lunes, 23 de agosto de 2010

Aviso urgente al mundo

José Manuel Solá

Hemos perdido un niño.

El niño que buscamos

le daba la razón a las auroras,

hablaba del perdón y la justicia

y anduvo pensativo caracolas marinas.

Al hablar, te miraba a los ojos

con un véspero azul en la mirada.

Los pájaros del Sur obedecían

el canto de sus manos

y el viento se hacía dócil a su mando

al cruzar los olivos.

Él llenó de crepúsculos las casas

por donde un día pasó

compartiendo su pan, el vino, el agua

y la paz y los sueños de un mañana no visto.

Sus cabellos hervidos agitaban los astros.

Sus sandalias traían arenas de mil playas,

polvo de otros caminos

y un rocío de noches sin descanso.

Todos lo abandonamos... ¡todos!...

todos lo abandonamos.

Y cuando ya descalzo,

con la frente enjambrada de futuros,

nos invitó a seguirlo,

borramos cada huella del camino

y el eco de su voz...

hasta perderlo.

Nació en Belén muy pobre, muy humilde.

Y nos amaba.

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