martes, 3 de septiembre de 2013

Me preguntas si creo en los milagros...

José Manuel Solá 
Me preguntas si creo en los milagros y la respuesta es simple: no sé, no sé por qué creo
en los milagros. Mira, no soy científico ni soy filósofo. Tal vez mi respuesta deberá ser
que creo porque vivo en medio de un millón, de mil millones de milagros. O porque he
tenido unos cuantos al alcance de la mano. Después de eso... no sé más.
 
Despertar cada mañana y ver la luz como un recién nacido, para mi es un milagro. El agua
y aún el mismo hecho de sentir sed, es un milagro o así lo siento yo. Poder responder el 
"buenos días" de un desconocido en una calle cualquiera de cualquier ciudad, de cualquier país
del mundo, para mi no es un misterio, para mi es un milagro. Poder cantar cuando tengo mil
razones para llorar, es un milagro. Un beso de amor es un milagro. Escuchar las Cuatro 
Estaciones de Vivaldi es un milagro. Ver una vieja película de Chaplin es un milagro. Quedarme
extasiado contemplando las obras de arte de Miguel Ángel o Salvador Dalí o Van Gogh, es un
milagro. Todo artista, creador, comediante o payaso que puede darle alas a mi imaginación
para mi es un milagro; ellos son hacedores de milagros. 
 
Un tren que pasa a la distancia, un barquito, un avión que transporta seres vivos de un destino
a otro por tierra, mar o cielos, es una maravilla: es un milagro. Porque el cerebro humano -ese
universo que aún no comprendemos del todo- y su ingenio... es un milagro. Acumular datos y
recuerdos durante veinte, cincuenta, cien años, en el cerebro y traerlos por el cordel luminoso
de la memoria, es un milagro. El átomo es un milagro; habrá quien pueda disgregar el átomo
pero aún nadie ha demostrado la capacidad de crear uno solo.
 
El hecho de que tú, apenas a la distancia de la esquina de la calle en que vivo, puedas leer estas
palabras... bueno, para mi eso es un milagro. O tal vez que pueda ser leído por alguien, conocido o
desconocido, en otro continente o, ¿por qué no?, en un planeta perdido en algún universo que aún
no hemos descubierto... ¡caramba!... para mi es un milagro.
 
El vuelo de los pájaros, la mirada de un perro, el campesino que canta mientras que sudoroso
y cansado procura el pan de los suyos, la niña que contempla -con ojos maravillados- la lluvia que
se escurre por el cristal de una ventana, el cometa o papalote que un niño descalzo encampana
desde una montaña, el grano de café que parece reventar en el arbusto y las manos arrugadas que lo recogen... Según mi alma, todo eso es un milagro.
 
Creer en Dios cuando los científicos y los filósofos, los sabios y los revolucionarios insisten, con
pruebas que yo no puedo refutar, en que no existe; seguir creyendo en Dios en este mundo convulso que lo niega... para mi -y perdóname que te lo diga- para mi es un milagro.
 
Pero, es cierto: yo no puedo explicarte por qué creo en los milagros... Sólo sé que tu abrazo
fraternalmente solidario es el mayor milagro. Así sea siempre.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario