José Manuel Solá
Hemos perdido un niño:
el niño que buscamos
le daba la razón a las auroras,
hablaba del perdón y la justicia
y anduvo pensativo caracolas marinas;
al hablar, te miraba a los ojos
con un véspero azul en la mirada;
los pájaros del Sur obedecían
el canto de Sus manos
y el viento se hacía dócil a su mando al cruzar los olivos.
Él llenó de crepúsculos las casas
por donde un día pasó
compartiendo su pan, el vino, el agua
y la paz y los sueños de un mañana no visto.
Sus cabellos hervidos agitaban los astros.
Sus sandalias traían arenas de mil playas, polvo de otros caminos
y un rocío de noches sin descanso.
Todos lo abandonamos... ¡todos!... todos lo abandonamos.
Y cuando ya descalzo,
con la frente enjambrada de futuros,
nos invitó a seguirlo
borramos cada huella del camino
y el eco de su voz
hasta perderlo.
Nació en Belén
muy pobre,
muy humilde...
Y nos amaba.
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