El origen de la palabra “traducir”, es el mismo de
“traición”. Empuñamos la vocación de Judas cuando nos empeñamos en esparcir la
literatura en lenguas ajenas a su origen, cuando buscamos alcanzar una vastedad
babélica donde las palabras que nos sacuden se tornen distintas y vibren en la
misma frecuencia que lectores lejanos, desconocidos, inalcanzables.
Se desdobla la mañana / con la
última quimera de la noche. / Todo continúa dormido (…)
Pero Xico Jaen no traiciona. Viene de una tierra
donde los ancestros se llevan a todas partes como amuleto que libra del mal de
ojo. Vive en un patria bífida donde dos lenguas conviven en una danza llena de
colores, olores y sabores; sonidos todos. Originario del municipio de Santiago
de Anaya, Jaen es un poeta joven que desde niño se preguntaba por qué en la
escuela se hablaba un idioma que no era el de casa; aprendió el hñahñú mientras
su madre lo amamantaba y lo echo a volar como un pájaro de barro donde viajaban
los cariños, el amor y los nombres nuevos de las cosas que se miraban por
primera vez.
Brotan colores / rancios y
punzantes, / se esparcen silenciosos / en el pellejo agreste de la tierra.
Pero la realidad de su tierra lo ha marcado tanto como las
caricias de su madre. Aprendió español entre pupitres entregándose desde
entonces el gozo de mirar a través de las palabras el mundo; dos miradas
sonoras que no siempre sonaban bien juntas. Cuando Xico encontró la
poesía, descubrió en ella el sortilegio para que sus dos lenguas, la materna y
la social, lograran cohabitar en paz dentro suyo; decidió entonces que no
traicionaría a ninguna, sino que moldearía una a partir de la otra y viceversa,
para alcanzar los sonidos que trazaran a versos su paso por el mundo.
Cuando la oscura muerte venga / a
desgajar mi nombre, / y me haga suyo, / se va a quedar herida la orilla del
lenguaje, / en tanto que la tierra (…)
Fue entonces que el Pájaro azul (significado e Xico) comenzó
a cantar desde la primigenia palabra de su madre, experimentando con sonidos y
expresiones que mostraran tal cual es la crudeza de un entorno envuelto por el
desierto y la lejanía, extrayendo a pulso de poesía la belleza que dormita en
el interior de una región que históricamente parece condenada al ostracismo,
revistiéndola de su natural esencia a través de una poesía cargada de
evocaciones a los ancestros, a la naturaleza, al dolor, la memoria y la
esperanza, que germinan en tonos fraternales cuando el mismo poeta hace
versiones de esos cantos en español.
Soy maguey, pulque derramado en el
altar de tu boca (…)
En su más reciente libro, “Canto Roto (N’a ra thuhu xa ntuni)”
Xico Jaen nos regala 17 poemas con dos reflejos, uno en hñahñú, el reverso en
español, en los que logra hablarnos del Valle del Mezquital desde una perspectiva
inusitadamente bella, forjada por el amor que sus ancestro le han heredado en
un montón de recuerdos, historias, miradas; no sólo su madre, su padre, sino
también la comunidad toda, como una familia que se ha ido diseminando a lo
largo y ancho de un desierto que ha llegado a un destino que transforma su
rostro pero no su espíritu, donde radica el verdadero valor de una tradición
literaria peculiar en las letras hidalguenses.
Expiran entre cardos sus cantos
rotos, / rota está su vida; / abismo original de palabra y viento.
El libro, bellamente cuidado por el maestro Alberto Avilés
Cortés para Ediciones Mayahuel, con una aportada diseñada por el ilustrador
campechano David Canul “El pájaro Toj”, es una oportunidad extraordinaria para
leer una poesía alejada de fatuas modas poéticas, un poesía honesta que busca
la evocación pero también la supervivencia de una lengua que nunca ha estado en
peligro de extinción, por el contrario, Xico Jaen canta en una lengua
viva como ninguna, porque encierra las aspiraciones de su pueblo.
Paso cebra
“Canto roto” de Xico Jaen se presenta junto al poemario “El
tren” —escrito en Tu`un Savi (mixteco) — de la escritora oaxaqueña Nadia López
García, mañana sábado 1 de febrero a las 19:00 hrs. en el Radio Express Café
ubicado en el costado sur del Jardín Colón en el Centro Histórico de Pachuca.
Ojalá podamos encontrarnos por allá.
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