sábado, 5 de septiembre de 2020

Oráculo cáustico

Foto: Iniciátika - Blooger


Los libros acompañan la vida. Son reflejo, uno de la otra y viceversa. Son detonante y en ocasiones fragua de la realidad. Los libros ayudan a entender, acomodar, reflexionar sobre los sucesos que nos determinan y en ocasiones son los propios libros los que determinan la vida y le dan rumbo. En la historia bibliográfica de Hidalgo he ocurrido un suceso probablemente irrepetible que, durante esta semana, ha tomado tintes délficos.

Hace dieciséis años la escena política y literaria se cimbró con la parición de La Sosa nostra, porrismo y gobierno coludidos en Hidalgo, del combatiente escritor y periodista Alfredo Rivera Flores. En él, Alfredo hacia un recuento puntual y panorámico de las tropelías cometidas por quien hasta el lunes pasado fuera líder del conocido Grupo Universidad ⸺conjunto de funcionarios emanados de la máxima casa de estudios de la entidad y que a la postre cooptaron al Movimiento de Regeneración Nacional ampliando su territorio político al congreso local y, teniendo como fin último, estorbar el actuar del gobierno estatal como un “verdadero” grupo de choque político.

El libro en cuestión era resultado de una exhaustiva investigación del periodista que fue conjuntando las voces de aquellos que habían sido testigos (el mismo, por ejemplo) de los abusos y delitos de quienes, en lejanos años ya, manejaban la Federación de Estudiantes Universitarios, para después documentarlos e hilarlos en un cúmulo de las historias más oscuras de la historia hidalguense. Golpizas, secuestros, violaciones, destrucción de inmuebles públicos y una larga lista de desmanes que flotaban en la memoria y se resguardaban en el silencio de toda una generación que los presenció desde la impotencia, o en algunos casos, desde la complicidad.

A los pocos meses de la aparición del libro, el personaje aludido en titulo y portada, demandó al autor, al prologuista (el gran Granados Chapa) y al artista diseñador de la portada (Enrique Garnica) por daño moral, pretendiendo la ridícula cantidad de 16 millones de pesos para su compensación. Al paso de los años, Granados Chapa y Garnica fueron Absueltos y el acoso recayó en Rivera Flores. El juicio, convertido en el alegato judicial más largo interpuesto contra un periodista en la historia de nuestro país, tuvo una resolución a principios de este año, cuando la pandemia comenzaba a asolar los cinco continentes. ¿La resolución? Una indemnización reducida a un poco más de setecientos mil pesos que Alfredo tuvo que pagar a un hombre acusado de malversar, al menos, más de cincuenta y ocho millones de pesos.

Sin embargo, al tamiz de la detención de Gerardo en la Ciudad de México, La Sosa nostra… ha tomado relevancia y ha reafirmado su carácter de libro de culto, leyenda que comenzó cuando a raíz de la demanda, prácticamente dejó de circular. Pero, además, se establece como uno de los mayores atentados contra la libertad de expresión en nuestro estado (por donde se le mire), llenando de vergüenza al sistema judicial de nuestro país dado rumbo que tomó y las consecuencias de las acciones del personaje “dañado”.

El libro, ya prácticamente imposible de conseguir en papel, ha comenzado a circular en formato pe-de-efe por los servicios de mensajería e incluso las redes sociales. El impulso establece también un nuevo referente en la vida bibliográfica hidalguense, pues lo convierte en el único libro que ha tenido una segunda edición digital, de creación espontánea (con tintes piratescos) y que ha despertado nuevamente el interés de propios y extraños ⸺ahora también de las nuevas generaciones⸺, en una práctica poco generalizada en la vida pública, la memoria; la preservación de las historias recientes como señales en un mapa que nos permita, si eso fuera posible, predecir el futuro de los acontecimientos.

Por lo pronto, el libro de Alfredo ha remontado el interés y es un buen momento para echarle una lectura o relectura, que nos permita apuntalar o reedificar nuestra mirada crítica de la realidad.

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