viernes, 24 de abril de 2015

Sixto Valencia Burgos, historietista


Este año que amargamente va llegando al quito mes, será recordado por  la muerte de uno de los historietistas más importantes de nuestro país y orgullosamente hidalguense: Sixto Valencia Burgos, quién murió a los 81 años de edad el día de ayer en la ciudad de México. Curiosa, aunque dolorosamente, su fallecimiento sucede en el año del centenario del otro gran historietista hidalguense, don Gabriel Vargas.

Dibujante versátil, lo mismo abordó la historieta histórica que la humorística. Delineó una veintena de títulos gráficos entre los que se encuentran: “El libro único”, “Criollo el caballo invencible”, El látigo negro”, “El charro de oro”, “Biografías selectas”, “La serpiente desplumada” y “El caballero de la mesa cuadrada”.

Sixto nació en Villa de Tezontepec el 28 de marzo de 1934. Fue ahí, en esos campos agrícolas donde dio rienda suelta a su espíritu creador, comenzado a dibujar en maderos y pecas de maguey, era apenas un niño. Cuando creció un poco más y tuvo edad para poner los ojos en el horizonte, se trasladó a la ciudad de México para estudiar en la prestigiada Academia de San Carlos, no sin que esto le significara un gran sacrificio a su familia.

A los 17 años encontró su primera oportunidad para dibujar en un diario de la Capital. Más tarde, comenzó a darle vida a través de su lápiz a “Cliperton”, su primera obra completa, una publicación de más de 320 páginas que le había encargado la Unión de Linotipistas de la República Mexicana, corría ya el año de 1958.

En 1959 conoció a Yolanda Vargas Dulcé, para quien dibujaría 3 años después, en el 62, “Milagros de Cristo”, primera historieta en la que ambos creadores comenzarían una fructífera relación creativa.

Al año siguiente, en 1963, doña Yolanda le propone dar vida gráfica a un personaje que rondaba su mente: Memín Pinguín. Fue así que Sixto daría forma y color a su más grande creación, considerándolo el padre de uno de los personajes más representativos no sólo de la historieta mexicana sino de la cultura nacional en su conjunto.

Aunque la mancuerna Vargas y Valencia continúo trabajando por muchos años más, fue Memín Pinguín el más importante de sus éxitos, siendo una historieta que incluso trascendió fronteras, publicándose en Colombia, Perú, Bolivia, Irán, Italia, Estados Unidos, Japón y Filipinas.
Cuando Memín llegó a los cincuenta años, Sixto dijo de él: “(…) es cómo mi hijo, yo le di forma, lo vestí, le di personalidad y un lenguaje propio, y eso es lo que al público le gustó y ha gustado”.

Su trabajo nunca cesó y en la década de los 90’s fue director de la revista Mad- México, publicación especializada en el “comic” de talla internacional. Su trayectoria fue reconocida por el Gobierno del Estado de Hidalgo a través del  CECULTAH otorgándole en el 2013 el Premio al Mérito Artístico.

El año pasado recibió un homenaje en la FIL de Guadalajara, donde recibió el premio “La Catrina”, que le fue otorgado durante el Encuentro Internacional de Caricatura e Historieta; en aquellos días de finales de 2014, se veía contento, siempre sonriente y con su sombrero característico; refirió el deseo de no ser sorprendido por la muerte pues estaba deseo de continuar con algunos proyectos que le ocupaban, ella, la catrina, la huesuda, fría e indiferente no le cumplió el capricho.

Hace apenas mes y medio, durante la Feria del Palacio de Minería, el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, presentó el volumen “Sixto Valencia, una vida entre viñetas”, una suerte de biografía ilustrada de Luis Gantus y Melina Gatto, donde el lector puede recorrer la vida, poco conocida, de uno de los artistas más destacados de Hidalgo.

Recuerdo ahora, al ir terminando estas líneas, la última vez que charlé con Sixto, en el lobby de un hotel hace un poco más de diez años; una entrevista mal lograda porque nos dedicamos al cotorreo y no a registrar en la grabadora las preguntas y las respuestas, así era siempre con él, una charla amena y profundamente interesante, hablando siempre de las anécdotas que rodearon sus creaciones.

Frente a la prensa internacional dijo alguna vez: “Espero ser recordado como un dibujante que brindó su arte para el sano entretenimiento de las familias y que dejó un legado cultural e México”. Sin duda lo recordaremos así, pero también como un hombre afable, integro, que siempre ejerció su profesión de dibujante, combatiendo al mismo tiempo porque se respetara el quehacer del historietista.


Descanse en Paz don Sixto Valencia Burgos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario