1.
Testa ininteligible para Octavio Paz
Despacio,
con su lengua bífida, susurrando
una historia tan distinta
a la otrora escuchada de su padres.
Lluvia que no entiende
el cantar del ave que la llama.
Moneda al aire, una risa
se escucha apenas.
2.
Octavio Paz es sin lugar a duda un traductor de cepa. Dicho adjetivo se suma a la innumerable cantidad de oficios literarios que ejerció. Este, el de traductor es tal vez uno de los que generan menos discrepancias, tal vez, porque en él imprimía dos de sus más grandes pasiones: la lectura y la creación poética.
3.
La mayoría de sus traducciones se contienen en “Versiones y diversiones”, volumen en el cual se confirma que el impulso primigenio que lo llevó a este ejercicio fue siempre el deseo de compartir con otros lo que a él mismo hacia disfrutar. “Es el resultado de la pasión y la casualidad”, escribió.
4.
Reflexionaba, siempre con su característica elocuencia, sobre el ejercicio de traducir: “El punto de partida del traductor no es el lenguaje en movimiento, materia prima del poeta, sino el lenguaje fijo del poema. (…) Su operación es inversa a la del poeta; no se trata de construir son signos móviles un texto inamovible sino demostrar los elementos de ese texto, poner de nuevo en circulación los signos y devolverlos al lenguaje”.
5.
El destino final de su ejercicio como traductor era el mismo del resto de sus incursiones literarias: la creación. Pero al ser traductor sustituía por gozo la academicidad y la reflexión. “El punto de partida fueron poemas escritos en otras lenguas; el de llegada, la tentativa de escribir, con ellos, poemas en la mía”. Era por ello no incluía los poemas en lengua original, sino solamente las versiones que de ellos menaban como un poema nuevo, buscando lo que otros grandes traductores buscaron.
6.
Paz no solamente traducía de las lenguas que hablaba, también de otras en las cuales, sus incursiones eran apoyadas por amigos: para traducir del sueco se ayudo del poeta rumano Pierre Zekeli; para traducir del chino recurrió no solamente transcripciones fonéticas y traducciones interlineales, sino que también se acogió al consejo del poeta Wai-lim Yip.
7.
Mención especial merece la traducción que realizó de Basho, permitiendo por primera vez a una lengua occidental el embelesamiento del haiku. En dicha aventura Paz no solamente fue apoyado por Eikichi Hayashiya, sino que ejerció con entera libertan la creación ideal de la traducción poética: crear imágenes, cadencias, músicas similares a través de idiomas distintos. Se destacó como un traductor audaz, rodeando de polémica sus versiones.
8.
Entre los autores que tradujo están: Apollinaire, Pessoa, Michaux, Gunnar Ekelöf y el mencionado Basho. Para completar la geografía estética de los gustos de Paz es necesario mencionar algunos autores de los cuales realizó frustradas versiones las cuales quedaron pendientes: Dante, Yeats, Tasso, Leopardi y Wordsworth.
9.
Octavio Paz siempre estuvo cerca de sus traductores, entre ellos destacan dos: el norteamericano Eliot Weinberger y el francés Claude Esteban. Aun cuando Paz dominaba el inglés y su francés era suficiente para realizar él mismo versiones de su poesía en esos idioma, permitía que otros emprendieran dicha tarea, de la cual, se mantenía muy atento; sin embargo, dejaba a los traductores el libre albedrio del ejercicio.
10.
Sin embargo las traducciones que de la obra de Paz se han hecho a otros idiomas no siempre han obtenido la acogida de los lectores; recientemente el mismo Seamus Heaney, Premio Nobel de literatura 1995, dijo que la poesía del Nobel mexicano estaba sobrevalorada. Su argumento radica en que es “difícil, francamente, para un inglés entrar en su poesía, incluso para los más interesados”. Caldo de cultivo para discutir sobre las traducciones hechas del trabajo de uno de los poetas-traductores por excelencia: Octavio Paz.
