miércoles, 25 de septiembre de 2013

La palabra de Martín Rangel

Emiliano Páramo

La feria del libro que el CECULTAH celebra en el Centro Cultural del Ferrocarril, siempre ha sido para mí, entre muchos otros prodigio, un costal rebosado de buenas noticias. Ahí, en los pasillos y las salas, me ha tocado conocer a algunos de los más queridos amigos de la historia reciente de mis días. Owin Vocal, El eNe, Daniel Sada, Agustín Cadena y una larga lista de nombres y ocasiones, que me han fundado asombrosos instantes, donde abundan la mejor de las charlas y la más fraterna solidaridad baldeada de buenos decires.

Ahí, en la feria de este año, conocí al poeta Martín Rangel, un musicante de palabras que enumera apenas 19 cumpleaños en su haber, y que, desde su obra y su persona, confirma para su oficio, la posibilidad de la esperanza.

Actualmente estudia letras hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y no ha dejado de escribir desde que comenzó a hacerlo en la escuela, donde la clase del escritor Alfonso Valencia, le provocara la necesidad de levantar desde la hoja en blanco, señales y poesía. Estoy seguro que Alfonso, además de ser un muy buen escritor y hombre de palabra, es también un excelente maestro; pues soy amigo de algunos más que también han tenido la oportunidad de abrevar de su experiencia, recogiendo notables consecuencias para su vida y su asombro. Al maestro lo conocí hace tiempo, pero le perdí la pista mientras el trabajo en las comunidades del Valle, me alejó de la ciudad y sus noticias. Hoy que lo vuelvo a ver, celebro junto a sus premios y su posición en la escena de las letras de Hidalgo, el encontrar a un hombre generoso y humano que aprende mientras enseña, y hace que sus alumnos y amigos con los que comparte el oficio, también crezcan en sabiduría e inteligencia mientras la palabra ocurre. La formación de Martín Rangel ha estado ligada al ejemplo del maestro, pero aun mucho más allá del salón de clases, pues la amistad le ha permitido asomarse también a la parte humana, y atesorar herramientas para el camino en el que construye su propia voz.

La voz poética de Martín es una voz madura, estoy de acuerdo en eso con Alfonso Valencia, quien lo dijo primero, y pienso que esa madurez es producto de su misma juventud, pues los apetitos y el asombro de sus años, le han dotado de una vocación ineludible por la musicalidad y la imagen, que junto a su dedicada formación, lo ponen a la cabeza de su generación en Hidalgo.

Alfonso Valencia lo coloca en un selecto grupo de jóvenes escritores, como el futuro de la literatura de nuestra entidad; estoy de acuerdo, pero me parece que el presente también se nutre desde la obra de Rangel, que se abre paso seguro en publicaciones electrónicas, y espera su muy pronta aparición en un libro físico que, sé muy bien, habrá de enriquecer las arcas más elevadas de la palabra en Hidalgo.

Actualmente es el jefe de redacción de la revista TINTERO. En el 2012, obtuvo el primer lugar del XXVI Concurso de Creación Literaria del ITESM, en la categoría de poesía. Fue invitado al Círculo de Escritores Hidalguenses durante la FILP 2013 y en la FUL (UAEH) de este mismo año.

El poeta Diego José ha dicho que disfruta los poemas de Rangel por su musicalidad, aseveración que suscribo, pero el capital de su poesía no sólo es habitado por un buen ejercicio de la melopea, sino también por la riqueza de sus construcciones e imágenes, lo que permitirá que la obra de este joven poeta hidalguense sea apreciada no sólo por los especialistas, sino también por el nuevo lector y el escucha ocasional. Esta capacidad habrá de convertirlo en además de un poeta célebre, también en un escritor leído, cosa que en este país, no siempre le ocurre a sus colegas de oficio.

En la pasada feria del libro de la UAEH, le preguntaron a Benito Taibo si México tenía remedio; él respondió que sí, y que ese remedio comenzaba en los jóvenes lectores que de a poco van inundando de palabras libertadoras, este país nuestro que tanto nos duele hoy. Yo sé que también comienza en los que como Martín, se atreven a decir lo suyo: palabras de amor contra el olvido, altas palabras para salvar el día, y palabras honestas que habrán de levantar el presente y sostener el futuro. Espero con ansia el libro de Martín Rangel; sé que su poesía llenará desde los ojos de sus lectores, los huecos interminables del presente aciago donde, de a ratos, falta el amor que la palabra convoca.

Jamädi…

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