martes, 5 de marzo de 2013

El Susto The Skarado

Emiliano Páramo

Le dicen El Susto y vive en la colonia La Providencia, en Mineral de la Reforma. Tiene la mata larga y cuando pasan lista en la escuela, responde al nombre de Hugo Salazar Olvera. Lo conocí hace casi un año, cuando él prestaba servicio social en una de las áreas de la propia universidad donde cursa las últimas materias para licenciarse en diseño gráfico. Lo primero que llamó mi atención fue el enorme talento con el que se desempeña profesionalmente, pues aunque aún no termina la escuela, su trabajo lo ejerce sustentado en la profesión de fe que significa para él hacer que de los trazos surjan indefectibles el tiempo y la memoria. El diseño es la parte, digamos, oficial de sus quehaceres, porque el buen Susto también es músico, compositor, pintor, dibujante, artesano y algunos etcéteras más.

 
Sin menosprecio de su entorno, debo resaltar el hecho de que a pesar de los desafíos propios de un joven que ha crecido con ciertas carencias en lo material, o tal vez por eso mismo, Hugo es un chavo que a mis ojos resulta un buen ejemplo de perseverancia, talento, trabajo y creatividad. Desde hace algunos años, y casi por accidente, aprendió lo que hoy es la base de su sustento: las artesanías. Todos los domingos se le puede encontrar en el tianguis de la colonia San Cayetano, ofertando algunas de las mejores piezas que he visto en el mercado pachuqueño. Fibras naturales, piedras semipreciosas, metales, cerámica y otros materiales, le han servido para entretejer prodigiosamente arte puro “para llevar”. Poseo uno de sus trabajos elaborado bellamente con ámbar de Chiapas y cuero negro; se lo compré casi cuando nos conocimos, y lo presumo con orgullo, pues verdaderamente este joven artista recrea los materiales haciendo de cada pieza un verdadero milagro portable.

 
Para Hugo, la amistad es el valor más grande entre los grandes, eso me queda claro: siempre han sido los amigos los que han estado detrás de muchos de los afortunados encuentros con su vocación de cantor, músico y reinventor de ocasiones para celebrar los privilegios de la vista. Un cuate le enseñó a tocar la guitarra; después viendo, oyendo y dándole duro, comenzó a tocar la batería. Al principio tocaba con una bataca prestada; hoy, después de mucho trabajo, tiene la suya, aunque recientemente pasó de ser el baterista, a convertirse en el vocal de su propia banda. Fue hace relativamente poco que comenzó su historia con la The Sakarada Band, un grupo pachuqueño de ska, que ya se ha hecho sonar duro, y teloneando los toquines de bandas como Los Caligaris, Los Auténticos Decadentes, Los Victorios , Los Korucos, La Royal Club, La Real Skazes, Inspector y Maskatesta.

 
Con la The Skarada, Hugo no sólo asiste a la posibilidad de hacer música y pasarla bien, pues la banda también le permite alzar la voz y proclamar la bienaventuranza de su “hambre y sed de justicia”. Muchas de las agrupaciones del género, en el mundo, enarbolan un compromiso irrenunciable con las causas del pueblo; Hugo, que es un muchacho que ha crecido con los ojos bien abiertos, canta sus más sinceras ansiedades, y hace suyas la voz y la mirada de aquellos que construyen desde el presente, la posibilidad de hacer de la utopía un territorio posible.

 
El Hugo diseñador es onírico y juguetón. Cuando era adolescente, como muchos, se dedicó al arte urbano por las calles y muros de la ciudad; hoy día, su obra trasciende aquellos años y los escenarios ocasionales, para convertirse en una voz propia y sólida donde la revolución se entreteje entre luces y sombras que provocan al color, entre miradas de asombro deleitoso. Alguna vez miré los personajes que había creado para una campaña “institucional” de fomento de la lectura; las imágenes eran una fiesta, ingeniosas, muy bien trazadas, divertidas, irreverentes y efectivas.

 
Creo sinceramente que muchos jóvenes en Hidalgo, entre los que se cuenta Hugo Salazar, están abriendo las puertas al presente; se ocupan de reventar los viejos signos, y se afanan por construir con su palabra y la obra de sus manos, puentes indestructibles hacia un mañana donde la gloria esté donde está su corazón. Hay un son que está pateando desde sus bocas, y no habrá de parar, porque la urgente necedad de fundar el mañana, es vocación en el alma de aquellos que “nunca bailarán solos; se acabó la soledad”.

 
Jamädi…

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