martes, 7 de enero de 2014

Letras del ingenioso Hidalgo

Emiliano Páramo

Sin duda este ha sido uno de los años más feroces de mi historia, pero logré “cargar los peregrinos”, aunque no hubo posada ni cena de navidad, pero si hubo fiesta, una muy personal desde la que celebro la vida y los amigos; sin duda, son ellos quieneshacen que valga la pena resistir. Decía Andrés Eloy Blanco que volviendo están los años más sucios de la historia… a pesar de todo aquello, hay buenas noticias, los amigos son la mejor de las buenas noticias que conozco.Hace unos minutos, Gil Fuentes me recordólo que Alberto Cortezcuenta en un disco grabado en vivo hace algunos años, antes de interpretar su memorable canción “A mis amigos”:…esto me hace evocar a Jorge Guillén, el gran poeta de la generación del 27, quien tuvo que exiliarse al igual que otros tantos poetasen Bogotá, tal como lo contaba el que le recibió en su casa, Ramón de Zubiría. Contaba que Jorge Guillén tenía un enorme aprecio y devoción por los amigos, y entonces Ramón contaba, que un día le dijo esta frase: “Amigos y nadie más, el resto la selva…”

He mencionado en repetidas ocasiones, a los amigos que han hecho la diferencia para que estos días aciagos, lleguen a noches venturosas en las que prive la esperanza; pero hoy toca hablarles de los amigos que me acompañan desde sus letras y su palabra, y que también hacen posible que la vida siga. Ahora que en internet se han puesto de moda las listas de libros mejores, cercanos, leídos, entrañables y más, he decidido proponer la mía: 20 libros de autores hidalguenses por “nacencia o residencia” que mucho he disfrutado, lo que no implica que necesariamente sean los mejores. Me une más a estos libros el placer que me produjo su lectura, que cualquier otra consideración más pretenciosa. La lista en realidad debería ser muy larga, y de algunos autores me costó mucho escoger sólo una obra, pero quise sujetarme a un libro por escritor y a una lista de sólo 20 libros. Quedaron fuera muchos entrañables de las letras hidalguenses, muchos amigos y los libros que no he leído aun, pero ojalá valga como ejercicio para revisitar nuestras letras, además de mirarnos en la riqueza profunda y multivocal que habita estas tierras.

Los trabajos del reino – Yuri Herrera. El vaquero más auténtico que existió – Ignacio Trejo Fuentes. Mester de Hotelería – Arturo Trejo Villafuerte. Perro que huye – Abraham Chinchillas. La casa que arde de noche – Ricardo Garibay. Volverás al odio – Diego José. Los pobres de espíritu – Agustín Cadena. Fotografía en el cementerio judío de Praga – Juan Galván Paulín. Reunión de Imágenes – Margarita Michelena. Rojo – Martín Rangel. El libro de las cosas que no sucedieron – Alfonso Valencia. Levantando sombras – Alberto Avilés Cortez. Los otomíes del Valle del Mezquital – Raúl Guerrero Guerrero. Con el diablo en el corazón – Artemio Arroyo. Al cielo por asalto –Agustín Ramos. La nube estéril – Antonio Rodríguez. Cuaderno para explicar el viaje (inédito) – Ramsés Salanueva. Caro Victrix – Efrén Rebolledo. Nana Ñ’u – Melina González Guzmán. La batalla de las luciérnagas – Diego Castillo Quintero.

Por la tarde de ayer, colega me preguntó si era cortés mencionar en la lista un libro de la editorial con la que algunos me reconocen; le respondí queaquí puse los que me gustan, con muchas ausencias por el número que me impuse para la lista. No es un acto de galantería lo que busco, sino el ejercicio de nombrarnos nombrándolos, en espera de las listas que los lectores también propongan. De Albatros Press sólo aparece uno, y no pretendo avergonzarme por mencionar un libro que mucho disfruté, sólo por estar incluido entre los que ha producido la editorial con la que colaboro, pues los libros siempre estarán más allá del sello que los auspicia. Yo no entiendo las “formas” en el mundo de las letras, pero sí tengo claros los libros que disfruto. Ni siquiera pretendo darles méritos específicos, sino mencionarlos en la lista de mis entrañables, entre los que han escrito seres de palabra que nacieron o viven en mi tierra.

Espero que pronto salgan a la luz los de Aidée Cervantes y Jorge Skinfield, mi corazón los pone desde ya en la lista de mis letras de cabecera. Sin duda, como afirma Bioy Cásares, creo que parte de mi amor a la vida, se lo debo a mi amor por los libros…Y en ese sentido, a los presentes y los ausentes que también me han tocado, gracias por ayudarme a resistir desde su palabra; yo también les adeudo la ternuraJamädi… 


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