viernes, 8 de mayo de 2020

El médico que lee poesía



Creo que me he remitido en otras ocasiones a esta breve historia: Mario Ruoppolo entra intempestivamente a la casa que ocupa, a orillas del mediterráneo, Pablo Neruda. Está desesperado y asustado; la madre de su amada ha descubierto que es él, un cartero insulso, quien ha estado enamorando a su hija con poemas del vate chileno (poemas que por cierto todos hemos usado para el mismo fin, con disimiles resultados por supuesto). La madre, que sabe muy bien que cuando las palabras de un hombre andan tan cerca de una mujer las manos no andan muy lejos, ha dicho que quiere matarlo antes de que termine de seducir a su hija. Mario increpa la ayuda del poeta. Éste le dice que no es su culpa, que él nunca le dio permiso para enviarle esos poemas a Beatrice (el mismo nombre que atormentaba a Dante y a cada hombre sobre la tierra oculto en otros nombres). Mario le argumenta con toda la sabiduría del mundo concentrada en una frase: “La poesía no es de quien la escribe sino de quien la necesita”.

La escena pertenece al filme “Il postino” de Michael Radford, basada en la “Ardiente paciencia” de Antonio Skarmeta. Tanto la novela como el largometraje pertenecen a todos aquellos que creemos en el poder de la poesía. Por ello me parece tan mezquino que algunos, lamentablemente muchos, critiquen a Hugo López-Gatell, el epidemiólogo que comanda el ejército de respuesta ante el covid-19, haya dedicado un tiempo a leer poesía por iniciática del Fondo de Cultura Económica.

¿Leer un poema lo distrae verdaderamente de sus ocupaciones? No pongo en tela de juicio el hecho de que su tarea sea esencial en este momento que vivimos y su responsabilidad es muy alta. Precisamente por eso es que debe mostrarse empático, dar una cara humana que las estadísticas dantescas no le permiten. La poesía que lee no es suya, la voz que usa para articularla tampoco; es nuestro el poema porque lo necesitamos, es nuestra la voz. En el medio de una guerra un dejo de humanidad es un lujo, pero es necesario. Indispensable, diría yo. Si lo que necesitamos es poesía. Sólo la poesía nos hace llevaderos el aislamiento, el miedo y la incertidumbre. Ese médico que trata de guiarnos en la oscuridad de la pandemia necesita darnos más aliento y que mejor que con poesía; y que mejor que sea él quien nos comande y nos aliente que el presidente.

La lectura del miércoles no debe ser criticada, al contrario. Es nuestra responsabilidad como especie animarnos unos a otros, empatizarnos, leernos poesía, compartirnos libros a viva voz, hacernos saber que no estamos solos aunque no podamos tocarnos.

Sin embargo hay dos cosas que no me gustaron del lópezgatelreading: que lo haya hecho en una tableta y el poema elegido. Yo hubiera preferido algo más subversivo dadas las circunstancias que vivimos. Un poema que nos describiera de cuerpo entero, que describiera la lucha que libramos contra el virus canalla haciéndonos conscientes de nuestra vulnerabilidad ante los embates imperceptibles, pero mortales, del enemigo. Me hubiera gustado escuchar ese maravilloso poema de César Vallejo, “Masa”; un texto que espeluzna a cualquiera:

Al fin de la batalla, / y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre / y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!» / Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. // Se le acercaron dos y repitiéronle: / «¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» / Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. // Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, / clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!» / Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. // Le rodearon millones de individuos, / con un ruego común: «¡Quédate hermano!» / Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. // Entonces todos los hombres de la tierra / le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; / incorporóse lentamente, / abrazó al primer hombre; echóse a andar... //

¡Sí, lo que necesitamos es poesía señores! La mejor prueba son aquellos que han salido al balcón a compartirla con sus vecinos. Eso deberíamos hacer todos los vecinos de este mundo en medio de esta guerra que dilatará.

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