viernes, 12 de febrero de 2016

La "furia" de la experimentación narrativa




En el último capítulo de “La silla del águila” (una historia narrada epistolarmente), Carlos Fuentes nos presenta el más osado de sus textos. Se trata de la carta de un niño con síndrome de Down, dirigida a sus padres, ambos políticos prominentes del sistema en turno, quienes lo tienen recluido en una institución mental para que no se convierta en un obstáculo para sus aspiraciones. El texto es de una riqueza y osadía fulminante, características pocas veces encontradas, en conjunto, en la narrativa contemporánea, pero que responde al espíritu fundamental de la literatura: la experimentación.

Pero esa osadía y búsqueda de la que hablamos arriba sí está presente en el libro más reciente del tepeapulquence Diego Castillo. Su libro anterior, galardonado con el Premio de Cuento Ricardo Garibay en su edición 2007, mostraba una opera prima muy bien lograda en la que la voz narrativa del autor se plantaba con libertad y personalidad única colocándolo inmediatamente en el interés de los lectores.

“Las furias”, aborda en ocho cuentos una variedad de síndromes y trastornos psíquicos, tomando como lei motiv las Erinias de la mitología griega, esas Furias que nacieron una noche que la sangre de los testículos de Urano cayó sobre la tierra y que eran las encargadas de cuidar las puertas que conducían al mundo inferior, atormentando a todos aquellos que no habían expiado sus crímenes en el mundo de los vivos.

Tal como un Orestes redimido, Castillo nos plantea situaciones de la vida cotidiana con personajes que no lo son tanto; cada uno de ellos sufre de algún trastorno que lo hace embonar de una manera extraña en la realidad que vive, desatando la locura y el desequilibrio que todos guardamos, tal vez muy en el fondo, de nuestro interior.

La experimentación que el autor hace a partir de un oficio de cuentista muy bien cimentado, lo lleva incluso a platearse a sí mismo como personaje, teniendo un especial cuidado de dotar a cada una de las voces que suenan en sus historias de los guiños lingüísticos respectivos, a veces hilarantes, a veces conmovedores, pero siempre efectivos. Personajes que lo mismo están muertos sin saberlo, que otros que se transforman en sus peores antítesis, logrando que cada uno sea inolvidable.  La estructura de los cuentos también es osada, desde la historia epistolar, hasta un cuento narrado en dos tiempos paralelos; envolviendo de principio a fin al lector mas dilecto.

Diego Castillo explora en este volumen una diversidad de matices en su estilo característico, mostrándolo como un autor que va más allá de la simple anécdota como detonante, sino que explora (y explota) las debilidades de sus personajes, sus delirios, a través de un humor negro agudo como el filo elegido por un suicida. Lo mismo el lector estallará en una carcajada, que deberá hacer una pausa en la lectura para reflexionar, el autor apuesta a ello, a malear a su gusto nuestras emociones.

Sin duda este es el libro más experimental y mejor logrado de nuestros jóvenes narradores recientes. Para conocer lo que la literatura hidalguense aporta al arte de escribir en el siglo XXI, no hay que dejar de leerlo.

Antes de terminar lo invito a compartir juntos más recomendaciones literarias, acompáñeme el próximo sábado en punto de las 18:30 horas en el programa de radio “Bibliófono, literatura para escuchar”, que se trasmite por Bella Airosa Radio, 98.1 de frecuencia modulada. Hasta entonces.

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