jueves, 23 de abril de 2015

La hoja y la mirada: El lenguaje de la musa

Pardeaba la tarde, bañando suavemente la plaza de Coyoacán, mientras yo le preguntaba, con cierta febrilidad al poeta Eduardo Hurtado: “¿Por qué la poesía siempre está relacionada con el amor?”. Él, dejó con serenidad la taza sobre el plato después de haber tomado un sorbo de café: “Tal vez porque el acto poético es lo más parecido al acto amoroso”. Esta máxima resume la respuesta que muchos poetas a lo largo de la historia han encontrado a la misma pregunta: Es el amor lo que nutre a la poesía. Parafraseando a Mario Benedetti, todos los poemas son de amor, no importa si hablan de exilio o de política, siempre son de amor.

Propia de esta tradición irrumpe en la escena literaria hidalguense una joven poeta, América Femat, con un primer libro, ”Inexorable”; un poemario íntimo, de un erotismo sutil pero desbordante. En sus páginas conviven distintos matices de una misma voz, la de una poeta que ha descubierto la poesía como único e inevitable camino para la redención, por el cual se emprende un viaje, que se sabe, no tiene retorno.

El poeta cambia el sentido de las palabras. /El tiempo no pasa inexorable /de paladar y poema.

Veintiún textos que, cual diario de viaje, son resultado de la exploración que la autora ha hecho por la acción poética, usándola para describir estadías de gracia que permiten el desarrollo de un poema que se ha pensado desde hace tiempo, que se ha rumiado en el silencio o la soledad de lo cotidiano; existe una pléyade de poetas que creen que el primer verso lo dictan los dioses, pero es un acto deliberadamente humano el continuarlo hasta el final, acto que requiere de muchas horas de trabajo escritural.

Acostumbrados a la idea arcaica de que es el poeta (el héroe), varón, el que requiere de una musa (en el mejor de los casos) para convertirla en el objeto de su poesía, en la chispa detonante de los versos y a la vez, en el destino final de la existencia de estos; nos vemos sorprendidos, apabullados de la determinación con que ésta musa se ha levantado en armas y ha tomado la espada de la palabra para salvar al héroe (que tal vez no es poeta, no importa) envolviéndolo con el amor que le profesa, en versos, afilados pero suaves, rescribiendo una mitología que cada vez nos sonaba más a cuento de hadas.

Mi héroe se arroja tierno /al cansancio dormitante /respira quedo, murmura fuerte. /Levedad del sueño que protejo.

Encontramos poemas de una candidez brillante, pulcra, sin falsas pretensiones:

Papel y letras se escapan, /se pronuncian libres /encendiéndose igual que luciérnagas  en el aliento de lechosa espuma, /arden crepitantes en un rugir tierno.

En ellos resalta la emoción de quien comienza a nombrar las cosas que lo rodean, con ese lenguaje propio de los poetas, a veces abigarrado pero siempre preciso, mostrándonos a una autora convencida del poder mágico de sus palabras.

Sin embargo, se nota el transcurso, el devenir que la poeta ha tenido en su búsqueda, dejando poemas como un rastro que estremece, que hace sonrojar al más taimado; es pues una poesía que toca, que seduce, que transforma:

Hiedra, asedias pacífica, clara, tierna, /desde el centro de mi ombligo. //Tus raíces extiendes en mis caderas, /me sumerges noctámbula, precisa. //No te apartas y te respiro hondo. //Exhalo en la orilla de tu superficie /para ahogar un orgasmo.

Detrás de ella, susurrándole al oído, están los espíritus de poetas que le recuerdan que no puede renunciar a su destino en la poesía: Octavio Paz, Alejandra Pizarnik, Rosario Castellanos, Robert Graves; quienes han forjado los surcos por donde se alimenta de tinta la pluma de Femat.

Tu lengua /desliza /espejos líquidos /habla, /musita, /pulsa, /anguila /juguetona.

Dice un personaje del filme Four Weddings and a Funeral: “Que al llegar a la vejez, tengamos el orgullo de decir: Alguna vez fui adorado.” El héroe de “Inexorable” sin duda podrá hacerlo.

El libro fue editado por Ablucionistas Press con el apoyo del Ayuntamiento de Tizayuca, logran así mostrar que las independientes son una magnífica oportunidad de conocer nuevos autores, emergentes como les llaman ahora, quienes conforman las filas de la nueva poesía mexicana.

Este poemario es una deuda que la autora tenía, sin saberlo, con sus lectores –latentes e ignaros de sus hechizos–; con el pago de ella América Femat ocupa un lugar en el ya amplio espectro poético de Hidalgo y en la lista de mujeres que a través de la literatura aman y viven con plenitud.


El alfabeto es pequeño para una estela /de tres puntas que me persigue donde existo.


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