miércoles, 28 de abril de 2010

En el cansancio de la noche...

Francisco Brines

En el cansancio de la noche,

penetrando la más oscura música,

he recobrado tras mis ojos ciegos

el frágil testimonio de una escena remota.

-

Olía el mar, y el alba era ladrona

de los cielos; tornaba fantasmales

las luces de la casa.

Los comensales eran jóvenes, y ahítos

y sin sed, en el naufragio del banquete,

buscaban la ebriedad

y el pintado cortejo de alegría. El vino

desbordaba las copas, sonrosaba

la acalorada piel, enrojecía el suelo.

En generoso amor sus pechos desataron

a la furiosa luz, la carne, la palabra,

y no les importaba después no recordar.

Algún puñal fallido buscaba un corazón.

-

Yo alcé también mi copa, la más leve,

hasta los bordes llena de cenizas:

huesos conjuntos de halcón y ballestero,

y allí bebí, sin sed, dos experiencias muertas.

Mi corazón se serenó, y un inocente niño

me cubrió la cabeza con gorro de demente.

-

Fijé mis ojos lúcidos

en quien supo escoger con tino más certero:

aquel que en un rincón, dando a todo la espalda,

llevó a sus frescos labios

una taza de barro con veneno.

----------------Y brindando a la nada

se apresuró en las sombras.

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