Los fantasmas (,,,) son rutinarios (…) se dan
cita en los mismos lugares. Máximas de lo mínimo, como la anterior, pueblan
con atino la novela “Nunca fuimos amables” de Rodolfo Palma Rojo. Cineasta,
escritor, productor y director de radio, televisión y teatro, Palma nos
obsequia un libro cargado de referencias visuales, de lo televisivo a lo cinematográfico,
en una historia de amor que lejos está de lo idílico, más bien, la encontramos
revolcada en el lodazal de las traiciones habituales de la vida real.
El libro acaba de
ser publicado por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco. En
realidad debería haber aparecido en el medio de las dos novelas anteriores del
autor –“Aquí” y “1969”– , sin embargo, vicisitudes tanto de vida como
literarias llevaron a esta novela a ocupar el tercer lugar de su producción
como escritor. Sin embargo, este destino dotó al libro de un halo de profecía,
pues si bien fue escrita en un momento donde la internet y los teléfonos móviles
no habían ocupado todavía nuestras vidas, sí trata temas que ahora pueden
parecer comunes, pero que en su momento representaban incluso tabúes como la
transexualidad, la homosexualidad, las triquiñuelas de la sucesión a una
gubernatura (en este caso, la de Veracruz) o el abuso del poder; temas que por
desgracia ocupan cotidianamente los titulares del siglo XXI.
El libro nos hace
ingresar a la vida de Víctor Durá, ginecólogo que ha logrado crear un mundo
propio, “perfecto”, donde el deseo y la pasión se suceden con deleite y
desenfreno. Sin embargo, cuando una mujer del pasado reaparece en su vida, a
causa de un programa de televisión en el que el médico participa, esa
“perfección” se trastoca y le hace cuestionarse todos y cada uno de los
recovecos de su “moral”, llevándolo incluso a dudar de aquella máxima de san
Agustín “Ama y despreocúpate” la cual Durá ha aplicado incorrectamente desde
que la aprendió.
Narrada con
inteligencia y soltura, la historia navega a la par de una trama política,
elemento que le imprime un dejo de intriga y humor negro que ya poco se ve en
la literatura mexicana actual; en otra época, José Revueltas o Jorge
Ibargüengoitia, nos regalaron historia sublimes envuelta en la trama política,
precisamente a esta tradición es a la que responde la nueva novela de Palma
Rojo.
Sin traicionar
sus intereses, el autor, no sólo describe con detalle los mundos que conoce por
deformación profesional, como es el de la televisión, sino que también permite
que su experiencia en otros ámbitos se filtre en la novela. Por un lado nos
describe escenas que bien podrían estar siendo filmadas por el autor –tal vez, las estaba filmando en la mente cuando
las escribió– o produciéndolas para que otros las filmaran. Este libro es pues,
como una película, en la que el autor se permite guiños divertidos e
hilarantes, escenas filmadas por el mismo, pero también por otros directores;
el Carnaval como filmado por Jodorowsky,
el Circo onírico rodado bajo la batuta de Federico Fellini; el
Restaurante donde la traición queda descubierta al estilo de Woody Allen.
Pero también hay
en la historia un análisis (tal vez oculto) de nuestra sociedad, y es abordado
con el más fino del humor negro: la vida de nuestro protagonista, el ginecólogo
que ama con despreocupación, es prácticamente destruida por la televisión;
primero cuando aparece en aquel programa donde la antigua amante lo ve, hasta
el día que un televisor le estalla en el rostro, convirtiéndolo en un monstro.
Pero el teatro
también se filtra, sus personajes están delineados con parquedad, sin falsas
características dramáticas, ocupan su sitio en la historia con precisión: la
Jarocha enamorada del protagonista se queda esperando a un Godot que la seduzca,
a su vez Víctor guarda una poderosa atracción hacía Lilia (y también hacía la
hija de ésta) tal cual la de Blanche y
Stanley en aquella historia del deseoso tranvía.
En fin que “Nunca
fuimos amables” es una historia llena de encuentros y desencuentros, seducciones
y rechazos, indecisiones, martirios, ilusiones y uno que otro político corrupto
y traicionero. Es una novela que se disfruta de pe a pa y que no lo defraudará
como lector.
Ya lo decía
Lacan, “la vida es ficción” y la literatura, es puritíta ficción.
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