In memoriam Hone Tuwhare
Sordo grito
el de la ramal caer al suelo:
antes seco que suplicante.
Siempre añorante:
del viento, susurrando
las historias indecibles del mundo;
de la lluvia lasciva,
acariciando los inéditos rincones.
A los pájaros les dejo el trueno,
para vencerlo con su canto;
al frío, el ardor del bosque seco,
para su quehacer de verano;
a los amantes descubiertos, el polvo
y el monstruo de los mil destellos,
como incómodos testigos de sus afanes.
Cuando el hacha se haya ido,
la savia olvidad germinara,
con las lagrimas de la luna,
en un ejercito.
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