viernes, 10 de enero de 2025

La triste e increible historia de la América Mexicana y su Trump desalmado

Por los pasillos digitales se deja sentir el cotilleo desatado por los recientes e hilarantes pronunciamientos del presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump. 

Si bien, en los primeros días tras la arrolladora victoria que obtuvo en las urnas parecía que su discurso tendía a mesurarse, dejando atrás los disparates de la campaña y centrándose en los problemas medulares que convensieron al electorado. Los enérgicas posturas anti-woke y el freno total a las ideologías de género en las escuelas, sumando otras minucias que van contra la agenda 2030 (ahora 2045), consolidaron las simpatías de sus seguidores y le granjearon las voluntades que se mantenían indecisas aun después de la elección; incluso las propuestas antimigrantes y de la posible intervención militar para combatir a los cárteles dentro de nuestro territorio quedaron opacadas. 

Sin embargo, al arrancar el nuevo año, Trump regresó a la arena mediática con una serie de declaraciones que vuelven a posicionarlo en la categoría de “borracho de cantina / peleonero de banqueta”. Además de insistir que va a quitarle la isla de Groenlandia a Dinamarca para anexarla, junto a todo Canadá a los territorios de los EUA, intensiones que por supuesto no le han hecho gracia a ninguna de las naciones aludidas. Además, don Donald, insinuó que usaría la presión económica y posiblemente militar para retomar el control del Canal de Panamá; sin dejar de lado el amague con las deportaciones masivas de inmigrantes latinoamericanos.

Pero la gota que ha derramado el vaso de la estupidez ha sido el capricho de cambiarle el nombre al Golfo de México por el de Golfo de América, pues, en parafraseo Trumpesco, “les pertenece a los gringos”. La reacción de la presidenta de México no se dejó esperar y mostró un mapamundi de 1607, tal vez el primero que intentaba dar una perspectiva total del mundo, donde el territorio de nuestro país cubre gran parte del ahora territorio norteamericano, llegando por el norte más allá de San Francisco y por el sureste hasta La Florida, designándolo como “América Mexicana”. Es por esta razón que al trozo de mar interior entre la península de Yucatán y la ya señalada Florida se le llamó Golfo de México. Si tomamos en cuenta que la fundación de los Estados Unidos data del 4 de julio de 1776, el golfo ya tenía 169 años de llamarse como se llama. Otro dato interesante es que el nombre de América Mexicana era común cuando en 1814 José María Morelos y Pavón lo incluyo en la Constitución de Apatzingan, antecedente de la primera constitución de nuestra nación.

Lo que sigue en este drama binacional seguramente será que, el congreso gringo aprobará el supuesto “cambio de nombre” al golfo y se dará una batalla mediática para tratar de imponerlo; cruzada infructuosa al paso de los años cuando se volverá a la designación conocida y aceptada por todos los organizamos internacionales. Lo mismo ocurrió con Bush hijo, cuando trató de lavar la afrenta de que el gobierno de Francia no quiso apoyarlo en su intervención militar en Irak, pidiéndole a los norteamericanos que cambiaran el nombre de “French fries” por “Free fries” para ordenar unas papas en la ventanilla de comida rápida. Sobra decir que si alguien llegó a hacerlo, el nuevo nombre “libertario” pronto fue olvidado.

En fin que los disparates el inquilino que entra a la casa blanca la próxima semana será nuevamente el sello de una administración que prometía más de lo que su “razón” puede lograr.

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