jueves, 6 de marzo de 2008

"Los Falsificadores", el dilema de ayudar al enemigo o salvar la vida

Jueves 6 de marzo
Funciones: 15:00, 17:00, 19:00 y 21:00 horas
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Lo que pasó en los campos de concentración nazi durante la II Guerra Mundial es conocido por todos gracias a películas, documentales e información que nos ha llegado por múltiples canales. Pero no todas las historias que allí ocurrieron han salido a la luz. La cinta Los falsificadores inicia en el Berlín de 1936, donde Salomon Sorowitsch es rey de los falsificadores de moneda. Pronto es arrestado por los nazis y llevado a un campo de concentración donde es obligado a trabajar para ellos junto a otros copistas. Tras ser detenido como un criminal peligroso, el falsificador profesional se suma a un grupo de judíos expertos en impresión, dibujo y técnicas de realización de papel, quienes sobreviven durante varios años en Auschwitz gracias a sus dotes con el pincel. Los nazis utilizan a los falsificadores judíos para producir billetes falsos de las naciones enemigas del Reich. Su misión es conseguir el billete falso perfecto para que los alemanes puedan costear su guerra y ganarla.
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Por ello, los falsificadores tienen cómodas camas, buenas comidas e, incluso, derecho a ducha y cepillos de dientes. Además, viven en barracones cómodos aislados del resto de prisioneros de guerra, que se mueren de hambre y son asesinados detrás del muro que los separa del resto del campo. Estas diferencias provocan en ellos un dilema moral, ya que cooperar con sus verdugos prolongará la guerra y podría significar la victoria para los alemanes, por lo que tratan de ignorarlo pensando en que su único fin es salvar la vida e intentan olvidar lo que pasa delante de sus narices pero no delante de sus ojos, sino detrás del muro. Sorowitsch, aunque vive con lujos y comodidades, duda entre cooperar con los verdugos de su gente o enfrentar una muerte segura en el campo de exterminio de Mauthausen. Tal dilema moral es la fuerza motora de este drama sobre el Holocausto, basado en una historia real y ambientada en un campo de concentración nazi.
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La película se presentó dentro de la Sección Oficial de Cannes y recibió numerosos aplausos del público asistente, que sufrió con los protagonistas de la trama la presión, el miedo y el horror vivido en los campos de concentración. Los espectadores tienen que enfrentarse a escenas muy duras que recuerdan la triste y trágica historia a la que se enfrentó Alemania y el mundo durante seis años, los que duró la II Guerra Mundial. Los falsificadores presenta un dilema que se podría extrapolar a la sociedad actual, donde las personas se preocupan más de su bienestar personal y supervivencia, aunque conozcan que a su lado hay gente que no tiene nada y se esté muriendo de hambre.
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El director Stefan Ruzowitzky debutó como director de largometrajes en 1996 con Tempo, que ganó el premio Max Ophüls en el Festival de Saarbrücken. Su segundo largometraje, Los herederos, se proyectó en numerosos certámenes de todo el mundo, entre ellos la 44 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid, donde se alzó con la Espiga de Plata y el Premio Fipresci. Coproducida por Austria y Alemania, nominada al León de Oro y nominada a su vez como Mejor Película de Habla No Inglesa en representación de Austria, Die Fälscher, en inglés The counterfeiters y Los falsificadores en castellano ha sido dirigida por Stefan Ruzowitzky.
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Ruzowitz comonenta sobre esta película: "Los protagonistas viven en una situación privilegiada, pero saben que el Infierno donde amigos y familiares son asesinados está muy cerca. Pienso que quienes gozamos la tranquilidad de Occidente estamos en una situación similar: sabemos que miles mueren de hambre en los países pobres ¿pero qué podemos hacer? No existe una respuesta sencilla para esto".
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Los falsificadores es un verdadero un soplo de aire fresco para el cine en torno al Holocausto. A diferencia de la gran mayoría de otros títulos, Los falsificadores se erige como un verosímil retrato humano que, a pesar de toda su fuerza y de poseer secuencias relativamente duras, podría considerarse como una de las representaciones del Holocausto más positivas y menos autoflagelantes de los últimos tiempos, en los que el exterminio masivo queda recluido a un segundo plano, y en el que la lucha por la supervivencia, la amistad y los principios se erigen como leit motiv de la historia, en un ámbito tan poco habitual como el de una imprenta clandestina.

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