martes, 28 de diciembre de 2010

Invierno para beberlo

Vicente Huidobro

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El invierno ha llegado al llamado de alguien

Y las miradas emigran hacia los calores conocidos

Esta noche el viento arrastra sus chales de viento

Tejed queridos pájaros míos un techo de cantos sobre las avenidas

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Oíd crepitar el arcoiris mojado

Bajo el peso de los pájaros se ha plegado

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La amargura teme a las interperies

Pero nos queda un poco de ceniza del ocaso

Golondrinas de mi pecho qué mal hacéis

Sacudiendo siempre ese abanico vegetal

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Seducciones de antesala en grado de aguardiente

Alejemos en seguida el coche de las nieves

Bebo lentamente tus miradas de justas calorías

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El salón se hincha con el vapor de las bocas

Las miradas congeladas cuelgan de la lámpara

Y hay moscas

Sobre los suspiros petrificados

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Los ojos están llenos de un líquido viajero

Y cada ojo tiene un perfume especial

El silencio es una planta que brota al interior

Si el corazón conserva su calefacción igual

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Afuera se acerca el coche de las nieves

Trayendo su termómetro de ultratumba

Y me adormezco con el ruido del piano lunar

Cuando se estrujan las nubes y cae la lluvia

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Cae

Nieve con gusto a universo

Cae

Nieve que huele a mar

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Cae

Nieve perfecta de los violines

Cae

La nieve sobre las mariposas

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Cae

Nieve en copos de olores

La nieve en tubo inconsistente

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Cae

Nieve a paso de flor

Nieva nieve sobre todos los rincones del tiempo

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Simiente de sonido de campanas

Sobre los naufragios más lejanos

Calentad vuestros suspiros en los bolsillos

Que el cielo peina sus nubes antiguas

Siguiendo los gestos de nuestras manos

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Lágrimas astrológicas sobre nuestras miserias

Y sobre la cabeza del patriarca guardián del frío

El cielo emblanquece nuestra atmósfera

Entre las palabras heladas a medio camino

Ahora que el patriarca se ha dormido

La nieve se desliza se desliza

se desliza

Desde su barba pulida

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De Automne régulier, 1925

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