viernes, 12 de octubre de 2018

Los libros del 68 / Última parte



Que manía eso de contar las cosas. No me refiero sólo al hecho de narrarlas, sino también, y sobre todo, de enumerarlas. Lo cierto es que, cincuenta veces de arengar “2 de octubre no se olida” ha ido también dándole forma a un ideario de la memoria. Hemos contado cincuenta veces el 68 y hemos contado el 68 de cincuenta maneras distintas. Cien, doscientas, mil maneras distintas, pero todas pendiendo de la misma raíz, la memoria. Sigo, ya para terminar, mi recuento, arbitrario, personal, bibliografía sentimental pues, del 68:

La noche de Tlatelolco
Elena Poniatowska construyó un libro de muchas voces, testimonios de lo ocurrido en aquellos meses y en la postrera y fatídica Plaza de las Tres Culturas. Escuchó a decenas de personas que airadas, indignadas, quejumbrosas o combativas narraban lo vivido. Así como adobes, con cada testimonio Elenita levanto un muro que sirvió como un monumento que se transformó en faro para aquellos que querían recordar esa ignominiosa historia. Escrito con gran pasión, este es el libro clásico del 68 y una puerta de entrada, para muchos, a un recuerdo que nunca debe ser borrado de la memoria de las futuras generaciones.

Parte de guerra
Una crónica escrita a cuatro manos por Julio Scherer García y Carlos Monsiváis aparecida hacia finales del siglo XX. En la primera parte Scherer dibuja la realidad de los acontecimientos a partir de los archivos de Marcelino García Barragán, otrora Secretario de la Defensa y que desdibujan la versión oficial del 68. Incluso, establecen por primera vez con total claridad la instrucción, ambigua y alevosa que Díaz Ordaz dio al Jefe del Estado Mayor, el cual apostó en lo alto de los edificios a soldados bien entrenados con la orden de disparar a la multitud. Por su parte Monsivais cree que es imposible vivir sin recordar el 68, la experiencia fundamental de una generación juvenil en la Ciudad de México", por ser este el que "infundió en sus participantes la sensación del cambio súbito de mentalidad... No se sintieron héroes, pero sí partícipes de la resistencia al autoritarismo". Las dos aristas fundamentales de una historia que, nobleza obliga, no echar al olvido.

Yo acuso, poesía perseguida política
Versos testimoniales de rebeldía y denuncia escritor por Leopoldo Ayala entre 1962 y 2003. Poemas que con la vehemencia de quien derriba una muralla se plantan en la memoria como una reverberación onírica que se transforma en una oleada de sentimientos reales y presentes. Conformado por 150 poemas, el volumen parecía en un principio condenado a la ignominia, hasta que, en 2003, fue editado por el Instituto Politécnico Nacional. La poética de Ayala navega a la par de la de Bertolt Brecht; ambos narradores líricos de su tiempo. Para muestra un botón: “Llevo conmigo la batalla de 629 jóvenes que habían cesado de resucitar./ Mis muñecas se doblan murientes en la trinchera de sus gestos.// Llevo conmigo los cuerpos infantiles rotos contra las baldosas/ y que ha regresado el viento./ La sangre de sus cuerpos rotos contra las baldosas,/ que el que sabe del sabor del crimen/ no ha podido hundir en la porosidad del asfalto.// Tlatelolco pisotea la frente y degüella la cabeza que estremecen los gritos.// Y yo acuso”.

Mexico 68: juventud y revolución
José Revueltas, siempre crítico, comprometido y solidario con las causas sociales. El 68 no fue una sorpresa para él (tal vez una consecuencia deseada), sí su de fatídico desenlace. En este libro se compilan todos los textos, la mayoría de ellos inéditos hasta ese momento, escritos durante los meses del Movimiento y después en Lecumberri. Sus páginas contienen una miscelánea de tonos: reflexiones críticas en torno a la autogestión universitaria; apuntes, notas y comentarios políticos, cartas, documentos y notas personales que, en rigor, son un diario del movimiento. Es tal vez, el libro sobre el 68 más crítico y lúcido de todos.

Se me quedan un par de libros sobre el escritorio. Ya habrá ocasión de hablar de ellos. La ocasión llama a preservar la memoria de algo que nunca debe ser olvidado.

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