Transeúnte solitario
El blog de Abraham Chinchillas
miércoles, 23 de octubre de 2024
lunes, 21 de octubre de 2024
jueves, 17 de octubre de 2024
viernes, 11 de octubre de 2024
¿Quién es la Nobel de Literatura 2024?
Imagen: Academia Sueca
Con mucha sorpresa se recibió, tanto en los círculos literarios como entre los lectores en general, la noticia de que la Academia Sueca había designado a la escritora surcoreana Han Kang como Premio Nobel de Literatura 2024.
A partir del escándalo que se desató en 2018, sobre la filtración de los nombres de los candidatos y sospechas de corruptelas en la designación de los ganadores del premio literario más prestigioso del orbe, la Academia ha sorprendido cada año con designaciones que se alejan mucho de las quinielas literarias, las estadísticas de ventas y la fama mediática de aquellos escritores que supuestamente son “favoritos” o “merecedores” del Nobel.
La falibilidad de estas “ternas” radica en que la muchedumbre aficionada a la literatura (y los juegos de azar) observa en los escritores propuestos aspectos que van más allá de su calidad literaria, la cual sin duda, es de primer nivel pues encontramos siempre enlistados a autores como Salman Rushdie, Anne Carson, la china Can Xue, el maravilloso Mircea Cărtărescu y hasta el más vendido en las estanterías Haruki Murakami. Pero la Academia ha demostrado que, desde hace por lo menos ocho años, ha apostado por autores que tienen una sólida trayectoria literaria más o menos alejada de los reflectores digitales, la cual ha sido construida con una observación íntima y precisa de la condición humana de aquellos que hemos habitado los últimos años del siglo XX y lo que va del XXI.
Es así que, la Academia Sueca dijo que la obra de la surcoreana "confronta traumas históricos y conjuntos de reglas invisibles". Además, "Tiene una conciencia única de las conexiones entre el cuerpo y el alma, los vivos y los muertos, y en su estilo poético y experimental se ha convertido en una innovadora de la prosa contemporánea".
Han Kang nació en noviembre de 1970 en Ciudad Metropolitana de Gwangju, Corea del Sur. Su padre, Han Seung-won, era novelista he influyo determinantemente en el camino literario de su hija. Sus primeros poemas aparecieron en la revista surcoreana “Literatura y sociedad” en 1993. Dos años después publicó su primer libro de relatos titulado "El amor de Yeosu".
Su obra más reconocida es "La vegetariana", publicada en tres partes desde 2007. Este libro la hizo acreedora al prestigioso premio Booker Internacional en 2016. Además de este libro pueden encontrarse en español los libros “Blanco”, “Actos humanos” y “Lecciones de griego”.
Su prosa poética engloba historias de un de una profunda humanidad donde describe la lucha permanente del ser humano por enfrentar sus limitaciones, sean físicas o emocionales, para superar los límites que nos encierran en la deshumanización del mundo moderno. Precisamente en "Lecciones de griego" (aparecido apenas el año pasado), Han explora la relación de un profesor de griego que está perdiendo la vista y una mujer que ha perdido su capacidad de hablar; en ello el destello del amor, se asoma.
Han Kang se convierte en la primera mujer asiática en recibir el Nobel de Literatura y ocupa el lugar 18 en la lista de mujeres que han sido galardonadas con este premio.
Enhorabuena para la literatura surcoreana, para la literatura escrita por mujeres y para la literatura universal.
jueves, 10 de octubre de 2024
martes, 8 de octubre de 2024
viernes, 4 de octubre de 2024
Presidenta con “a”
Sin duda alguna, presenciar la toma de protesta de una mujer a la presidencia de la república ha sido un hecho conmovedor. Más allá de las filias y las fobias políticas, el hecho en sí, es más que un hito histórico en México; significa un cambio radical en el esquema de los roles de género, sociales y por supuesto políticos que, a pesar de lo que se diga, siguen siendo sesgadamente tradicionales.
El inicio de un nuevo sexenio, encabezado por Claudia Sheinbaum, genera una serie de expectativas y renueva las esperanzas de corregir los rumbos que se presumen inciertos en una serie de políticas establecidas por AMLO que han generado descontento e incertidumbre en sectores de la población que no se contaban en los detractores de la 4T, por el contrario, eran grupos sociales que miraban con aprobación la llegada de la izquierda a la posición más alta de la política nacional. Creo fervientemente que, si su partido y la sombra de Andrés Manuel la dejan, la doctora podrá imprimir un sello personal a su presidencia que cambiará definitivamente la forma de mirar y ejercer el poder, y el acceso de las mujeres a esas posiciones. Reitero, si la dejan, podríamos pensar en que el suceso de tener una presidenta de México pueda repetirse dentro de seis años y un poco más.
Debo confesar que la única incomodidad que me generaba la posibilidad de que una mujer ganara la elección presidencial era de tipo lingüístico. Me explico. La palabra “presidente” significa “quien preside”, explicado burdamente es “el ente que preside”, por lo tanto incluye ambos géneros. De tal manera una mujer es “atacante” o “donante” y no “atacanta” o “donanta”. Hasta ahí, la resolución idiomática me era sencilla y me disponía a pasar seis años (cuando menos) discutiendo sobre el uso correcto de la “presidente Sheinbaum”. Pero como detesto a los quejosos, sobre todo a aquellos que querellan sin fundamento, me sumergí en la gramática española para sustentar mi perorata.
Cabe aquí una anécdota personal. Durante varios años me dediqué profesionalmente a escribir discursos sobre temas educativos. El primer tropezón en aquella andanza fue la obligatoriedad de usar el mentado “lenguaje inclusivo”. No me refiero a las idioteces de “todes”, “alumnes” o “amigues”, sino a la exigencia del “alumnas y alumnos”, “maestros y maestras”, “las y los estudiantes”, haciendo de los mensajes un trompicar continuo e innecesario. Si embargo, tras largos debates con mi entonces jefe (un viejo amigo al que quiero enormemente, Juan Benito Ramírez), juntos llegamos a la conclusión que el hecho de llevar ciertas palabras a la reiteración de ambos géneros era una deuda histórica de la peor ofensa social que ha azotado a este país: la invisibilización de las mujeres. Por lo tanto, mencionarlas significaba la reivindicación de su derecho a ser vistas, de reconocer su presencia y la importancia de su quehacer en todos los ámbitos sociales. A partir de ese día, deje de escribir esos discursos malhumorado.
Resulta entonces que el malhumorado lingüístico ocasional que esto escribe, encontró que la Real Academia de la Lengua Española, efectivamente ha aceptado el término “presidenta” ¡desde hace más de dos siglos! El registro académico en el diccionario de un femenino válido en términos como “dependienta”, “asistenta”, “infanta” o “intendenta” data de ¡1803! Esto incluye por supuesto, la designación de “presidenta”.
Una vez aclarado que nombrar a una jefa de estado “presidenta” no corresponde a las caprichosas modas del lenguaje “inclusive”, sino que tiene un fundamento lingüístico basado en “la presencia de las mujeres en distintos campos (que) ha dado lugar a la flexión con la partícula -a en nombres de profesiones u oficios”, según la nota de la misma RAE, le doy la bienvenida a la nueva presidenta de México, deseando que le vaya bien para que le vaya bien a esta patria, todavía tan maltrecha y tristemente dividida.