Testa ininteligible para Octavio Paz
Despacio,
con su lengua bífida, susurrando
una historia tan distinta
a la otrora escuchada de su padres.
Lluvia que no entiende
el cantar del ave que la llama.
Moneda al aire, una risa
se escucha apenas.
2.
Octavio Paz es sin lugar a duda un traductor de cepa. Dicho adjetivo se suma a la innumerable cantidad de oficios literarios que ejerció. Este, el de traductor es tal vez uno de los que generan menos discrepancias, tal vez, porque en él imprimía dos de sus más grandes pasiones: la lectura y la creación poética.
3.
La mayoría de sus traducciones se contienen en “Versiones y diversiones”, volumen en el cual se confirma que el impulso primigenio que lo llevó a este ejercicio fue siempre el deseo de compartir con otros lo que a él mismo hacia disfrutar. “Es el resultado de la pasión y la casualidad”, escribió.
4.
Reflexionaba, siempre con su característica elocuencia, sobre el ejercicio de traducir: “El punto de partida del traductor no es el lenguaje en movimiento, materia prima del poeta, sino el lenguaje fijo del poema. (…) Su operación es inversa a la del poeta; no se trata de construir son signos móviles un texto inamovible sino demostrar los elementos de ese texto, poner de nuevo en circulación los signos y devolverlos al lenguaje”.
5.
El destino final de su ejercicio como traductor era el mismo del resto de sus incursiones literarias: la creación. Pero al ser traductor sustituía por gozo la academicidad y la reflexión. “El punto de partida fueron poemas escritos en otras lenguas; el de llegada, la tentativa de escribir, con ellos, poemas en la mía”. Era por ello no incluía los poemas en lengua original, sino solamente las versiones que de ellos menaban como un poema nuevo, buscando lo que otros grandes traductores buscaron.
6.
Paz no solamente traducía de las lenguas que hablaba, también de otras en las cuales, sus incursiones eran apoyadas por amigos: para traducir del sueco se ayudo del poeta rumano Pierre Zekeli; para traducir del chino recurrió no solamente transcripciones fonéticas y traducciones interlineales, sino que también se acogió al consejo del poeta Wai-lim Yip.
7.
Mención especial merece la traducción que realizó de Basho, permitiendo por primera vez a una lengua occidental el embelesamiento del haiku. En dicha aventura Paz no solamente fue apoyado por Eikichi Hayashiya, sino que ejerció con entera libertan la creación ideal de la traducción poética: crear imágenes, cadencias, músicas similares a través de idiomas distintos. Se destacó como un traductor audaz, rodeando de polémica sus versiones.
8.
Entre los autores que tradujo están: Apollinaire, Pessoa, Michaux, Gunnar Ekelöf y el mencionado Basho. Para completar la geografía estética de los gustos de Paz es necesario mencionar algunos autores de los cuales realizó frustradas versiones las cuales quedaron pendientes: Dante, Yeats, Tasso, Leopardi y Wordsworth.
9.
Octavio Paz siempre estuvo cerca de sus traductores, entre ellos destacan dos: el norteamericano Eliot Weinberger y el francés Claude Esteban. Aun cuando Paz dominaba el inglés y su francés era suficiente para realizar él mismo versiones de su poesía en esos idioma, permitía que otros emprendieran dicha tarea, de la cual, se mantenía muy atento; sin embargo, dejaba a los traductores el libre albedrio del ejercicio.
10.
Sin embargo las traducciones que de la obra de Paz se han hecho a otros idiomas no siempre han obtenido la acogida de los lectores; recientemente el mismo Seamus Heaney, Premio Nobel de literatura 1995, dijo que la poesía del Nobel mexicano estaba sobrevalorada. Su argumento radica en que es “difícil, francamente, para un inglés entrar en su poesía, incluso para los más interesados”. Caldo de cultivo para discutir sobre las traducciones hechas del trabajo de uno de los poetas-traductores por excelencia: Octavio Paz.
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