miércoles, 26 de marzo de 2008

En donde esto escribo

Recuerdo perfectamente su cara. Es que te compré un regalo pero no sé si te guste. Ella tenía razón de estar preocupada, pues la navidad anterior me había regalado una camisa horrenda, no sólo por los cuadrados rojos y azul marino, sino sobre todo porque era idéntica a una que ella portaba. No te preocupes, le dije, seguro que tu regalo me gustará. Sacó las manos de sus espaldas y me entregó un gran paquete, lo suficiente para saber que no era otra camisa y muy plano para temer que fuera un álbum de fotografías con sus recuerdos de la primera infancia. Afortunadamente no lo era. Contrario a lo que ella pensaba el regalo fue uno de los que más me han gustado, muestra clara de que no conocía mis gustos: una carpeta negra para utilizar blocks de hojas tamaño carta, con sección para tarjetas, mica para credencial, una bolsa para documentos pequeños y broche de presión. Eso ocurrió al terminar 1997. Un regalo que me permitiría olvidarme de la rabia provocada por perder los papelitos donde escribía mis poemas y que acumulaba en las bolsas de la chaqueta. A partir de ese momento aquella carpeta me acompaño a todas partes y en todo momento; desde el café solitario de media noche, hasta las agitadas mañanas de la oficina; desde la larga y sinuosa carretera, hasta la comodidad de mi escritorio. Siempre albergando versos sueltos y poemas terminados que a la larga conformaron mis cuatro primeros libros. Ese trajín se notaba en lo opaco de la piel, las cuarteduras en ella provocadas por ser imitación y el polvo inevitablemente acumulado en los resquicios de su interior. Aquellas cicatrices de tiempo me hicieron dudar en mi intensión de mantenerla conmigo por siempre. Sin embargo esas dudas se despejaron hace algunos días cuando curioseando en una tienda departamental encontré un modelo idéntico a mi carpeta. El fulgor que provee lo nuevo me cautivo y me apresuré a adquirirla, jubilando en un cajón de mi escritorio a mi antigua acompañante portafolios.

Desde hace una semana, y por los siguientes diez años, escribo en esta carpeta nueva.

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