viernes, 11 de diciembre de 2015

El fuego, la fuente y el poeta



lluevo desde la furia de la lengua / y muy después luego el viento / del grito de lo que cae y se rompe

El sonido de los instantes y la memoria que los contiene. La imagen que permanece, latente y escurridiza dentro de nosotros. El ruido de las cosas que conservan en su esencia el destino de la fractura, de lo efímero. El estruendo de lo que parece no emitir ni un susurro.
como el mar que retumba en el hueco de la mano / la palabra explota

De estas materias se compone el segundo y más reciente poemario de Alfonso Valencia, titulado “El grito circular de la gota que muere en la piel del estanque” y publicado en diciembre de 2014 dentro de la colección FOECAH 20 AÑOS del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo. Sus páginas tersas en apariencia, contienen la hecatombe propia de la poesía arrojada y propositiva, detonada apenas por la presencia, tal vez inocente, tal vez incisiva, del lector.

el fuego / un animal en el espejo siguiendo el rastro de lo que fue

El libro está dividido en dos partes: la primera de ellas nombrada “La memoria de los espejos”, donde el poeta explora la desgarradora realidad de lo efímero, su belleza y la naturaleza que la forja, sentenciando que detener su fugacidad acabaría con su hermosura. La sección abre con imágenes precisas, generando un ambiente donde convive la esperanza de lo encontrado, la desazón de saber que aún lo encontrado sigue perdido, alejado de nuestro deseo y sujeto a él como un designio; se trata de un inicio construido con aplomo.

¿qué mano pondrá fin a las palabras? / ¿qué grito al mediodía? / ¿qué andar a la barbarie?

La segunda parte, “Cuarto de revelado”, a su vez esta subdividida en tres actos, tres momentos donde la idea de la poesía como una emulsión donde el poeta va capturando momentos (in)dignos de ser recordados, permanece. Es esta, sin duda, la sección más vanguardista, donde el poeta experimenta con la palabra como una suerte de granulo de plata que una vez expuesta a la realidad, va dando forma a aquello se mira y se considera suficiente para ser encerrado en una página: la imagen final de la realidad.

las tomas bruscas explosiones de luz / exposiciones incorrectas / una belleza incomprensible (…) tendré que hacer memoria en otra parte / traiga el sobre y arrójelo a las llamas

En su conjunto “El grito circular de la gota que muere en la piel del estanque” es prueba fehaciente del oficio de su autor, así como del interés por explorar la poesía como un lugar inhóspito y desconocido, elaborando en el trayecto un discurso que da fe de su tiempo y circunstancia, escrito con elegancia al momento de usar el lenguaje y salvajismo al momento de transformarlo en poesía.

somos ostras / que no saben que sus perlas se volvieron semillas / de la tempestad

Hace un par de años, un mequetrefe, yermo de talento y petrificado por la envidia se atrevió a decir que para ganar una beca había que ser, palabras más palabras menos, “fulano, mengano, Alfonso Valencia y perengana“. Ojalá. No que todos fueran Alfonso Valencia, pero ojalá que todos escribieran con la audacia y el temple con que Valencia sostiene su pluma; ojalá la poesía que se escribe ahora fuera más Alfonsina y menos “mequetrefiña”; el circunspecto refería además en su soez comentario una mafia, no hay que tener ni dos dedos de frente para saberla ficticia; pero si a una mafia pertenece Valencia es a la del talento, el arrojo y la constancia. Eso se nota en cada verso suyo.

aún así nosotros / no podemos marcar el lugar donde muere una ola / ni señalar el borde de una sombra

Alfonso Valencia, joven poeta nacido en los ochentas, confirma con “El grito circular de la gota que muere en la piel del estanque”, que su viaje (a la vanguardia) a través de la literatura hidalguense, apenas comienza, será largo, fructífero y determinante.

¿cómo volver si nos habita el horizonte?



Reseña publicada en la sección Cultura de El Sol de HIdalgo, 
el jueves 10 de diciembre de 2015.


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