jueves, 9 de julio de 2015

La hoja y la mirada: Una novela a cuatro manos



Entre 1780 y 1781, Johan Nepomuk della Croce pintó un óleo de la familia Mozart. En el cuadro aparecen Wolfang y su hermana sentados al piano, su padre Leopold de pie sostiene un violín y su madre ya fallecida, Anna María, vive en un retrato colgado de la pared. El detalle más sobresaliente de la pintura es que los hermanos Mozart tienen las manos sobre el teclado del piano, están tocando una pieza a cuatro manos. Ya desde mediados de ese siglo, el XVIII, era una moda la música para piano a dúo, aunque se consideraba solamente de consumo hogareño. Sin embargo, las habilidades necesarias para poder interpretar a cuatro manos eran tales, que rápidamente muchos compositores comenzaron a escribir música para dos pianistas que debería ser tocada en público, arrasando para siempre con la “intimidad” del estilo. No sólo era de interés de los espectadores esas habilidades de las que hablaba antes, sino también el morbo por saber si los interpretes participantes lograrían hacer coincidir sus talentos y sus caracteres. Y es precisamente la experiencia de combinar los esfuerzos creativos por lo que el “cuatro manos” ha emigrado más allá del arte musical, por ejemplo, al arte literario.

“La vida Sexual de P.J. Harvey” es un ejemplo de ello; novela a cuatro manos escrita por Juan Carlos Hidalgo e Ilallalí Hernández. Él, poeta, narrador, periodista cultural y curador de amplia trayectoria; Ella, joven narradora con un par de libros, múltiples actividades como editora y ganadora del Premio Estatal de Cuento Ricardo Garibay en 2006. Ambos emprendieron la ventura conjunta de narrar una historia que refleja el desencanto de toda una generación envuelta en el transbordo del milenio. 

La protagonista, que ha tomado su nombre de la cantautora inglesa de rock P.J. Harvey (su alter ego), se enfrenta a las últimas horas de la madrugada con un escuadrón suicida conformado por dos amigas y el guapetón acomodador de coches del lugar del que huyen buscando un after que promete salvajismo hasta el amanecer. En esas horas, las obsesiones y las pasiones de cada uno se desgranarán como en una avalancha que muestra el deterioro en el que se encuentran las relaciones humanas (sean familiares, sociales o románticas) y el terror que provoca cohabitarnos con nuestro demonios privados; es en esta última región, donde el retrato generacional es más obscuro y abandonado de “futuro”, sin dejar en ningún momento de la historia el beat de la música electrónica, el indi y el rock.

Ya desde su primer libro (Loop traicionero), Juan Carlos Hidalgo nos había propuesto la música como un personaje más, no solo como un detonador de ambientes; la música está ahí presente, dentro y fuera de los personajes se mueve como un lento animal que lo devora todo, reptante por cada página. Y es en este ambiente que Ilallalí Hernández irrumpe con su magnífica habilidad para narrar y describir momentos, exactos y amplios como una mirada en 360 grados. Ambos, Hidalgo y Hernández, proponen una historia sin simulaciones y la llevan con un ritmo vertiginoso como el deseo de los personajes, la detienen en escenas perfectamente bien montadas donde cada uno se muestra tal cual es y la resuelven con la maestría que da el oficio. Sus personajes, construidos con una precisión quirúrgica, sufren y gozan, parecen latir y tener pensamientos más allá del saber de los propios autores. Las cuatro manos atacan el teclado (de la laptop, que no del clavecín) y nos regalan un interpretación in crescendo que nos provoca la necesidad de una lectura perpetua, similar a la incontrolable dependencia toxicológica.

“La vida Sexual de P.J. Harvey” es un literatura fresca, irreverente y reflexiva sobre las obsesiones de personas que reniegan de la hipocresía de una sociedad más interesada en las apariencias y los prejuicios que en la esencia de quién se es y en el poder de en qué se cree. El libro se lee con facilidad, como si se estuviera envuelto en el rezongo suave de una noche que se comienza a resquebrajar por la luz de una mañana impetuosa. Es un referente para conocer, no solo las novedosas rutas que puede seguir la literatura contemporánea, sino también el devenir de una generación, a la que podemos pertenecer o no, pero que incide en la manera en que el mundo que viaja en este siglo se mira a sí mismo.

La novela fue publicada por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, mostrando que vale la pena apostar por la literatura experimental y moderna, la cual por fortuna, también está en la mente y las manos de escritores hidalguenses, al menos en dos de ellos, que son ya, imprescindibles.

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