jueves, 19 de marzo de 2020

Lo íntimo de nuestros demonios y ángeles


Por Cohutec Vargas Genis

Reseña para la exposición pictórica.
Bermellones Dantescos
De Omar Rangel Merino

“La gente de nuestro tiempo no se ha visto nunca realmente retratada y, por tanto, carece de un sentido visual de sí misma. Hoy, el retrato es siempre directa o indirectamente fotográfico, pero la imagen del ser más profundo del hombre ha dejado de existir.”
Odd Nerdrum

En la evolución humana, la  imagen del rostro en la conciencia del hombre lo alejó de su carácter de bestia, para transformarlo en la posibilidad de un ser que conoce a partir de sí mismo, el universo, al otro y la construcción de divinidad que cada quien acepta  para remanso en los tiempos lúgubres de su existencia.


Nada existe en él,  que le permita el reconocimiento de sí mismo, que el reflejo de su expresión  en lo que conocemos como conciencia, ahí, en ese instante,  el ser humano inicia el camino más difícil... el del autoconocimiento, labor que pocos hombres terminan en vida.

Dice Jung,  “Un hombre que no ha pasado a través del infierno de sus pasiones no las ha superado nunca” la pasión aquí descrita, no es otra cosa que el reconocimiento de la ambivalencia que escribimos a diario entre lo que queremos y lo que en verdad somos, dentro y fuera de nuestra vida.

Así, el rostro, es la llave que poseemos para dibujar en la mirada del  otro,  lo que queremos que piense, escondiendo o revelando, a voluntad, nuestros demonios o nuestros ángeles que cotidianamente se enfrentan en los infiernos que nos gobiernan.

La verdadera revelación de ésta obra, no está en los colores agobiantes y densos, ni en los trazos que en ocasiones desgarran y en otras delinean, ni en la textura que este joven pretende (a su corta edad) mostrar violenta y estremecedoramente; por si fuera  poco todos estos atributos, Omar Rangel, rompe con la generación de lo liso, lo fotogénico, lo limpio, lo plano, lo bonito, para traernos a la realidad llena de escaras, escamas, cicatrices, charcos de lágrimas y sangre, y utiliza para ello, el primer reflejo que se requiere para encontrar la identidad que en estos tiempos de desarraigo ya ni siquiera se busca.


Dialogo con él y le preguntó si conoce a los artistas de su región, apenas y los ubica, sin embargo, logra lo que todos hemos buscado en años de trabajo: el reconocimiento de la identidad en estos días de extravío digital y estupidez tecnológica, el encuentro con nuestra esencia simplemente humana.

Veo en su obra la búsqueda del rostro que lo defina, pero al hacerlo nos reta a definirnos o redefinirnos y ese ejercicio es el valor más grande que nos comparte.

Entre demonios, ángeles, ilusiones, retratos, expresiones, mitos y andróginos bucles, su obra se transforma en un laberinto de posibilidades donde cada quien elegirá su salida o entrada más engañosa o más asertiva.


Me revela sus influencias, Goya, Ressendi, Adolphe, pero el artista aquí encuentra una renovación  subterránea, la de aquel pintor que retaría al arte moderno diciendo -Soy un mendigo en el mundo de los otros- Odd Nerdrum.

Así el joven artista nos muestra este primer experimento que tiene extremos, donde se busca y nos encuentra, donde dibuja y se retrata, donde nos muestra quien no está frente a su obra, sino quien se encuentra en ella.

Los miedos predominan en el trazo y el color, la incertidumbre está en todas las miradas, los labios suplican y la tranquilidad está ausente, y ahí quizá está la búsqueda mayor, la que hemos perdido en estos tiempos de sangre, hierro y un cúmulo de “me gusta”  que son el retrato de la violencia que todos vemos fuera y nadie actúa para cambiarla.

Auguro para Omar Rangel Merino, artista de tierras Atlixcas, un prometedor futuro en el agónico mundo del arte social y útil en la construcción de la comunidad.

Pachuca, Hidalgo, marzo 2020.

PD. La obra se encuentra en la casa de los Aguilar, Una bella casona en el centro histórico de Atlixco Puebla.
¡Visítenla!

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