ya están Ken Follett, Joyce Carol Oates, Paul Auster, Antonio Muñoz Molina y Ricardo Piglia, pero Libranda esperaba tener una oferta de 8.000 títulos digitalizados a final de año y se va a quedar en la mitad.
Otra batalla es el precio. Un libro digital es el 30% más barato que su equivalente en papel. Para el escritor Lorenzo Silva, el margen es insuficiente porque la clave es "olvidarse" de que el nuevo formato compite con el tradicional: "Hay que explotar simultáneamente los dos negocios. En el digital el precio debería ser casi simbólico, con poco margen porque es una herramienta publicitaria. Se dirá que es poco, pero es que es eso o gratis. En el futuro, de mis 35 libros podría ofrecer los 34 primeros juntos por 10 euros". ¿Y la ley? "Por un lado, los operadores pueden bloquear los contenidos ilegales, pero va contra su negocio; por otro, los juzgados españoles están saturados. Es la triste realidad: vivimos en un país sin ley".
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