martes, 17 de julio de 2012

Ra Noya (la palabra)

Emiliano Paramo

Santiago de Anaya es un pueblo de altos contrastes, que transita de lo más hondo del México profundo, a la política municipal y sus afanes cifrados por debajo de sus antagonismos y lealtades. Ahí conocí a algunas de las personas más entrañables que la vida me ha dispuesto en el sendero gozoso que habitan los amigos. Su feria gastronómica y sus artesanías, han proyectado a este rincón prodigioso del Valle del Mezquital, y lo han puesto frente a los ojos del mundo contemporáneo, consiguiendo con esto, la preservación de un suceso patrimonial, y de los usos y costumbres que hoy día, celebran bodas de sal con una modernidad asaltada por la imperiosa necesidad de fundar palabras contra el olvido.

 
Conocí este pueblo en una pasada edición del concurso de composición poética “Canto a mi tierra Hñähñu”, donde se entrega el galardón “Orquídea de Plata”; una muy significativa tradición que ha permitido a muchos poetas populares y profesionales de Hidalgo, exponer y confrontar su modo de ejercer el arte de decir y de nombrar. Este certamen lo ha ganado gente como Alberto Avilés, importante promotor cultural, escritor, editor y figura imprescindible en la cultura del Valle. Mayté Olivares, el Dr. Apolinar Cruz, la maestra Yolanda Hernández Esteban, el maestro Abraham Pérez López y una veintena más de poetas, que han descifrado con su palabra, la entramada señera del Valle y sus verdades.

 
La organización del concurso ha pasado por las manos de las instituciones en Santiago de Anaya, pero siempre, por encima de la oficialidad, ha habido un grupo de entusiastas ciudadanos comprometidos con el pueblo, en el más alto sentido de las palabras, que han encabezado la realización y la preservación de esta celebración de las palabras, que en 2012 tendrá su edición número 26.

 
De J. Concepción Jaén, poeta cuyo ombligo está enterrado en la comunidad de González Ortega, conocí primero su poesía: vigorosa, sensible, dolorosa y persistente en el compromiso que la gente de allá tiene con la tierra suya. Años después, mi trabajo me permitiría conocer más a la persona y al poeta; además de entender de primera mano, y con el trato, la importancia que tiene, para la gente del Valle, la palabra que guarda la memoria.

 
Por esos delirios que a veces transitan el entendimiento de los jurados en los certámenes de poesía, o vayan ustedes a saber por qué razón, J. Concepción, nunca ha obtenido el primer lugar en la Orquídea de plata, pero se ha alzado en dos ocasiones, entre los tres primeros lugares de la justa. A pesar de eso y más, él es un autentico campeón, al que no le ha hecho falta el trofeo para escribir y continuar celebrando lo muy suyo, desde la palabra escrita y la poesía. Porque me queda claro que Jaén no escribe para ganar concursos; el escribe porque es una necesidad que lo convoca desde lo insondable de su pueblo y su heredad.

 
La madre de Jaén, es Doña Epifania Gaspar Palacio; una extraordinaria mujer originaria de San Miguel Jigui. Es Hñähñu, iluminada en la ancestral sabiduría que hace brotar del ixtle, verdaderas maravillas que reinventan el entorno seco y portentoso del Valle del Mezquital. Es fundadora del grupo de artesanas de González Ortega, y en el año 2000, se hizo acreedora del premio nacional de artesanías que entrega FONART. Junto a su esposo, la señora Gaspar levantó una familia numerosa de 10 hijos; la mayoría profesionistas, dedicados desde sus trabajos, a promover la cultura del Valle y sus comunidades. No me cabe duda que, esta inefable mujer, influyó decisivamente en la vocación de Jaén, y no sólo lo hizo un hombre de saberes, pues tiene estudios profesionales de Ingeniería química, filosofía y teología (estos últimos realizados gracias a una beca en Argentina), sino que además, junto al paisaje inexorable de Santiago de Anaya, hizo de su hijo, un poeta y campesino que siembra flores y palabras.

 
Jaén también es traductor de poesía a su lengua materna, actualmente prepara su primera publicación, y proyecta lo que será el Centro Ceremonial Hñähñu en el Cerro de la Nube. La suya es una voz necesaria para salvarnos del olvido ylevantar las sombras en el Valle. Jamädi…

Ahora que me acuerdo...
Milenio Diario Hidalgo
Lunes 16 de julio de 2012

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