viernes, 27 de marzo de 2020

Callar, esa ignominia



La literatura nos ayuda a entender la realidad. Nos da un ojo que gobierne el huracán de la barbarie. Es la estrella del norte que ilumina el oscuro sendero de lo incomprensible, de lo absurdo. En semanas anteriores, ante las noticias sanguinarias de feminicidios y los debates por las marchas de mujeres, recordé uno de los poemarios que más me ha impactado en los últimos años, obra de un escritor tlaxcalteca con profundas raíces hidalguenses.

Los versos han bajado a la tierra,  
llegan con asombro,  
son claros como el costado de mi esperma.

Cohutec Vargas Genis, habría abordado en el 2017 al amor como arma de odio, como punzada y filo, —rastrojo de la muerte, en su libro “El silencio se dice en blasfemia”. Se trata de una colección de 21 poemas divididos en cuatro secciones, las cuales discurren por una gama dulcísona de matices que embriagan al más ajeno de los lectores. Poemas bien logrados que vuelven tangibles las primigenias pasiones de los seres humanos.

Entraste en mi sueño el día de la blasfemia,  
te deposité en el preámbulo del invierno, 
(…)

La principal tarea social de los escritores radica en convertir a la literatura en una instantánea del tiempo que nos ha tocado vivir, dándole voz a quienes no la tienen, a aquellos que se les ha negado la posibilidad de usarla o que les ha sido arrebatada junto con la vida. Porque callar es un reniego, Cohutec toma ese cometido y lo enarbola como un privilegio prestando sus versos para que aquellas mujeres que han sufrido o sufren violencia, incluyendo en este catálogo de infamias la más extrema de las misoginias, el feminicidio.

Camina entre las víctima que se llevaron la tristeza,  
llega a mi lado clandestina,  
coloca en manos piedras de interrogación 
(…)

Vargas Genis logra explorar el tema sin caer en los lugares comunes, prestando la belleza de sus versos para destacar lo más horrendo de la naturaleza humana, la fatídica angustia de las víctimas y la sinuosa aflicción a la que son condenadas las familias de las asesinadas. Particularmente el texto “Poema para Alexis”, construido a partir y con extractos de la noticia de un feminicidio, proyecta una fuerza que nos coge desde la primera línea llevándonos por un descarnado relato, atroz y vil, en que el “amor” mal entendido amordaza el futuro, lo desmiembra y lo encarna en el cuerpo sin vida de una chica asesinada a manos de su novio; alcanza un tono oscuro y torvo, convirtiéndolo en uno de los mejores poemas del autor.

Dejamos nuestras almas rondando las lámparas,  
entró el viento con un evo que regresa,  
tu sonrisa era esa estrella que se apaga.

Este poemario nos lleva también a otros lares, a valles donde lo místico y lo pagano cruzan sus aminos para elevar poemas de un virtuosismo multicolor, en los que el poeta habita como dentro del templo lleno de luz, adorando a ese dios que nos creamos todos aquellos que alguna vez hemos experimentado el balsámico enamoramiento: la mujer.

La luciérnaga enciende metáforas, 
lleva en su vientre un ala prisionera,  
recuerdo que transita por mi espalda,  
escalofrío que revela mi muerte en un secreto.

En estas páginas somos testigos de la evolución, lenta pero precisa, de la poética de Cohutec Vargas. La materia prima con que ha urdido estos poemas es el dolor puro, incluso ese que persiste agazapado en la trastienda de la felicidad; transformando la más pestilente de las realidades en un fino elixir para la memoria.

Estos son los últimos vestigios  
de dolor que me quedaron,  
sin destinatario, ni epístola,  
ruinas que gotean  
a la orilla de estos tiempos, 
(…)

En estos tiempos de aislamiento voluntario “El silencio se dice en blasfemia” de Cohutec Vargas Genis, es una lectura obligada para mantener los pies en la realidad y tender un puente de miras a otras pandemias que han azotado a nuestra sociedad mucho antes que el coronavirus como lo han sido los feminicidios. Una lectura obligada para nuestro tiempo.

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