martes, 26 de febrero de 2013

Zabdiel

Emiliano Páramo

Hace algunos años, en una de las memorables ediciones de la Feria Universitaria del Libro en la plaza Juárez, escuché por primera vez a Zabdiel. En ese entonces, él era un quinceañero enamorado blandiendo su voz y la guitarra en aquel café levantado en medio de tantos libros sobre la explanada; el amigo que me acompañaba por el recorrido de la FUL, lo llamó el niño prodigio de la trova en Hidalgo. Ese año Zabdiel sí era aun un niño, prodigioso también, como lo es cualquiera que con talento y vocación hace que su público se conmueva ante la ocasión de la música y la palabra cantada. No sé si el título me gusta para definirlo, pues las etiquetas siempre limitan y los niños prodigios pierden vigencia y encanto con los años. Zabdiel está a unos días de cumplir 22 años (el 13 de abril, para ser exactos), pero mi impresión y, sobre todo, la de sus fieles seguidoras y seguidores, sigue siendo la misma. Una de mis alumnas opina que a pesar de que hace 3 primaveras que ya es “cancha reglamentaria”, sigue siendo un niño, en el mejor de los sentidos, aunque opino que tratándose de ser niño, sólo hay buenos sentidos en la palabra y el concepto. El diccionario indica que el adjetivo “prodigioso” implica que algo resulta sorprendente y causa admiración, porque no se puede explicar por causas naturales. Amables lectores, ¿no es ese el término más adecuado para calificar lo que ocurre desde las notas que nuestra banda o cantante favorito prodigan desde lo más hondo de su inspirado aliento? Sé que eso le ocurre a los que siguen la música de este cantautor; si alguien lo duda, vale que asistan el próximo 13 de abril al concierto que Zabdiel se regalará para celebrar con los suyos la vida, y sus primeros 9 años de carrera artística.

La escena musical en Pachuca, es en definitiva, la mejor de las notas que en materia de arte y cultura se ofrecen en la ciudad. Zabdiel es un buen ejemplo de lo que por acá se está haciendo en la llamada canción de autor. Cuando le pregunté cómo se etiquetaba, en qué genero se inscribía, me contentó que él era un “desgenerado”, pues le parecía imposible encasillarse. El maestro tiene razón: buscando sus videos en youtube, pude escucharle hasta un buen huapango y recuerdo una ranchera que mi amigo Owin cantaba con él; pero también es posible adivinar trazas de rock acústico, pop, balada, boleros y más.

Zabdiel afirma que comenzó a tocar por accidente, pero en ese caso, lo reconozco como un accidente afortunado. Entre todos los cantautores que pululan por los espacios de Pachuca, hay apenas unos que consiguen sorprenderme; Zabdiel está entre ellos. Y aunque reconozco que algunos de los elementos que encumbran a este joven compositor son también extramusicales, su talento es innegable. Cuando hablo de esos extras, me refiero al encanto natural de este joven cantante, que le ha sobrevivido a los años y los amores.

 
Muchas de las rolas de Zabdiel van del amor y sólo eso, y “no pretende avergonzarse de semejante realismo”. Uno canta lo suyo, lo que le es inaplazable, y habiendo sido tocado para el amor y para la música, no le queda sino seducir desde la urgencia de su canto apasionado. Habrá algunos que en sus delirios más atolondrados, lleguen a juzgar peyorativamente de melosas y azucaradas las canciones que en esta escena se entretejen, pero aquellos y aquellas que con rolas así han encontrado razones para estrecharse, seguro que conocen una magia única y omitida para aquellos que se limitan tan sólo a otros sabores, distintos al de la miel derramada entre dos bocas.

Para aquellos que quieran conocer o reconocer la obra de Zabdiel, les paso los links que en internet la consignan: www.soundcloud.com/zabdielmusic - www.youtube.com/zabdielmusic - www.facebook.com/zabdieloficial

Contaba Facundo Cabral que alguna vez Mahatma Gandhi había dicho que cuando el hombre trabaja, Dios lo respeta; mas cuando el hombre canta, Dios lo ama. A Zabdiel lo han amado tanto como él ha prodigado su palabra enlunarada. Su inspiración tiene ojos de mujer y alma de mar en brama, por eso su canto dulcemente adolorido se va de boca en boca, procurando besos y copas, aunque no siempre las copas son de vino, pero también embriagan, entre sangre y miel.

Jamädi…

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