viernes, 11 de abril de 2014

Un pueblo que come y canta…

Emiliano Páramo
Mi abuela decía que pocas cosas pueden compararse a la ocasión de celebrar la riqueza de nuestro origen, sobre todo, cuando se trata de un afán que recupera y preserva elementos definitivos de nuestro día a día. Yo nací en Santiago de Anaya, en el corazón del Valle del Mezquital; por eso, muchos de los platillos de los que conforman la muestra de la feria gastronómica de mi patria chica, reunieron siempre a mi familia frente a la mesa; y ahí, a la hora de la comida, la flora y la fauna de mi tierra, fueron testigos de nuestro modo de ser y de vivir.
Reza el adagio popular que: “somos lo que comemos”. Si esto es así, en el Valle del Mezquital, en Santiago de Anaya, donde el entorno define y construye nuestra gastronomía, somos también las flores de plantas y los animales de los que nuestra gente inventa el desfile de sabores, aromas y colores con los que se engalana la vida, en el acto cotidiano de comer. La gastronomía de Santiago de Anaya, es un regalo del entorno; por eso, mis paisanos, colectan y cazan, igual que lo hacían nuestros antepasados: con el respeto y el agradecimiento debidos, a la naturaleza que, a pesar de lo accidentado y seco de nuestro territorio, es pródiga, y nos permite reinventarla desde nuestro particular modo de entender el mundo, hasta la mesa nuestra de cada día.
En su libro-recetario dedicado a los hábitos culinarios de este Valle, la doctora Yesenia Peña, importante estudiosa de nuestras costumbres, agradece a sus abuelos por el vivir y el buen comer. Eso lo entiendo bien, porque la dimensión de los abuelos es definitiva; sin el concepto más inmediato de la palabra, no se podrían explicar la historia y la tradición de nuestra casa, porque hablar de comida es, ante todo, hablar de familia.
Desde hace más 30 años, a iniciativa de Don Carmelo Ángeles Moreno, se realiza en Santiago de Anaya, la muestra gastronómica más importante de la cultura hñähñu. El evento ha cobrado tal importancia que hoy no se podría explicar la sabiduría de mi tierra, sin los más de dos mil participantes de cada edición, que recuperan, preservan y reinventan la cocina tradicional de este valle de mezquites. La “muestra”, fortalece nuestra identidad y nos posiciona como el principal destino de turismo gastronómico en Hidalgo. El evento, además, ha puesto en los medios nacionales e internacionales, las prácticas gastronómicas de nuestra región; es así que la búsqueda milenaria de nuestra gente, por proveerse y sobrevivir, hace que hoy, Santiago de Anaya y su comida, sean reconocidos y valorados más allá de las fronteras del país.
Aunque lo que para el mundo de afuera es algo exótico, y muchas veces inverosímil, para nosotros es asunto de cada día. Las larvas, los gusanos, los animales del campo, las flores y los frutos del Valle, no son sino lo cotidiano de una práctica que comenzó hace mucho, cuando nuestros antepasados llegaron a poblar estas tierras, y ahí se dedicaron a vivir, simplemente a vivir.
Este año se estará celebrando la edición número 34 de la Feria Gastronómica del Valle del Mezquital, donde la cifra de participantes, como cada ocasión, superará las anteriores, con lo que la historia tendrá paginas nuevas que contar, de esta fiesta donde el tema, más que la comida, es la vida misma; porque cocinar es una manera de interpretar el pedazo de mundo donde nos tocó echar raíces, florecer y dar frutos. En mi pueblo, la gente sabe que en el patrimonio inmaterial e intangible que representa nuestra gastronomía, está presente el afán de los hñähñu por sobrevivir y mantener el equilibrio necesario para que el Valle sobreviva con nosotros. Somos de la tierra, y la tierra es con nosotros; ella fructifica para que nosotros, que somos sus hijos, con su licencia, tomemos de la creación y estemos listos para la cosecha.
La muestra gastronómica es para nosotros un espejo, donde podemos reconocernos desde cada uno de los platos y bebidas dispuestos; para muchos otros, entre los que tal vez estén ustedes, queridos lectores, puede ser una ventana al mundo de un pueblo que “come y canta”… Del 17 al 20 de abril, estaremos de fiesta en Santiago de Anaya, para celebrar los olores y sabores de la cocina hñähñu; los esperamos ahí, para que nos acompañen y se sumen a esta historia. Buen provecho… y más que nunca, Jamädi…

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