jueves, 13 de octubre de 2011

Canto de otoño a los (mis) amigos

José Manuel Solá



Nos encontrábamos


junto al árbol más alto


y colgábamos la risa al canto de los pájaros;


nos encontrábamos en la plaza del pueblo


y hablábamos de historia, de amores, de ideales,


hablábamos de todo lo que el tiempo


podría depararnos,


hablábamos de Dios y la pobreza,


hablábamos del hombre y su esperanza,


jugábamos al viento entre las manos,


dibujábamos mapas con los ojos…


y así éramos felices.


Nos encontrábamos


recargados de libros y canciones,


con la alforja cargada de promesas,


con la acuarela de poemas vivos,


con la camisa de “si acaso un día”,


con el remiendo aquel del corazón


que nos hacía nuevos


sólo porque podíamos alcanzar las estrellas…


Y tal vez es por eso que éramos felices.


En cualquier lugar y bajo cualquier lluvia


reíamos, cantábamos,


perseguíamos noches,


llegábamos a acuerdos,


teníamos resueltas todas las utopías,


construíamos mundos


con la locura hermosa de los sueños…


Así fuimos felices, me parece…


Después nuestros caminos se alejaron,


se bifurcan tras esos avatares de la vida,


los sueños se quedaron anclados detrás de la mirada


como una estrella alta sobre un parque olvidado.


Y sin embargo hoy sueño


que habremos de encontrarnos


nuevamente, algún día,


junto al árbol más alto,


amigos invencibles,


siempre amigos…




9 de septiembre de 2011

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