viernes, 18 de enero de 2008

Adagio de la Troyana

Mudé la piel de minotauro.
Tesea no sólo cambió el nombre,
también el laberinto por un caballo.

Guió mis ojos al encuentro
de la llanura otoñal con que me miraba:
horizonte tenue que se eriza
al galope de mis pesuñas embravecidas.

No hubo costa donde esconderme,
ni bosque que cobijara mi locura:
su voz apaciguó siempre
la indecisa marea que perturbaba la pesca,
la tormenta que escupía sobre las alas,
el temor que se escondía bajo las piedras.

La espuma blanca que con su vaivén
atrapa mis palabras.

1 comentario:

  1. Por eso te quieren tanto mi primo!(como quisiera que alguien me escribiera poesia asi)

    Excelente como todo lo que escribes...si me permites (y aunque no lo permitas!) lo voy a poner en humilde diario...mi blog.

    Felicidades a los dos...pues el dia que ella nacio, tu naciste tambien.

    Besos,
    Belinda

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